Todos los días leemos en los diarios horribles noticias en cada rincón del mundo, a veces nuestros propios problemas nos impiden dedicarle tiempo y recapacitar sobre ello, pero si lo hacemos, si nos detenemos un momento a analizar esta situación, descubriremos en el fondo una profunda crisis de valores en cada problema que cruza ante nosotros, y desgraciadamente al final, la causa es la misma, el dinero.
Desde siempre el ser humano ha tenido necesidades materiales, tras la revolución agrícola cada vez ha impulsado modelos económicos más complejos. Con la revolución industrial el hombre ha venido inventando nuevas máquinas y herramientas muy útiles para nuestra vida, pero también ha creado cada vez más necesidades artificiales que permitan comercializar más y más productos.
Así llegamos a nuestros días con la imperante necesidad de pagar el celular y el internet, la televisión por cable o satélite, el auto, los juguetes, los casinos, las prendas de moda, las golosinas, el alcohol, la tarjeta de crédito o el abono a la tienda comercial y muchas cosas más que en realidad no son necesidades imprescindibles para vivir.
En un afán por tener y acumular todas estas ofertas que se nos presentan día tras día, hemos abandonado el hogar y corremos el día entero tras el dinero que nos dará nuestro trabajo o nuestras capacidades comerciales, si no para otra cosa, para acumular más en la chequera, para tener el día de mañana, para descansar en una vida futura que nunca llega. Con nuestra actitud enseñamos a nuestros hijos que lo más importante en la vida es el éxito económico y vamos haciendo cesiones en nuestra manera de pensar y nuestros principios para obtener cien, mil o un millón de pesos más, hasta que la vida misma no tiene ningún valor frente a la acumulación de riqueza, la satisfacción de nuestras expectativas, la creación de nuestro propio imperio, así sea de naipes.
Por dinero se matan en Ucrania, Medio Oriente y África; por dinero se venden los políticos a los intereses de esta o aquella transnacional; por dinero mata un sicario a un perfecto desconocido y por dinero abandonamos a nuestra familia y a nuestro hogar… ¿no será este el momento de detenernos y preguntarnos si vale la pena?