"Promoviendo la Participación Ciudadana"

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InicioEN LA OPINION DE:Educar con amor en la disciplina

Educar con amor en la disciplina

disciplinaLa cultura actual vive en lo inmediato, en lo desechable,  en la lógica del menor esfuerzo y de lo más fácil, esto conlleva la gran tentación de quedarnos con lo práctico y menospreciar la reflexiónla búsqueda del sentido de las cosas, lo trascendente, lo duradero, lo amado. Aunado al individualismo y al consumismo, esta actitud ha generado un caos en la  sociedad actual, en la que prevalecen criterios de placer, poder y tener.

Para superar este desorden social es necesaria la disciplina, entendida como la disposición habitual al orden que permita el trabajo productivo, la sujeción a las normas de convivencia y trabajo razonables y necesarios para conseguir los fines que nos hemos propuesto. La disciplina garantiza la estabilidad en la acción. Los japoneses, tienen una máxima: La inteligencia será superada por la disciplina, y dicen que esto es lo que los ha hecho un país exitoso en el desarrollo de productos tecnológicos de alta calidad.

Anteriormente hemos hablado de la educación para la libertad, ahora bien, para que nuestros hijos sepan ejercer su libertad debemos establecer con ellos, compromisos, responsabilidades y disciplina, no sólo como tarea educativa sino con un sentido de vida, es decir, la claridad de hacia dónde se dirigen y qué cosas quieren lograr. Para esto necesitamos educar con la pedagogía del amor, que supone dar gradualmente tareas pequeñas y constantes, medianas y grandes.

La educación debe hacer emerger  el fondo del sentido de las cosas, las acciones humanas y las estrategias para mantener la mirada en su auténtico fin, el desarrollar el compromiso entre las personas para lograr el crecimiento humano que todos necesitamos.

Es importante desarrollar en los hijos el cumplimiento de las tareas, no sólo escolares sino también las propias del hogar y la vida en común. Por ello, los adultos debemos ser generosos, participativos y solidarios del bien de la comunidad, porque a fin de cuentas lo que enseñamos a nuestros hijos no es lo que les decimos con palabras, sino lo que ven que hacemos en nuestra vida.

Tanto en el hogar como en la  escuela se ha caído en un  permisivismo donde ningún comportamiento  positivo o negativo tiene consecuencias. Esto hace que no existan límites, que no haya una autoexigencia, para lograr ambas metas los educadores debemos mostrar firmeza en nuestras peticiones sensatas  y razonadas, lo que nos exige congruencia de vida, una vida basada en la verdad.

La enseñanza principal debe llevarnos a la verdad y de esta al amor, a la construcción de una sociedad mejor, al gozo de la entrega y el compromiso, a la capacidad de comprensión y solidaridad. La verdad sobre la realidad humana, el mundo que nos rodea y nuestra responsabilidad en él, nos hace reconocernos como seres humanos en constante realización. Solo así lograremos abrir los caminos de realización para lograr darle un sentido a la vida. Esto eleva los  horizontes hacia los valores más trascendentes. Todo padre de familia está llamado a ser un maestro que comunica su sabiduría y transfiere los  valores a través del ejemplo de vida. Usted, ¿qué opina?