En los últimos días se han dado a conocer en los medios de comunicación los problemas que hay para renovar u obtener la licencia, un trámite que todos debemos realizar cada dos o cuatro años y que últimamente se ha convertido en una tortura para el ciudadano.
En lo personal realicé la renovación de mi licencia en el mes de diciembre, achaqué las largas filas a que eran los últimos días, mucha gente saldría de vacaciones o temerían que aumentara al inicio del año, en la oficina de servicios estatales que hay en el norte de la ciudad me informaron que se habían acabado los formatos, que era necesario ir a la USE o a otra oficina, así que decidí dirigirme hacia allá para no estar dando vueltas, fue la decisión más sensata, ya que ahí mismo me enteré que en Plaza Fiesta tampoco había formatos.
Llegué a las 10 de la mañana, había delante de mi unas 60 personas y estaban trabajando entre cinco y seis servidores públicos atendiendo a la gente, dos recibiendo documentación y dos o tres capturando la información.
Mi primer disgusto fue cuando me exigieron que necesitaba presentar un acta de matrimonio, ya que el comprobante de domicilio se encuentra a nombre de mi cónyuge, misma que no estaba señalada en la lista de requisitos, finalmente acepté que si no está a mi nombre, tengo que demostrar que vivo ahí para evitar fraudes, y tras una hora y media de hacer fila, finalmente llegué con la persona asignada para recibir mis documentos. Supuse que ya sería cuestión de unos minutos para salir de ahí, pero estaba muy equivocado.
Sorpresivamente, empezaron a llamar antes de mi a personas que claramente había visto formados detrás mío; peor aún, una persona que llegó inspeccionando la fila y decidió no formarse, y que cuando estaba yo entregando mi documentación entró a la oficina del jefe de los servidores de ventanilla, obtuvo su licencia a los pocos minutos.
La molestia de los ciudadanos fue creciendo, me refiero a los que hicimos la cola de manera ordenada, llegó al grado que no se permitió a una capturista tomar los datos de una joven a la que se acusó de haberse “colado” y las acusaciones de corrupción abundaron.
Aunque ninguno de los ciudadanos ahí presentes tuvimos pruebas, excepto obviamente los beneficiados que no denunciarán el hecho, es claro que el tortuguismo en las licencias tiene el objetivo de provocar a que algún ‘vivo’ ofrezca dinero para ser atendido de manera más expedita.
Si el gobernador, como declaró este martes a los medios, quiere hacer más ágil el proceso, no tiene más que castigar a quien está promoviendo estas malas prácticas y la corrupción que de ellas se derivan. Yo no conozco el nombre de los servidores públicos, pero seguramente Domingo Ramírez los conoce y le podrá informar.