Hace unas semanas, la SEMARNAT suspendió la construcción de una presa en el río Piaxtla debido a un deficiente estudio de impacto ambiental, el cual no consideraba multitud de variables y problemas reales existentes en la zona o que podrían ser inducidos por la realización de la obra.
Curiosamente, las autoridades que gastaron casi 10 millones de pesos en pagar un mal estudio de impacto ambiental, quieren culpar a los ambientalistas y a los pobladores de la zona por la “irresponsabilidad” de impedir el “progreso”, el “desarrollo” y el crecimiento en beneficio de la zona; a esas mismas autoridades se les olvida mencionar que una gran cantidad del líquido que se retendrá, tiene como objetivo bañar el Valle de San Lorenzo y alimentar de agua al municipio de Culiacán, para lo que retirarán más de 500 millones de metros cúbicos del caudal del río Piaxtla, generando un problema donde hoy no existe.
Tras ver lo ocurrido hace unas semanas en Sonora, sería una verdadera irresponsabilidad permitir la construcción de este sistema hidráulico sin un adecuado estudio de impacto ambiental y su correspondiente remediación para evitar un daño severo a los pobladores de la región de San Ignacio y al ecosistema en que se asientan. Hoy, el argumento del desarrollo económico, es insuficiente para alterar el curso de la naturaleza, junto con ello es necesario presentar los planes para la preservación de la flora y la fauna, los estilos de vida, empleo y desarrollo de las comunidades afectadas y el beneficio directo que estas mismas recibirán.
La falsa premisa de que es necesario destruir para obtener ganancias económicas ya no es viable en un mundo que sufre día a día los efectos de un cambio climático debido a la voracidad de algunos capitalistas y los gobiernos que los protegen y auspician.
Es necesario aprovechar mejor las aguas del río Piaxtla, el único caudal de agua bronca que queda en la entidad, pero su mejor aprovechamiento no puede ignorar la preservación de las especies en el mar de cortés, en la Meseta de Cacaxtla, en la sierra de San Ignacio y en el propio cauce del río; como tampoco puede ignorar y desentenderse de la alteración a la vida cotidiana de los habitantes de la región y las oportunidades para que ellos mismos alcancen un mejor nivel de vida. Solo así se puede decir que se actúa con responsabilidad ambiental.
