Después de que Fidel Castro cedió el poder a su hermano en julio de 2006, Raúl Castro emprendió una serie de reformas que, aunque a un ritmo vacilante, han comenzado a modificar la economía de férreo control estatal por diferentes formas de sustento. Además, cuando Fidel estuvo al borde de la muerte y Raúl tuvo que sustituirlo interinamente, el menor de los Castro dio varias señales de que estaba dispuesto a un acercamiento con Washington.
El histórico acuerdo entre Cuba y Estados Unidos para normalizar sus relaciones -algo que pone fin a la Guerra Fría entre ambos países- tiene como trasfondo las reformas y la nueva apuesta de Raúl Castro, quien ha dicho que gobernará hasta 2018.
¿Qué propició la reanudación de las relaciones tras más de medio siglo? Un Fidel Castro convertido en una suerte de “guía espiritual” de la revolución -a lo Deng Xiaoping-, un Raúl Castro pragmático, un Barack Obama en la recta final de su segundo mandato y el escenario que le permite al Presidente norteamericano gobernar por decreto.
Pero también la aparición de dos actores que actuaron con sigilo: el Papa Francisco y el gobierno canadiense. El primer “cara a cara” entre funcionarios cubanos y estadounidenses ocurrió en junio de 2013 en Canadá. Un año después, se registró otra importante cita en el Vaticano.
La colaboración diplomática entre el Papa Fancisco y Barack Obama nació aquel día del pasado mes de marzo en que sostuvieron a solas, durante casi una hora en el Vaticano, un diálogo en el que se presume que trataron asuntos tan sensibles y tan distantes como el cierre de la base de Guantánamo, la reforma migratoria, Venezuela, la colaboración de Turquía en la lucha contra el terrorismo yihadista o la turbulenta situación de Oriente Próximo. De aquel encuentro solo trascendió la buena química entre ambos y aquellas palabras con las que Obama consagraba el liderazgo político del Papa —“la suya es una voz que el mundo debe escuchar”
El papel de Canadá en el inicio de la reconciliación entre los dos antiguos enemigos de la Guerra Fría, también fue reconocido por los presidentes de Estados Unidos, Barack Obama, y Cuba, Raúl Castro, quienes agradecieron públicamente a Ottawa su intervención, a través del Primer Ministro, Stephen Harper.
La situación no es sencilla y de ninguna manera se puede considerar resuelta, sin embargo el paso más difícil está dado pero, a pesar de la oposición republicana, será muy complicado que se de marcha atrás al nuevo estatus en las relaciones de ambos países.
Esta decisión complica las cosas para Nicolás Maduro, quien ha mantenido un discurso de crítica acérrima a Estados Unidos y que es un fiel aliado de Cuba, pero al que no se le dio a conocer el avance de los acuerdos a que estaban llegando a pesar de haber estado la semana pasada en La Habana en la reunión del ALBA. Curiosamente tras restablecer relaciones con Cuba y buscar abrir el comercio con la isla, Obama firmó las sanciones en contra de Venezuela.