"Promoviendo la Participación Ciudadana"

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Los Medios de Comunicación como educadores de la sociedad

MCS¡La televisión nos educa! Esta afirmación, es una realidad. ¿De qué forma nos educa? Seguramente la mayoría está de acuerdo que no lo hace como nos gustaría. Nos presentan novelas y programas, de los cuales, la gran mayoría me atrevería a decir no son de nuestro agrado.

 ¿Sabías que todos los ciudadanos tenemos derecho a elegir los contenidos qué se nos presenta en la televisión? Parece sorprendente, pero tenemos derecho a decidir qué programas se transmiten en la televisión abierta. A través del “Pacto por México” se aprobó la Reforma de Telecomunicaciones en donde se elevo a rango constitucional el “Derecho de Audiencia”.

 ¿Qué es esto del “Derecho de Audiencia”? El derecho de audiencia es aquél que tenemos todos los usuarios de los medios de comunicación para decidir los contenidos que queremos ver, es decir, si algún programa no es de nuestro agrado tenemos derecho a quejarnos y proponer las características que queremos en la programación.

 En Europa, el derecho de audiencia está mucho más desarrollado. Lo han enfocado, principalmente, a la protección de la infancia y a la protección de la dignidad de las personas. Los programas de televisión deben, sobre todas las cosas, respetar la dignidad de las personas y procurar el desarrollo pleno de los niños.

 ¡¡No podemos dejar que nuestros niños, el futuro de este país, se estén educando a través de programas que denigran a la mujer y promueven vicios y adicciones!!

 Hace algunos meses leía en el periódico una nota en donde hablaban que unos adolescentes habían planeado un autosecuestro, inspirados en “La rosa de Guadalupe”. No es posible que nosotros, los ciudadanos, permitamos que se sigan pasando ente tipo de programas, que de rosa y de Guadalupe, no tienen nada.

 Ya los legisladores nos han dado una gran ayuda aprobando nuestro derecho de audiencia, ahora nos corresponde a nosotros el buscar que los grandes monopolios retiren los contenidos que promueven actos sexuales, vicios y adicciones, demasiada violencia, lenguaje vulgar, y tengamos programas de calidad.

 No podemos cambiar la realidad de que la televisión educa a la sociedad, pero si podemos cambiar los contenidos de los programas que nos educan y educan a nuestros hijos.

 No nos quedemos con los brazos cruzados, seamos la diferencia, actuemos y cambiemos poco a poco este país.

 Twitter: @AngelSouber

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Descafeinada reforma…

Enrique Aranda (Excélsior)

Independientemente del trabajo de adelgazamiento que, al interior del Consejo Rector del Pacto por México realizaron sus integrantes, con miras a reducir al mínimo la resistencia del magisterio a las reformas incluidas en las iniciativas de legislación secundaria enviadas al Congreso, lo cierto es que el repudio a las mismas aún no se evidencia.

Es cierto que, desde un primer momento, las muestras de rechazo a los cambios en la materia tuvieron en la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación, particularmente a sus miembros estacionados en el Zócalo capitalino desde hace meses, a su principal protagonista. El hecho de que la CNTE no pueda acreditar una presencia significativa en más de media docena de secciones del sindicalismo oficialista, el SNTE, no fue obstáculo para ello.

Su oposición, en esencia, fue definida y manifestada en uno solo de los rubros: el relativo a la evaluación de la calidad y capacidad de los mentores para cumplir de la mejor manera posible la responsabilidad por la que reciben un salario y, más, en la (ciertamente) permisiva vinculación que se propone en el sentido de que el resultado de los exámenes practicados a los maestros, incidan directamente en la situación laboral.

¿Pues qué querían?, ¿que independientemente el resultado logrado en los exámenes realizados anualmente, en el supuesto de que el mismo no sea al menos satisfactorio, nada ocurra?, ¿les parece excesivo que se les exija someterse a programas de actualización, cuando lo menos que debiera suceder es que fueran removidos de sus plazas y éstas entregadas a personal calificado?

A la vista la letra de los ordenamientos citados entonces, y la primera reacción que ante los mismos han tenido los mentores, pareciera necesario endurecer su contenido so pena de aprobar, en medio de crecientes manifestaciones de repudio, una legislación blandengue, insuficiente para garantizar de manera plena, o al menos su aporte, el tan indispensable incremento de los (ahora paupérrimos) niveles de calidad de la educación que, cotidianamente, reciben millones de niños y jóvenes mexicanos... con excepción, claro, en Guerrero, Oaxaca y Michoacán donde con frecuencia ¡los maestros dejan las aulas para atender sus obligaciones en plantones, marchas, ataques a instalaciones partidistas o gubernamentales..!

En el arranque de un nuevo ciclo lectivo, coincidente con una reforma constitucional, la sola posibilidad de modificar la ley para garantizar a las futuras generaciones una mejor calidad, parece un incentivo más que suficiente para ir mucho más al fondo…

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Ingobernabilidad

Aarón Sánchez (El Debate)

El gran reto político en la actualidad es lograr y mantener la gobernabilidad, o evitar caer en la ingobernabilidad. Ello exige ejercer un buen gobierno. Es decir, diseñar toda una estrategia conceptual, política, institucional y operativa, para garantizar crecimiento económico, tranquilidad social y la generación de oportunidades de desarrollo al alcance de todos.

