Tortura y contraterrorismo de la CIA.- Por su propia naturaleza, los servicios de inteligencia no solo actúan en secreto sino que frecuentemente aprovechan esa característica para cometer excesos en sus operaciones. Pero ningún caso reciente iguala los extremos en que cayó la Agencia Central de Inteligencia (CIA) de Estados Unidos en la lucha contra el terrorismo islámico, después de los atentados de Al Qaeda a Nueva York hace 13 años. El informe que acaba de hacer público en Washington la Comisión de Inteligencia del Senado, luego de cinco años de investigación, no solo revela formas abyectas de tortura a por lo menos 119 personas detenidas en diferentes partes del mundo por presunción de terrorismo. Concluye también que la CIA, además de mentir sobre la eficacia de los interrogatorios bajo apremios físicos para obtener información, le ocultó a su propio gobierno lo que hacía.
La poderosa CIA obviamente confió en sus largos años de impunidad para ignorar el mínimo respeto a los derechos de personas detenidas, establecidos en las leyes de su país y enfatizados por Obama. Por eso es muy grave lo ocurrido y por eso tiene razón el senador republicano John McCain, prisionero de guerra en Vietnam por cinco años, cuando señaló que la tortura no genera buena información de inteligencia sino que además “su uso compromete aquello que distingue más a Estados Unidos de sus enemigos y que es nuestra creencia de que toda la gente, incluso enemigos capturados, posee derechos humanos básicos”.
América Latina, el crecimiento y la caída del petróleo.- El crecimiento económico, esquivo en el último cuarto del siglo XX, regresó a América del Sur con la llegada del siglo XXI. Las mejoras no se agotaron en la aceleración del crecimiento: la pobreza se redujo a la mitad en la última década y la distribución del ingreso mejoró (aunque moderadamente). Como resultado la clase media se expandió entre 40% y 50% entre 2003 y 2009, llegando a representar un tercio de la población.
El mejor desempeño de la región en el período reciente estuvo fuertemente vinculado a la bonanza de precios de los recursos naturales. Pero para que una estrategia de desarrollo basada en la riqueza natural funcione deben considerarse múltiples factores: un adecuado análisis de la dinámica mundial; una estimación apropiada de la dotación de recursos naturales disponibles; una medida del impacto ambiental y social que genera su explotación, etcétera. América del Sur no ha sido especialmente hábil (o afortunada) para transformar su potencial de recursos en riqueza natural, lo cual es particularmente cierto para los activos no renovables. Sin embargo este resultado esconde heterogeneidades: el portafolio y la cuantía de activos naturales difiere a lo largo de los países.
Los retos para estas naciones son enormes, ahora que el precio del petróleo se ha desplomado, su ingreso se verá seriamente restringido, naciones como Venezuela tendrán mayores problemas que, por ejemplo, Uruguay, pero l más importante es que pareciera que no hay claridad de a dónde se quiere llegar como nación o región, con lo que la planeación es deficiente y se queda trunca, la reciente cumbre iberoamericana fue una oportunidad para esa planeación, pero no se aprovechó, aunque eso lo analizaremos otro día.