Vivimos en una sociedad inquieta, exigente y demandante. Cada vez está más informada de los acontecimientos por los medios masivos de comunicación y más comunicada entre sí por las redes sociales y los medios de comunicación personales como el celular y sus aplicaciones.

La tecnología ha facilitado muchas cosas en nuestras vidas, pero otras las ha complicado y enredado. Los deslices que antes los políticos podían mantener en lo privado, ahora se han vuelto públicos, pero también los de cualquier ciudadano que se encuentre cerca de un teléfono con cámara de video o  micrófono, ya nada permanece secreto, todo se hace del conocimiento público en cuestión de segundos a través de la internet, la privacidad es una ilusión.

Desgraciadamente, todo este avance tecnológico no ha venido acompañado de un crecimiento en nosotros como personas, también hoy, por todas estas tecnologías, somos susceptibles de la manipulación de personas mal intencionadas, nuestro nivel de información ha superado con mucho a nuestro grado de formación, educación y cultura, estamos a merced de quienes con conocimiento o sin él, hacen de los medios el camino para destruir la fama de las personas y las instituciones.

En muchas ocasiones he escuchado argumentos verdaderamente absurdos, sostenidos en citas extraídas de artículos de internet, y no es que antes no se escribieran burradas, pero hoy se escriben más tonterías y se tiene más acceso a ellas, la manipulación de imágenes hace además, creíble cualquier historia que se respalde con un video o fotografía que tenga cierta apariencia de realidad, y poco se puede hacer para demostrar la invalidez de estos documentos si la persona con que se discute no tiene ciertos estudios o conocimientos técnicos.

En la era de la democracia participativa, esta falta de cultura y conocimiento se volverá sumamente peligrosa, ya que los ciudadanos podrán ser manipulados en base a mentiras publicadas en medios digitales, especialmente en los temas en que el conocimiento técnico es particularmente complejo, así puede pasarnos con el tema de una consulta energética o de eliminación de plurinominales, lo que a primera vista pareciera convincente y adecuado, con un estudio profundo de la realidad podría parecernos otra cosa completamente distinta. La democracia está en riesgo, porque si no obtenemos resultados favorables a la sociedad después de las consultas, no quedará ningún interés en seguir participando.

El riesgo mayor es que los anti demócratas se apoderen de estos instrumentos y a través de ellos nos lleven a la instauración de un autoritarismo ahora superado, pero que aún no ha desparecido.