PASADENA (Excélsior).- La selección mexicana sin coordinación entre sus líneas y con pocas variantes al frente arrancó de pésima forma la Copa Oro tras perder con Panamá 1-2.
Abatido, el director técnico Chepo de la Torre fue despedido entre reclamos, envases de plástico y empapado por el agua que le cayó de la tribuna tras una pobre presentación del combinado mexicano que no logra levantar cabeza en ningún torneo donde se presenta.
Culpable y víctima de las circunstancias que el cuerpo técnico ha creado, el Tricolor fue una pesadilla en el campo del Rose Bowl de Pasadena, California, con un futbol lento, pesado, sin sensatez con la pelota y que sucumbió con facilidad ante una caótica selección panameña. La pesadilla del hexagonal se repitió en la cancha californiana. Otra selección, mismo juego.
Pocas veces se movieron las dos líneas de los centroamericanos de medio campo para atrás, pero cuando desplegaron banderas, exhibieron a los jugadores mexicanos.
Los goles de Gabriel Torres dignificaron una seria participación en el juego de Panamá, a pesar de que aún muestra ingenuidades y recurrió a todo tipo de actuaciones para ganar tiempo con sus elementos, pidiendo asistencia médica.
El colofón, sin embargo, no es culpa de los panameños, que desde el inicio intrigaron las colapsadas líneas mexicanas.
De esa forma, enredados en las órdenes que recibieron, el delantero Raúl Jiménez, sin nociones para robar un balón en su propia área, terminó por faulear a Quintero y producir el penal que abrió el marcador.
Panamá, equipo endeble, que navega bajo en el hexagonal de la Concacaf, es de todas maneras un equipo solidario y obediente. Al primer grito están al pendiente y sus jugadores se aferraron, aunque sin talento, a una estrategia que les dio un triunfo histórico porque por vez primera vencen a México en un torneo oficial.
Inducido a introducir ajustes en su planteamiento inicial, De la Torre y su cuerpo técnico probaron con jugadores como Efraín Velarde por la lateral izquierda o Alejandro Castro en la contención. Ambos terminaron por ceder su sitio en el segundo tiempo.
Empero, la combinación de futbolistas tampoco funcionó cuando la desesperación cundía, puesto que la entrada de Isaac Brizuela y Carlos Peña sólo causo más resentimiento entre la afición por lo poco que ofrecieron.
El nulo trabajo quedó demostrado con lo poco que luchaba Panamá. El gol para los centroamericanos fue la fanfarria para recorrerse hacía atrás y ceder iniciativa. Sin embargo, cuando atacaban eran luminosos y alcanzaban disparos francos al arco de Jonathan Orozco.
Sin muchas variaciones al frente, México se acercó un par de veces a la portería panameña hasta que, cerca del entretiempo, un pase de Israel Jiménez culminó con una buena anotación de Marco Fabián; de cualquier forma, el sinsabor del estilo mexicano, permeaba en el Rose Bowl.
El segundo tiempo fue voraz con el Tricolor. Panamá anotó de nuevo muy rápido, otra vez por conducto de Torres, y las grietas se comenzaron a ver en todas partes. México, lejos de mejorar y encomiarse a su talento, se volvió pequeño, tímido y ratonero. Es un equipo sin fundamentos ni alma.
La selección mexicana sin coordinación entre sus líneas y con pocas variantes al frente arrancó de pésima forma la Copa Oro tras perder con Panamá 1-2.
Abatido, el director técnico Chepo de la Torre fue despedido entre reclamos, envases de plástico y empapado por el agua que le cayó de la tribuna tras una pobre presentación del combinado mexicano que no logra levantar cabeza en ningún torneo donde se presenta.
Culpable y víctima de las circunstancias que el cuerpo técnico ha creado, el Tricolor fue una pesadilla en el campo del Rose Bowl de Pasadena, California, con un futbol lento, pesado, sin sensatez con la pelota y que sucumbió con facilidad ante una caótica selección panameña. La pesadilla del hexagonal se repitió en la cancha californiana. Otra selección, mismo juego.
Pocas veces se movieron las dos líneas de los centroamericanos de medio campo para atrás, pero cuando desplegaron banderas, exhibieron a los jugadores mexicanos.
Los goles de Gabriel Torres dignificaron una seria participación en el juego de Panamá, a pesar de que aún muestra ingenuidades y recurrió a todo tipo de actuaciones para ganar tiempo con sus elementos, pidiendo asistencia médica.
El colofón, sin embargo, no es culpa de los panameños, que desde el inicio intrigaron las colapsadas líneas mexicanas.
De esa forma, enredados en las órdenes que recibieron, el delantero Raúl Jiménez, sin nociones para robar un balón en su propia área, terminó por faulear a Quintero y producir el penal que abrió el marcador.
