En estos días tenemos muy presente a Brasil por el tema del fútbol, pero al evocar ese país sudamericano inmediatamente nos viene a la mente el Carnaval y el Amazonas, éste último, la más importante reserva ecológica del planeta.
Desde 2004 los agricultores y ganaderos de Brasil han protegido de la tala el equivalente a 14,3 millones de canchas de fútbol, una disminución del 70 por ciento en la deforestación en la Amazonia brasileña, según un artículo que publica la revista Science, lo que lo convierte en Campeón del Mundo en acciones en contra del Cambio Climático, mucho más de lo que se puede decir de Estados Unidos, país que aboga por un estatuto internacional para la selva amazónica, pero que es incapaz de detener la producción de CO2 en su propio país.
Aún así, si hay un territorio que se resista a las fronteras políticas, es el Amazonas. Los problemas, pero también las riquezas, viajan y fluyen de un lado para otro sin que importe mucho dónde terminan y empiezan Brasil, Ecuador, Colombia, Venezuela, Perú o Bolivia. Todos ellos partícipes de tan importante reserva ecológica.
Aunque en los próximos días la atención del mundo entero se centre en los goles que se generarán en esta grandiosa nación, lo verdaderamente importante estará ocurriendo a unos pocos pasos de los estadios, la generación de biomasa capaz de capturar el carbono presente en el aire, misma que estará creando suelos capaces de retener y filtrar el agua de lluvia y producir al rededor del 12% del agua dulce del mundo.
Pero la preservación de esos territorios en beneficio de la humanidad deben también generar riqueza para esos pueblos, la aportación que hacen al medio ambiente es más importante que el fútbol, si, pero también más importante que el petróleo que aporta Venezuela, el gas que genera Bolivia, el café Colombiano, el caucho o el carbón brasileño, el oro peruano o el software ecuatoriano; no, la aportación más importante de estas naciones a la economía del mundo es su capacidad de conservar este pulmón del planeta, por lo que el resto del planeta deberíamos pagar solo por su conservación, especialmente los países más ricos y contaminantes, como son Estados Unidos y China.
Esperemos que el Mundial de Fútbol Brasil 2014, sirva también de ventana para conocer la importancia de la riqueza natural que esta nación y sus vecinos poseen y que representa una enorme riqueza para la humanidad entera, los esfuerzos que ellos realizan y la corresponsabilidad que tenemos todos para sostener dichos esfuerzos.
El día de ayer, en Rio de Janeiro, se inauguró el Congreso de la Fifa, un evento en el que participaron 209 presidentes de las Federaciones Nacionales de todo el mundo y en el que es tradicional que el Jefe de Estado anfitrión se dirija a los congresistas; pero en Brasil no fue así, la presidenta Dilma Rousseff no llegó al evento y en su lugar el Ministro de Deportes de Brasil tomó la palabra. El día de mañana, jueves 12, se espera que la presidenta asista al encuentro inaugural entre Brasil y Croacia, pero debido a las críticas de Fifa por el incumplimiento en la adecuación de los estadios, el descontento de la población y la experiencia de hace un año cuando en la Copa Confederaciones se llevó solemne abucheo, es probable que la también candidata a la reelección no se presente.
La Copa del Mundo se ha convertido en un posible problema para Rousseff, cuyos índices de aprobación han caído antes de las elecciones de octubre. Proyectos sin terminar, congestiones de tránsito y acusaciones de malversación de fondos públicos han dañado su imagen, dicen los expertos, mientras que el Mundial no le da muchas oportunidades para brillar.
En Brasil crece la frustración por el Mundial. Los enormes gastos para preparar las ciudades sedes, mientras las escuelas y hospitales carecen de fondos, han empañado el ánimo de muchos hacia el Mundial y la FIFA, la cual ha sido acusada de todo, desde expulsar a los vendedores locales de los estadios y presionar a Brasil para que autorizara la venta de alcohol en los partidos, hasta bloquear la venta de los boletos con descuento para estudiantes y ancianos.
En medio de todo esto, el padrino político de la presidenta, Luiz Inacio Lula da Silva, asegura que la nación carioca no retrocederá y rechazó los señalamientos que se han hecho a los gastos del gobierno por el Mundial de futbol por la precaria situación económica que vive actualmente el país.
