Cada vez que enfrentamos una situación de emergencia, sin tener la información adecuada, fácilmente caemos en el pánico, cometemos errores y desperdiciamos los pocos recursos con que contamos. Sin embargo, la misma situación de emergencia, cuando nos ocurre estando preparados, a pesar de las dificultades, los peligros y hasta los temores, es superada de manera adecuada y al salir de ella nos encontramos fortalecidos.
Cuando hacemos referencia a una emergencia educativa no es distinto; actualmente enfrentamos un alejamiento de los valores verdaderos, no es que como sociedad no tengamos valores, sino que los tenemos mal priorizados, esto se ve agravado por la acción de los medios de comunicación que nos permiten conocer en tiempo real los sucesos que está viviendo la humanidad y no nos da tiempo de procesar uno cuando ya está el siguiente, las múltiples novedades, las diversas ideologías, los múltiples cambios y el seguimiento de las tendencias, los avances tecnológicos, las ideas y estilos de vida… todo ello concurre para hacernos más difícil entender el mundo, pero esto representa también un desafío apasionante y hermoso: dar a luz a una nueva cultura en el inicio de este tercer milenio.
Nuestra mentalidad debe cambiar, a los que hoy somos padres, en su gran mayoría, nos tocó nacer en otra época, con reglas más definidas, con estilos de vida y tecnologías más estables; pero el avance tecnológico y el cambio permanente en que estamos inmersos no se va a detener, y en este mundo, con esta realidad, debemos educar a nuestros hijos. Los viejos paradigmas ya no son operantes, el viejo refrán decía: “Lo que natura no da, Salamanca no lo presta” refiriéndose a la capacidad intelectual; sin embargo, hoy podríamos decir: “Lo que natura no da, google lo encuentra”, porque hoy el conocimiento está a un clic de distancia, y un discurso bien elaborado no requiere de grandes pensamientos, sino de una adecuada búsqueda en la red. Este es el tamaño del desafío hoy en día. Nuestros hijos son capaces de adaptarse al cambio a una velocidad sorprendente, no es solo que los niños entiendan mejor la era digital, sino que pertenecen a ella. Nuestro desafío como padres es mantener el ritmo, al tiempo que transmitimos los viejos valores.
Para lograrlo, debemos despertar en los niños la disposición interna de vivir en una dinámica de encuentro y apertura con la realidad, para que sean capaces de tomar en sus manos la responsabilidad de su propia educación y desarrollo a través de la reflexión y la acción. Al mismo tiempo, es necesario que formemos en ellos la disposición externa para recibir los primeros estímulos de su educación, gracias a la labor de sus padres, tutores, maestros y entorno.
La emergencia educativa significa que frente a los retos que se nos presentan necesitamos desarrollar en nuestros hijos y alumnos, no sólo competencias cognoscitivas, debemos transmitir a las nuevas generaciones valores fundamentales de la existencia humana y del comportamiento. Esto permitirá que tengamos los recursos para enfrentar situaciones que alteren nuestras condiciones de vida normales.
