Para los mexicanos nos resulta muy distante lo que ocurre en Europa, y le ponemos poca atención normalmente, sin embargo el tema de la independencia de Escocia reviste una importancia vital para la vida en aquella región del mundo, no sólo de Gran Bretaña, sino de toda Europa, donde las ansias autonómicas aumentan más cada día; y el resultado de estos reacomodos influirán, tarde o temprano, en nuestro país también.

Desde la caída del Muro de Berlín y la Unión Soviética en un ya lejano 1990, se viene hablando del nacimiento de una nueva era a la que, por falta de imaginación, se le llama “postmodernidad”. Esta nueva era trae consigo el quiebre de los antiguos paradigmas y el nacimiento de nuevos, reacomodos en la forma en que la sociedad interactúa con el mundo y la forma en que este se comporta.

Los estados nación, en esta nueva era, han perdido credibilidad ante el ciudadano, especialmente sus instituciones, dentro de las que destacan los partidos políticos, en cambio en las ciudades cobran relevancia algunos personajes que ejercen un importante liderazgo regional y al que la gente le entrega su confianza, pero del que permanecen cerca a través de distintos mecanismos de participación y supervisión del ejercicio del poder. Así, las grandes urbes se vuelven polos de desarrollo económico, social y político mucho más importante que la nación en su conjunto, brindando la oportunidad de hacer negocios internacionales, intercambios académicos y culturales e impulso a la tecnología.

En este sentido, la independencia de Escocia era más un reclamo de Glasgow, la mayor ciudad de esta región, que de todo el conjunto escocés, aunque obviamente en todo el territorio existe la división de los que apoyaron el si y el no en proporciones más o menos similares y cercanas al 50-50.

El resultado no es del todo negativo para los independentistas, aunque hayan perdido el referéndum, ya que han conseguido arrancarle a David Cameron un compromiso para brindarles mayor autonomía, especialmente en cuestiones fiscales. Sin duda este es el modelo que buscarán Cataluña, las Vascongadas y, si llegan a tranquilizar los aires de guerra, las regiones de Donetsk y Lugansk en Ucrania, además de otras regiones europeas que buscan mayor autonomía.

Aunque nuestro país quizá todavía se encuentre lejos de estas circunstancias, se debe tener en cuenta que la región más rica en energéticos es la más pobre del país, por lo que no suena descabellado que en algún momento buscaran equilibrar las cosas exigiendo mas libertad en el uso de sus riquezas naturales, mientras que la cultura del norte cada vez está más lejana del centro y occidente del país, por lo que también pudieran empezar a darse vientos independentistas en el mediano o largo plazo. Esta situación, que no es deseable para nadie, debe ser analizada par poder prevenirla y evitar que se llegue a dichos extremos.