Irrevocable como parece ser, la controvertida reforma al reglamento interno de la fracción blanquiazul, que hace no muchos días aprobaron 24 de los 38 senadores que la integran, fue convertida, ayer, en pieza clave de una negociación que, en principio al menos, podría derivar en la pacificación de las fuerzas que de un lado lidera Felipe Calderón y, del otro, el cada vez más prescindible Gustavo Madero.
Ahora vendrán los días de campaña negra. A medida que se acerca la elección, gradualmente los candidatos empiezan a entrar en una etapa de mayores definiciones y hasta de desespero. Ganar es el objetivo, pero con lo ocurrido a estas alturas del proceso electoral las cosas ya se están decantando.
En el evangelio de este domingo resuena una de las palabras más incisivas de Jesús: "El que quiera salvar su vida la perderá, pero quien pierda su vida por mi causa, la salvará" (Lc. 9,24).
La semana pasada fue horribilis para el PAN. Si alguien creía que la situación no podía empeorar después del cese de Ernesto Cordero como su coordinador en el Senado y el choque con Gustavo Madero, se equivocó.