Rajoy pidió disculpas horas después de que el exsecretario general del PP, Ángel Acebes, declaró como imputado en las pesquisas por la ilegal “caja B” del partido, con la que se compraron acciones del portal de noticias Libertad Digital, cuya línea editorial es afín a dicha organización política.
También un día después de que estalló otro escándalo, el de la captura de 51 políticos y empresarios por una trama de corrupción, al beneficiarse con más de 250 millones de euros por la adjudicación de obra pública, donde destaca el papel del exsecretario general del PP en la comunidad de Madrid y mano derecha de la lideresa popular Esperanza Aguirre, cuando gobernó en la comunidad de Madrid.
“Pido perdón en nombre del PP (Partido Popular) a todos los españoles por haber situado en puestos de los que no eran dignos a quienes en apariencia han abusado de ellos”, dijo este martes el presidente del Gobierno de España en la sesión de control en el Senado de ese país. Y en México, ¿cuándo?
¿Alguien ha escuchado las disculpas de algún presidente de México o líder de un partido político por la larga lista de corruptelas, trampas y engaños que han infringido a la sociedad mexicana?
No es solo la mordida cotidiana del agente de tránsito o de la ventanilla que hay que “lubricar” para que avance un trámite, sino también la Gran Corrupción en la obra pública que implica que se pague, con el dinero de los impuestos de los mexicanos, el doble, el triple o a veces hasta más por caminos, puentes, canales, túneles, electrificación, hospitales, escuelas y hasta por los equipos de cómputo de las oficinas o las medicinas que surten el ISSSTE y el IMSS.
Las carretas de dinero que se han llevado los sindicatos en “acuerdos” que son a todas luces ilegales y que con sumo agrado nuestros gobernantes dispensan a cambio de votos en la siguiente elección; o los acuerdos innombrables con negociantes sin escrúpulos que lo mismo les da entregar mercancía defectuosa que provocar la falla del sistema financiero nacional, y a los que posteriormente se les premia con “rescates” que les permiten seguir llevando su fabuloso tren de vida aunque 50 millones de mexicanos mueran de hambre. ¿O qué tal los servidores públicos que se gastan los recursos del erario en francachelas y borracheras?
No, en México no veremos esas disculpas, porque los políticos ejercen el poder como un bien patrimonial, algo de lo que se sienten dueños por derecho o por herencia; no se conciben a sí mismos como servidores públicos que se deban a una sociedad, como artífices del futuro común, sino como usufructuarios de un poder imperial.
En España, en unas pocas horas, miles de ciudadanos firmaron una petición en línea para exigir a su presidente que pidiera perdón por la corrupción de funcionarios designados por su partido; ¿cuándo los mexicanos seremos capaces de exigir a nuestras autoridades que cumplan con sus obligaciones y nos dejen de querer ver la cara?
