Nuestra sociedad ha pasado de la política a la gestión pública sin apenas darse cuenta en el gobierno, pero con grandes y graves consecuencias para la sociedad. Mientras que la política es la tarea de construir el bien general para la sociedad, a partir del bien particular pero entendiendo a la comunidad como una unidad, la gestión pública se refiere al adecuado uso de los recursos públicos determinados para generar un estado de bienestar.
El bienestar, desgraciadamente, se refiere principalmente a los aspectos materiales de la convivencia humana, mientras que la política debe buscar un bien general que abarque todos los ámbitos de la vida social y comunitaria, con un enfoque especial en la justicia, el derecho y la sana convivencia, abriendo espacios de desarrollo integral para los miembros de esa comunidad.
Así, al convertirse los servidores públicos en gestores y abandonar la práctica de la política, se han enfocado al cumplimiento de la ley, en lugar de la búsqueda de la justicia (y eso cuando les importa algo la ley); la optimización de los recursos públicos en vez de la creación de oportunidades de desarrollo y la generación de leyes y normas de conducta en lugar de promover la convivencia armónica y participativa.
La política es una técnica y es un arte, la gestión pública se reduce a la técnica; la política es un compromiso, la gestión pública, un empleo; la política requiere de imaginación, la gestión pública, conocimiento. Sin duda, la gestión pública es una excelente herramienta para el político, pero no puede ser el límite de su oficio, sino solo la base para poder desarrollar bien la enorme tarea política.
Hoy, nuestra sociedad, elige buenos o malos gestores, pero no distingue la necesidad de contar con políticos, por ello está decepcionada de una actividad que no le genera el mínimo bienestar, y esto no ocurre solo en México, sino que está ocurriendo en el mundo entero. Los que deberían ser líderes, se han convertido en gerentes, y aún esa labor tan limitada la realizan sin un ánimo de servicio. Si no corregimos este alejamiento de la política, corremos el riesgo de perder la sociedad entera. Reflexionemos e invitemos a nuestros gobernantes a pensar en las diferencias.