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Deterioro político y corrupción

manifestacion-ayotzinapaBernardo Ardavín Migoni (Trama Política)

El ambiente político del país pareciera estar deteriorándose de manera significativa, a juzgar por las repercusiones en los Medios de comunicación, que propalan una mezcla heterogénea de hechos que no han tenido ni una explicación ni una resolución, en su caso, por parte del gobierno, que se aprecie como satisfactoria.

Están los graves casos de corrupción que han venido surgiendo ante la opinión pública y que no comenzaron en este sexenio aun cuando están relacionados de manera estrecha con él como, por ejemplo, el endeudamiento escandaloso e injustificable del Estado de Coahuila durante la gestión del gobernador Humberto Moreira, después presidente del PRI, durante la campaña del ahora Presidente Enrique Peña Nieto.

También están los casos de otros exgobernadores como Enrique Martínez, Manuel Cavazos Lerma, y Tomás Yarrington cuyas presuntas relaciones con el crimen organizado fueron denunciadas en Estados Unidos.

Y en este sexenio, los graves escándalos generados por el financiamiento de la casa de la primera dama, y la de descanso del Secretario de Hacienda, beneficiarios de tasas de interés y precios fuera de mercado.

Tampoco podemos soslayar los gastos excesivos en las campañas de 2012, con hechos que han quedado sin explicación como la distribución de monederos pre-pagados —caso Monex que ha sido exhumado últimamente, desde España, con la presunta complicidad de Gabino Antonio Fraga—, supuestamente, para inducir el voto a favor del PRI.

Para continuar, tenemos casos que siguen generando protestas de toda índole: como el asesinato de algunos presuntos delincuentes, cuando ya se habían rendido, por parte de elementos del Ejército, en Tlatlaya, Edo de México. Y el caso más sonado, que posiblemente marcará en forma indeleble a este sexenio: la desaparición de 43 estudiantes normalistas de Ayotzinapa que, literalmente, se convirtieron en humo, de acuerdo con la versión de la PGR, sin que hasta la fecha se hayan podido encontrar indicios de sus restos, con la excepción de uno solo de los casos, ni tampoco otros elementos de juicio que avalen esta escalofriante historia.

La descomposición en el ambiente sociopolítico se puede palpar a través de numerosas evidencias, por ejemplo la dificultad para llevar a cabo las elecciones en junio próximo, en algunos municipios de Guerrero y, al parecer, también otros de Chiapas, Oaxaca y Michoacán. La campaña llamando a boicotear las elecciones va desde las amenazas de impedirlas por medios violentos de la CETEG en Guerrero, que aparentemente está apoyada por algunos movimientos subversivos, así como por algunos intelectuales y activistas —que se han unido a las voces que proponen no votar, por parte de algunos de los familiares de los normalistas—, que dicen: ir a las elecciones es apoyar a los partidos corruptos que están cooptados o son cómplices de la delincuencia organizada.

Toda esa tormenta pareciera gravitar sobre el gobierno federal y, en particular, el titular del Poder Ejecutivo, el Presidente Peña Nieto, quien aparece como presunto responsable de todo lo malo que está ocurriendo, situación que se ha hecho sentir en la considerable caída de la aprobación de su gestión, por parte de la ciudadanía.

Sin embargo, de manera contrastante tenemos que admitir que el “nuevo PRI” encabezado por el ahora Presidente y exgobernador mexiquense, Enrique Peña Nieto, ha logrado resultados que no pueden ser adjudicados al azar. Es evidente que existe un plan estratégico que se ha venido instrumentando a pesar del deterioro ya mencionado de la popularidad del presidente, y del descontento que se deja sentir en los Medios, no solo en los tradicionales de la prensa y electrónicos, sino especialmente en las redes sociales y en el Internet que ha venido sustituyendo, en su impacto social y comercial, a los Medios tradicionales.