Panamá, equipo endeble, que navega bajo en el hexagonal de la Concacaf, es de todas maneras un equipo solidario y obediente. Al primer grito están al pendiente y sus jugadores se aferraron, aunque sin talento, a una estrategia que les dio un triunfo histórico porque por vez primera vencen a México en un torneo oficial.
Inducido a introducir ajustes en su planteamiento inicial, De la Torre y su cuerpo técnico probaron con jugadores como Efraín Velarde por la lateral izquierda o Alejandro Castro en la contención. Ambos terminaron por ceder su sitio en el segundo tiempo.
Empero, la combinación de futbolistas tampoco funcionó cuando la desesperación cundía, puesto que la entrada de Isaac Brizuela y Carlos Peña sólo causo más resentimiento entre la afición por lo poco que ofrecieron.
El nulo trabajo quedó demostrado con lo poco que luchaba Panamá. El gol para los centroamericanos fue la fanfarria para recorrerse hacía atrás y ceder iniciativa. Sin embargo, cuando atacaban eran luminosos y alcanzaban disparos francos al arco de Jonathan Orozco.
Sin muchas variaciones al frente, México se acercó un par de veces a la portería panameña hasta que, cerca del entretiempo, un pase de Israel Jiménez culminó con una buena anotación de Marco Fabián; de cualquier forma, el sinsabor del estilo mexicano, permeaba en el Rose Bowl.
El segundo tiempo fue voraz con el Tricolor. Panamá anotó de nuevo muy rápido, otra vez por conducto de Torres, y las grietas se comenzaron a ver en todas partes. México, lejos de mejorar y encomiarse a su talento, se volvió pequeño, tímido y ratonero. Es un equipo sin fundamentos ni alma.
Terminó el primer semestre del año, y el “Tri” dejo un rastro de desilusiones e inconsistencias, ya que tras las derrotas rotundas en tanto en la Copa Confederaciones como en el Mundial Sub 20, y su pésima actuación en lo que va de la Hexagonal final, sólo queda el mal consuelo de que empezamos mal el año (a la mitad).
Y cierto es que la afición mexicana esta cansada de estos largos meses tras ver empates y derrotas, claro que queda el “si se puede” junto con la ilusión de ver renovada a nuestra selección para la copa Oro.
Por supuesto que sigue el apoyo al equipo de nuestros colores, pero sin duda debe llegar un cambio radical del que ya demostraron ser capaces, del que ya demostraron estar a la altura en las olimpiadas.
Así pues esperemos que sólo haya sido un mal semestre, y “de aquí para adelante”.
La FIFA y el Comité Organizador de la Copa del Mundo Brasil 2014, tendrán que resolver el enorme problema en que se han convertido las manifestaciones multitudinarias que reclaman y seguirán reclamando el “excesivo” gasto para que el evento futbolístico más importante luzca y luzca.
Luego de la evidente eliminación de México y Japón en el grupo llamado “de la muerte” en la copa Confederaciones, queda solo decir que será una competición sólo entre los mas grandes.
Y es que luego de la forma en la que España humillara tajantemente a la selección nacional de Uruguay el pasado domingo, con un no tan impresionante resultado pero si con una evidente diferencia en el campo, ha dejado clara la diferencia que existe entre ellos y las otras siete selecciones que compiten en la copa.
Por su lado Brasil plasmó en los resultados algo que definitivamente su estilo de juego no ha reflejado, un Brasil intermitente con muchas inconsistencias pero con grandísimas individualidades que han logrado sacar los marcadores pero que se presume muchísimo menos impresionante que la roja.
Una Italia que ha mostrado mucha garra en el juego y que se ha desalmado por ganar estos dos juegos que ya lo han clasificado, pero que tampoco muestra una contundencia que pudiera ser si quiera tan apabullante como los ibéricos.
Por último el cuarto lugar aún se peleará en el partido que presenta Uruguay contra Nigeria que viene de ganar, si los celestes perdieran darían inmediata clasificación a los africanos que se enfrentarían a una España que trae todas las de ganar.
Aún con esto hay mucho en lo que se pueden crecer estos posibles semifinalistas, y la sorpresa podría darse si alguno de ellos descubre el modo de defenderse de lo apabullante que se ha vuelto el juego de la actual campeona del mundo.
Por su parte, de México no hay mucho que decir, ha llegado igual que como ha peleado por su pase al mundial, mediocre y sin ganas de ganar, pero al parecer podría irse con otra cara, una posible cara que empezó a mostrar en el juego contra Brasil, una cara de un Tri campeón, como la que mostró en las olimpiadas, aunque un le falta mucho es posible que encuentre la química que no ha logrado. De partida sería bueno dejar en la banca al punta mexicano “el Chicharito” y dar oportunidad a un jugador que ha demostrado mucha mas garra al ataque como ha sido Jiménez. Pero a ver que decide el Chepo.