Construir gobernabilidad debe ser una tarea permanente. Implica la creación de leyes, el diseño de políticas públicas y la instrumentación de acciones orientadas a generar mejores condiciones de vida para la población, así como también enfrentar y resolver los conflictos sociales. No hacerlo, genera una situación política inestable que amenaza la continuidad de todo gobierno.

Es por ello que gobernar involucra la construcción de un mejor orden social, tomando como base una intensa participación ciudadana en la definición de políticas públicas para beneficio de la sociedad. La gobernabilidad también depende del grado de madurez que ha alcanzado la sociedad y de su capacidad para asumir responsabilidades compartidas con su gobierno.

De este conjunto de ideas se deriva, entonces, que un buen gobierno es aquel que propicia la participación ciudadana, la legalidad, la transparencia y la rendición de cuentas, la responsabilidad, el consenso, la equidad social, la eficiencia administrativa y la sensibilidad política. Sin embargo, el concepto de gobernabilidad está estrechamente relacionado con el de ingobernabilidad. Este término, implica la ineficacia del gobierno para hacer frente y solucionar los problemas económicos, sociales y políticos. No ejercer buen gobierno o tomar malas decisiones durante su ejercicio, conducen a la ingobernabilidad.

Hay diversas fuentes que propician la ingobernabilidad. Por una parte, esta puede ser generada por la debilidad fiscal de los gobiernos, pues ello no les permite resolver demandas sociales cada vez mayores.

La ingobernabilidad también se deriva de un problema político que tiene que ver con la falta de acuerdos entre partidos políticos o grupos de poder. Eso propicia falta de cohesión social o de legitimidad de las instituciones. En esta circunstancia disminuye el apoyo ciudadano hacia el gobierno, se rompe el diálogo y se genera conflicto social.

La ingobernabilidad se caracteriza por el divorcio entre las demandas sociales y las acciones gubernamentales. La consecuencia es la falta de gobierno y la existencia de una sociedad que niega toda legitimidad a la autoridad y a las instituciones. Ahí está el verdadero peligro.

La forma en que se organiza el poder político y la manera en que se ejerce la administración gubernamental, determinan la gobernabilidad o la ingobernabilidad. El crecimiento económico y social son importantes, pero también lo es la eficacia y la oportunidad con que operen las instituciones públicas. Ello identifica a un gobierno de calidad.

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Tan "maledetta la primavera árabe"

Irene Selser (Milenio)

No basta la “fuerza” con que la Casa Blanca de Obama condenó ayer la violencia contra los partidarios del ex presidente Mursi en el brutal desalojo de dos plazas en El Cairo ocupadas por seguidores del primer presidente constitucional en la historia de Egipto, derrocado el 3 de julio por un golpe militar.

Tampoco basta la condena de Josh Earnest, vocero de Obama, quien desde su descanso en la isla veraniega de Martha’s Vineyard, Massachusetts, “lamentó el retorno al estado de emergencia” impuesto por el gobierno cívico-militar; una medida que durante tres décadas fue el símbolo del régimen de Hosni Mubarak, principal ami-socio árabe de EU en Oriente Medio y buen aliado de Israel.

No bastan dichas expresiones ante esta masacre anunciada de la población egipcia —coprotagonista junto a otros sectores sociales de la sorprendente rebelión de la primavera árabe, en enero de 2011— porque son frías, cobardes y cínicas como lo fue y lo sigue siendo la negativa de Obama a calificar de “golpe de Estado” la asonada contra Mursi hace 42 días, los mismos que él lleva preso en un cuartel del ejército, el cual justificó el golpe contra el gobierno de los Hermanos Musulmanes —una organización político-social basada en el islam fundada hace 85 años y que en junio de 2012 ganó con 51.3% de los votos— ante la incapacidad de Mursi para timonear la transición democrática incluyendo al resto del país, con el telón de fondo del socavamiento del poder por parte de una estructura militar que sigue intacta y que se deshizo de Mursi como hace un año del viejo Mubarak cuando éste dejó de servirle. Los militares siguen disponiendo de la ayuda anual de EU a Egipto por 1.5 millones de dólares; de ahí la negativa de Obama a calificar de “golpe” el derrocamiento de Mursi ya que de lo contrario debería suspender de inmediato los abastos.

Pero los militares encabezados por Sissi, el feroz ministro de Defensa, no solo supieron maniobrar ante esa virtual “rifa del tigre” que se sacó Mursi al ganar los comicios. También involucraron en el golpe contra la democracia a los liberales de ElBaradei, Nobel de la Paz 2005 y ex jefe de la AIEA, quien en 2003 jugó su papel contra la invasión de Bush a Irak afirmando que Husein no tenía armas químicas, como en efecto ocurrió; pero que en julio se plegó a Sissi a cambio de la vicepresidencia, de la cual renunció ayer asqueado con los ríos de sangre que, sin embargo, ya lo mancharon a él y al resto de sus ministros.

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