Con su talento natural y un enorme esfuerzo, Alejandro González Iñárritu se hizo acreedor al Premio Oscar en Hollywood este fin de semana, su discurso de agradecimiento fue el de cualquier cineasta, hasta el final que concluyó ““Ruego porque podamos encontrar y construir el gobierno que merecemos”… esta breve frase, que no puede ser considerada ni irrespetuosa, ni banal, ha levantado ámpula en el ámbito político mexicano.

Sin embargo, desde mi punto de vista, esta no es solo una llamada de atención al gobierno, sino también a la sociedad.

Encontrar y construir el gobierno que merecemos requiere de la participación de todos, las diferentes ideas, corrientes, maneras de vivir y pensar, ideologías políticas, situaciones económicas, intereses sociales y empresariales o académicos deberían participar en ello, aportar su grano de arena, su visión personal.

Hoy en México la gobernabilidad se encuentra en niveles muy bajos, cada quien hace lo que le apetece, y a excepción de los ciudadanos honestos y trabajadores que buscan cada día levantarse y hacer su parte (y que somos la gran mayoría de los mexicanos), todos los demás, partes de intereses fácticos, grupos políticos, clubes sociales, asociaciones de servicio y ayuda y un largo etcétera de la sociedad organizada, hace lo que le parece, pero cada quien por su cuenta y riesgo, sin encontrar un camino e interés común, que a fin de cuentas es la propia nación.

Aunque algunas fuerzas hablan de un nuevo constituyente y se buscan mecanismos para la reconstrucción del país, la verdad es que necesitamos empezar desde abajo, no son las leyes, sino un nuevo acuerdo nacional que después desemboque en ellas, lo que nos permitirá salvar a nuestra nación del desastre.

También en el fin de semana, el presidente de la Comisión Nacional de Derechos Humanos, señaló que hay un México “con miedo, indignado y harto”, y estas señales son las de una fiera herida, la cual solo conoce una manera de reaccionar para defenderse de aquello que la acecha, la violencia.

Por ello, urge que hagamos un esfuerzo, coordinado, generoso y eficaz para lograr sentarnos en la mesa y hablar de nuestro país, nuestras preocupaciones, nuestros problemas, nuestros anhelos e ilusiones, de manera que encontremos aquello capaz de unirnos, establecer las reglas del juego y empezar a construir una nueva sociedad con bases firmes que involucren a todos.

Se trata de colocarse por arriba de la problemática que enfrentamos hoy, para construir el México de mañana, un país que probablemente no disfrutaremos los miembros de esta generación, pero que les debemos a nuestros hijos y nietos; los que hoy estamos a cargo del país (desde los puestos más humildes a los más relevantes) hemos vivido en crisis desde nuestra infancia, ¿queremos que esto siga agravándose hasta que la solución sea la desaparición del país?