El pasado lunes se desató la tormenta diplomática, en Argentina, el diputado Gustavo Vera, quien dirige la organización civil La Alameda, dio a conocer el contenido de un correo electrónico que le envió el Pontífice, a continuación el texto de la misiva:
“Querido hermano,
Gracias por tu correo. Veo tu trabajo incansable a todo vapor. Pido mucho para que Dios te proteja a vos y a los alamedenses. Y ojalá estemos a tiempo de evitar la mexicanización. Estuve hablando con algunos obispos mexicanos y la cosa es de terror.
Mañana me voy, por una semana, a hacer ejercicios espirituales con la Curia Romana. Una semana de oración y meditación me hará bien.
Te deseo cosas buenas. Saludos a tu madre. Y, por favor, no te olvides de rezar por mí.
Que Jesús te bendiga y la Virgen Santa te cuide.
Fraternalmente, Francisco.”
Quizá el Secretario de Relaciones Exteriores de México se hartó de la pésima imagen del país en el exterior a partir de los hechos de Ayotzinapa, las casas de Las Lomas, Malinalco e Ixtapan de la Sal, los embates del New York Times, The Guardian o Wall Street Journal, pero lo cierto es que decidió actuar contra el vaticano por la correspondencia privada del Papa.
La Nota Diplomática, ciertamente, busca el acercamiento y el diálogo, pero también es un mensaje para señalar la indignación del gobierno por la mala imagen que tiene en el mundo, cuando hace apenas un año era aclamado por la prensa internacional como el Salvador de México.
Por otra parte, es difícil creer que el diputado haya hecho pública la carta sin el consentimiento o al menos el conocimiento del Santo Padre, lo que nos debe llevar a reflexionar: ¿es un mensaje para los mexicanos en el que señala que está al corriente y preocupado por la situación que enfrentamos?, ¿es un mensaje para la clase política, por medios no formales?, ¿es simplemente un mensaje a los argentinos para que hagan todo lo posible por evitar que caiga sobre ellos el terror de la violencia?
En cualquier caso, vale la pena reflexionar sobre el tema; los señalamientos contra el gobierno de Enrique Peña Nieto no son falta de prudencia, como señala algún diputado, ni son una campaña o complot internacional para desprestigiar su “buen desempeño”; simplemente son el sentimiento que mucha gente comparte sobre la situación tan difícil que vive el país.
Son muchas las voces que hoy se levantan, tanto dentro, como fuera y que el gobierno debería más preocuparse por atender en sus causas y no en sus efectos. Al mandato del Presidente Peña todavía le restan casi cuatro años, un tiempo que puede ser aprovechado o desperdiciado, depende de ellos cambiarlos y de nosotros como ciudadanos seguir exigiendo las soluciones.