Iguala y Ayotzinapa, el tren y la casa blanca, la economía y las fallas en el crecimiento son las manifestaciones, pero el problema es mucho más profundo y mucho más grave. Por supuesto que Enrique Peña Nieto es responsable en cada uno de estos temas, pero no es el culpable o al menos no es el único. La sociedad mexicana por muchos años ha decidido voltear hacia otro lado, ignorar la realidad, evadir su responsabilidad y hasta coaligarse con un sistema injusto, corrupto e ineficiente.

Más de 50 millones de pobres y una expectativa de pobreza para millones de jóvenes en la actualidad son el resultado de muchos años de malos gobiernos, políticas equivocadas, soberbia autoritaria e indiferencia ciudadana. ¿Cuántas veces no hemos escuchado o incluso nosotros mismos hemos dicho, que en México todo se puede?, que la ley se hizo para romperse, que con dinero baila el perro, ¿cuántas veces hemos sido cómplices de la corrupción por entregar un soborno para agilizar un trámite o evitar una sanción?, pero especialmente, ¿cuántas veces hemos dicho que la política es para los corruptos y hemos dejado de lado nuestra responsabilidad cívica de participar en la solución de los problemas sociales?

México es un país con enormes riquezas naturales, culturales y, especialmente, humanas; desgraciadamente también es un país de indiferentes, de autistas, de egoístas e irresponsables.

En Iguala, fue el Estado, pero el Estado es territorio, pueblo y autoridad. Los desaparecidos de Ayotzinapa son responsabilidad de todos nosotros que hemos permitido a nuestras autoridades vivir en la corrupción y la ilegalidad. No le quiero quitar un ápice de responsabilidad al ex alcalde de Iguala, al ex gobernador de Guerrero ni a las autoridades de la PGR, Gobernación y la Presidencia, pero es necesario que reconozcamos que el sistema en el que vivimos no funciona. Y la razón por la que, a pesar de no funcionar, sigue operando, es porque como sociedad lo permitimos.

Tenemos un presidente electo por el 38% de los electores que fueron a las urnas, pero apenas 24% de todos los posibles electores. Con una participación mayor el resultado de la elección habría sido diferente. Tenemos un sistema de partidos en el que se tapan los unos a los otros, no importa la denominación, el color, lo importante es que se puedan seguir repartiendo el pastel impunemente, pero a pesar de que existen siete partidos, los mexicanos seguimos votando solo por tres de ellos, y en algunas regiones solo por dos.

La gran virtud del movimiento que ha surgido en torno a los jóvenes desaparecidos en Iguala es que nos da la oportunidad histórica de cambiar esta apatía, de superar esta indiferencia, de hacernos responsables de nuestro país y de nuestro futuro. El problema no es si unos veinte muchachos son violentos, el problema es que el sistema permite la violencia y la sociedad se mantiene indiferente mientras no sea a mi a quien afecta el delito o el crimen. Ayotzinapa debe ser un punto de inflexión en la responsabilidad ciudadana, en la exigencia a la autoridad y en el compromiso con el país, si eso no ocurre, veremos injusticias aún más graves, ¿o qué opina?