Este martes 20 de enero inició la reunión anual del Foro Económico Mundial en Davos, el tema es el del crecimiento incluyente, es decir, encontrar los mecanismos para crecer y al mismo tiempo lograr que la riqueza llegue a todos, o al menos no se empobrezcan más los que menos tienen.
Esta misma semana, Oxfam publicó su estudio “Riqueza: tenerlo todo y querer más” donde revela que en 2014 el 48% de la riqueza mundial se acumula en el 1% de la población, y para 2016 esa acumulación podría rebasar el 50%, es decir que solo 70 millones de personas serían dueñas de más de la mitad del mundo.
Nuestro país se destaca entre los países con peor acumulación de la riqueza. De acuerdo a la revista Forbes, México tiene 4 millonarios entre la lista de los 100 hombres más ricos del mundo. La riqueza amulada de estos 100 hombres suma 1.7 billones de dólares. Conforme a esta publicación, los cuatro hombres más ricos de México concentran el 7% de esta riqueza. La diferencia en México entre el promedio de ingresos de las 10% de las familias más ricas y el 10% de los hogares más ricos es de 29 veces.; en promedio este diferencial en los países miembros de la OCDE es de 10 veces. Tomando en cuenta este indicador, el país es el más desigual entre los integrantes de la OCDE.
Los actuales problemas que como sociedad enfrentamos, tienen su origen en buena medida en esta desigualdad. La carencia de empleo, educación y oportunidades, al tiempo que vemos el dispendio con el que viven algunas personas, agravado por la corrupción de una clase política distante e indiferente a los reclamos de justicia, enardecen los ánimos de las personas, generando un caldo de cultivo favorable para el descontento social.
Para superar esta situación tan adversa, es necesario atender (1) educación y habilidades; (2) empleo y compensación laboral; (3) procuración de activos e inversiones de negocio; (4) corrupción y concentración del ingreso; (5) transferencias fiscales; y (6) servicios básicos e infraestructura, pero no es suficiente verlo como indicadores que nos hablen desde la fria situación económica, requieren del compromiso y solidaridad de las personas que más tienen, las autoridades y la gente con imaginación capaz de crear escenarios alternos a la realidad que vivimos.
Mientras la gente no cuente con oportunidades y recursos para aprovecharlas, el problema solo podrá crecer; la riqueza no es mala, siempre que se entienda que junto con la propiedad llega una responsabilidad social con nuestros semejantes. No somos propietarios absolutos de lo que poseemos, sino administradores para darles el mejor uso.