Esta fecha está consagrada a la devoción comercial de regalar flores, globos, chocolates y muñecos de peluche. Sin embargo, el verdadero Amor, el que se escribe con A mayúscula, poco tiene que ver con esto, es poco romántico y causa, por lo general, mucho dolor. Quienes somos padres sabemos que no hay amor más grande que el que se tiene por los hijos; y si las personas somos imperfectas, imaginemos como será el Amor de Dios por su Hijo, al que nos regaló y nosotros crucificamos. ¡Ese es el verdadero Amor!
Dicen que San Valentín fue un presbítero que vivió en el siglo III, y que tomó como pastoral personal la de casar a los soldados que así lo desearan; pero había un problema, el emperador Claudio “El Gótico” había prohibido a los soldados romanos contraer nupcias, por considerar que eso interfería con su labor militar, por ello, al ser descubierto, San Valentín fue martirizado por el emperador, quien ordenó cortarle la cabeza.
Qué bueno que los jóvenes tengan esta concepción romántica del amor, pero también enseñémosles la grandeza del amor que implica el sacrificio; solo así los prepararemos para vivir exitosamente como seres humanos y, si es su vocación, como esposos y padres.