Lo cierto es que el descontento acompaña a los mundiales de fútbol desde hace décadas, en el ’86, la oposición mexicana aprovechó el escaparate del mundial para denunciar la corrupción de un gobierno que apenas un año antes había sido incapaz de enfrentar los estragos del terremoto en la Ciudad de México, enorme rechifla se llevó el presidente Miguel de la Madrid en el partido inaugural, quizá por ello evitó hablar en la clausura. Ahora le toca a Dilma Rousseff, quien tiene que afrontar el compromiso hecho por su predecesor y para el cual éste no tomó ninguna previsión económica, antes bien permitió los casos de corrupción conocidos como mensalão y por los cuales muchos servidores públicos de Brasil han pisado al menos los juzgados, pero la sociedad no está tranquila ¿qué veremos los próximos días además de fútbol?
Muchos problemas padece nuestro sistema educativo en México, a los que ya se han señalado en los últimos meses, ahora hay que añadir el de las altas temperaturas que se están registrando en el norte del país y la necedad absurda de las autoridades por cumplir con un calendario, establecido arbitrariamente, de 200 días de clase.
En los últimos 15 días, en Sinaloa se ha rebasado en el termómetro, un día si y otro también, los 40° Celsius. Estas altas temperaturas, en escuelas mal equipadas y con malos servicios de abastecimiento de agua potable implican poner en riesgo a los niños que, por si fuera poco, son también los más desfavorecidos en lo económico y en lo educativo.
Según estudios que se han realizado, las temperaturas ideales para el aprendizaje rondan entre los 21° y 23° Celsius, es decir, nuestros niños son sometidos a tortura psicológica porque alguien en el Distrito Federal leyó que los japoneses asisten a clases 220 días al año y en su lógica torcida más es igual a mejor, sin considerar cultura y condiciones de equipamiento y preparación de los maestros y los planes de estudio.
Afortunadamente el día de hoy, el gobernador Mario López Valdez tomó la valiente decisión de recortar el periodo escolar, de manera que las clases concluirán el 27 de junio. La decisión es valiente porque sin duda le ocasionará un reclamo de las autoridades federales en materia educativa, sin embargo es una decisión necesaria, más vale perder unos días de escuela a que algún alumno se vea seriamente afectado en su salud por cumplir con un objetivo burocrático.
Además, como se explicaba arriba, aprender a altas temperaturas es una cuestión sumamente complicada, es por ello que los períodos vacacionales son establecidos en todo el mundo durante el verano, para evitar el desgaste innecesario del cerebro cuando menor rendimiento puede dar.
Nuestras autoridades educativas deben replantear la situación del calendario de clases y brindar a los estados la oportunidad de adecuarlos a las realidades de estos, porque en agosto, cuando debe dar inicio el próximo ciclo escolar, seguramente no habrá concluido la temporada de calor, a esto súmele que estamos viviendo tiempos de un cambio climático real, que puede provocar grandes cambios de una temporada a otra, por lo que es importante que las autoridades estén al pendiente para aprovechar de mejor manera los escasos recursos que se tienen.
Palabras del Santo Padre durante su encuentro con judíos y musulmanes
Señores presidentes:
Los saludo con gran alegría, y deseo ofrecerles, a ustedes y a las distinguidas Delegaciones que les acompañan, la misma bienvenida calurosa que me han deparado en mi reciente peregrinación a Tierra Santa.
Gracias desde el fondo de mi corazón por haber aceptado mi invitación a venir aquí para implorar de Dios, juntos, el don de la paz. Espero que este encuentro sea el comienzo de un camino nuevo en busca de lo que une, para superar lo que divide.
Y gracias a Vuestra Santidad, venerado hermano Bartolomé, por estar aquí conmigo para recibir a estos ilustres huéspedes. Su participación es un gran don, un valioso apoyo, y es testimonio de la senda que, como cristianos, estamos siguiendo hacia la plena unidad.
Su presencia, señores presidentes, es un gran signo de fraternidad, que hacen como hijos de Abraham, y expresión concreta de confianza en Dios, Señor de la historia, que hoy nos mira como hermanos uno de otro, y desea conducirnos por sus vías.
Este encuentro nuestro para invocar la paz en Tierra Santa, en Medio Oriente y en todo el mundo, está acompañado por la oración de tantas personas, de diferentes culturas, naciones, lenguas y religiones: personas que han rezado por este encuentro y que ahora están unidos a nosotros en la misma invocación. Es un encuentro que responde al deseo ardiente de cuantos anhelan la paz, y sueñan con un mundo donde hombres y mujeres puedan vivir como hermanos y no como adversarios o enemigos.
Señores presidentes, el mundo es un legado que hemos recibido de nuestros antepasados, pero también un préstamo de nuestros hijos: hijos que están cansados y agotados por los conflictos y con ganas de llegar a los albores de la paz; hijos que nos piden derribar los muros de la enemistad y tomar el camino del diálogo y de la paz, para que triunfen el amor y la amistad.
Muchos, demasiados de estos hijos han caído víctimas inocentes de la guerra y de la violencia, plantas arrancadas en plena floración. Es deber nuestro lograr que su sacrificio no sea en vano. Que su memoria nos infunda el valor de la paz, la fuerza de perseverar en el diálogo a toda costa, la paciencia para tejer día tras día el entramado cada vez más robusto de una convivencia respetuosa y pacífica, para gloria de Dios y el bien de todos.
Para conseguir la paz, se necesita valor, mucho más que para hacer la guerra. Se necesita valor para decir sí al encuentro y no al enfrentamiento; sí al diálogo y no a la violencia; sí a la negociación y no a la hostilidad; sí al respeto de los pactos y no a las provocaciones; sí a la sinceridad y no a la doblez. Para todo esto se necesita valor, una gran fuerza de ánimo.
La historia nos enseña que nuestras fuerzas por sí solas no son suficientes. Más de una vez hemos estado cerca de la paz, pero el maligno, por diversos medios, ha conseguido impedirla. Por eso estamos aquí, porque sabemos y creemos que necesitamos la ayuda de Dios. No renunciamos a nuestras responsabilidades, pero invocamos a Dios como un acto de suprema responsabilidad, de cara a nuestras conciencias y de frente a nuestros pueblos. Hemos escuchado una llamada, y debemos responder: la llamada a romper la espiral del odio y la violencia; a doblegarla con una sola palabra: «hermano». Pero para decir esta palabra, todos debemos levantar la mirada al cielo, y reconocernos hijos de un mismo Padre.
A él me dirijo yo, en el Espíritu de Jesucristo, pidiendo la intercesión de la Virgen María, hija de Tierra Santa y Madre nuestra. Señor, Dios de paz, escucha nuestra súplica.
Hemos intentado muchas veces y durante muchos años resolver nuestros conflictos con nuestras fuerzas, y también con nuestras armas; tantos momentos de hostilidad y de oscuridad; tanta sangre derramada; tantas vidas destrozadas; tantas esperanzas abatidas... Pero nuestros esfuerzos han sido en vano. Ahora, Señor, ayúdanos tú. Danos tú la paz, enséñanos tú la paz, guíanos tú hacia la paz. Abre nuestros ojos y nuestros corazones, y danos la valentía para decir: «¡Nunca más la guerra»; «con la guerra, todo queda destruido». Infúndenos el valor de llevar a cabo gestos concretos para construir la paz.
Señor, Dios de Abraham y los Profetas, Dios amor que nos has creado y nos llamas a vivir como hermanos, danos la fuerza para ser cada día artesanos de la paz; danos la capacidad de mirar con benevolencia a todos los hermanos que encontramos en nuestro camino. Haznos disponibles para escuchar el clamor de nuestros ciudadanos que nos piden transformar nuestras armas en instrumentos de paz, nuestros temores en confianza y nuestras tensiones en perdón. Mantén encendida en nosotros la llama de la esperanza para tomar con paciente perseverancia opciones de diálogo y reconciliación, para que finalmente triunfe la paz.
Y que sean desterradas del corazón de todo hombre estas palabras: división, odio, guerra. Señor, desarma la lengua y las manos, renueva los corazones y las mentes, para que la palabra que nos lleva al encuentro sea siempre «hermano», y el estilo de nuestra vida se convierta en shalom, paz, salam. Amén.