Columna geopolítica del 13 de agosto del 2018
Jorge Miguel Ramírez Pérez
Cada día que se acerca el cambio de gobierno el optimismo aumenta para los que están en el poder. Todos en sus respectivos órdenes de gobierno sienten que las cosas no van a variar mucho y que los que llegan poco saben del negocio.
La coincidencia es facilitar las cosas hasta en asuntos de protocolo como fue el cambio del homenaje a la bandera del zócalo capitalino, que se llevaba a cabo a las seis de la tarde y como estaba López Obrador en Palacio Nacional y salió a las nueve, a esa hora se realizó.
Otros asuntos son estructurales como los nombramientos de magistrados que se frenaron. Pero también en temas triviales el nuevo grupo recibe apoyos en detalle, en este caso internos, como los que han resultado descolones tanto a Bejarano, de parte de la próxima secretaria de Bienestar, María Luisa Albores que lo descalificó para agandallarse de los programas sociales; como a la Padierna que se pasó de Diva, llegó tarde y esperaba un lugar importante que no le dieron durante la ceremonia de la entrega del oficio que certificaba al Presidente Electo.
Pero lo que tiene mas sorprendido a los comentaristas en este mar de facilidades y optimismos, es la expresión extremadamente fuera de lo común, la de Donald Trump al referirse a Obrador como un gentleman, -todo un caballero en la extensión de la palabra, eso le parece el Peje al mandatario estadounidense, que todavía no lo conoce en persona- antes le pareció un good man Peña; pero, claro... ¡víctima de los bad men! Con los que no pudo. Por cierto.
La explicación de la expresión tiene como origen dos posibles opiniones, una, la de Kushner, que si conoce a Obrador y que debe haber llegado con los oficios eficaces de Videgaray . El yerno mas poderoso si estuvo con Obrador.
Y la otra opinión es muy probable que surgiera del equipo estadounidense negociador del TLCAN, porque no falta nada ya por entregarle a Trump, todo lo que pide, se le da obsequiosamente. Y todo indica que Obrador ha sido tan caballeroso que no tiene ninguna resistencia para plegarse a las exigencias de las barras con estrellas, tanto que Canadá ya no es objeto de los elogios del Pelirrojo.
Pero en realidad son dos los "caballerosos", Obrador que tiene incrustado a su gente en el equipo que decide decir que sí a todo, en las llamadas negociaciones; y Peña que ya cedió inconstitucionalmente los trastos.
Inmediatamente del elogio al líder mexicano, y de lo que se lleva cedido, como los sueldos intocados de los ministros de la Corte; de todas maneras Trump amagó a su
Congreso a que le den dinero suficiente para construir el muro. Y los analistas ya no entienden, porque no saben que el cambio geopolítico es mundial y se lleva entre las patas a todos. Que se lo pregunten a Erdogan el de Turquía.
Lo que sigue después, son más sorpresas. Para nada un horizonte optimista para los que se fueron de manos largas, y no porque Obrador no quisiera amnistiarlos, sino porque el dinero no va a alcanzar, ni modo que no lo supiera. Y lo que se ve, es que los que defeccionaron tardíamente del PRD parecen no ser necesarios. Los empresarios conversos al obradorismo también se están enterando que no les va ir bien con la versión simplificada del TLCAN, ni con el rumor ya desmentido por su propalador Romo, de que habría amnistía fiscal.
Columna Geopolítica del 6 de agosto del 2018
Jorge Miguel Ramírez Pérez
Algunos entendidos que conocen en detalle el cambio geopolítico de 1989-1991 que dio como resultado la caída del Partido Comunista y de la URSS, recuerdan la versión que se conoce como Proyecto Gólgota, que era la muerte y resurrección del poder soviético. Un montaje de alcance global en condiciones drásticas, que llevaron a los rusos y a sus aliados, a presenciar en vivo y a todo color el desmoronamiento de la fachada socialista del imperio ruso, que al paso del tiempo fue solo un cambio de piel a fondo, pero nada que significara en la práctica una sustitución de las élites políticas.
La tesis sostiene que los que mandaban en Rusia visualizaron que el sistema tal como estaba no sobreviviría; y ellos mismos, volcaron los cambios para desmantelar lo insostenible y mantener el poder en otro escenario.
Y esas mismas voces autorizadas por la experiencia, al observar como se imbrican en México, los factores del viejo régimen priísta con el nuevo gobierno obradorista, no dejan de pensar que es un Gólgota a la mexicana, lo que se está fraguando.
Lo que se elimina es la pausa democrática, pero se conservan los factores que alimentan estructuralmente la impunidad y la continuidad de lo que se creía superado.
En primer lugar porque los protocolos democráticos del realismo político exigen para que el nuevo régimen nazca en las mentes de los pobladores, que se tomen en serio, a nombre de la justicia, los actos que sancionen las prevaricaciones del pasado inmediato. Eso no ha pasado, ni pasará.
En otras palabras, que se pongan en la picota a los malos gobernantes, a los que se fueron de abuso con el dinero de los contribuyentes. Cuestión que el propio Obrador ya negó se hará, al pregonar perdón a Peña y a cualquiera que haya metido la mano al cajón, y no solo él líder lo menciona; sino gente cercana como Rocío Nahle, que ha sido presentada como próxima secretaria de Energía, ante los señalamientos que los reporteros hacían de Carlos Romero Deschamps, el líder de los petroleros; la próxima funcionaria, ratificó que no hay causas en contra de él. Lo exculpó de todo, sin el beneficio de la duda.
Se garantizó un no rotundo a lo que se le llama ahora el quinazo que fue la captura forzada de Eugenio Hernández Galicia alias La Quina, un cacique excedido de poder sindical, y territorial en el sur de Tamaulipas y en el norte de Veracruz, que hoy lo enaltecen como si fuera la víctima o el héroe, quien en la vida real era un "hombre de horca y cuchillo", inclinado a usar de la violencia extrema contra sus adversarios; aparte de los espacios de negocios concesionados para manejar adeptos.
La demostración de que los políticos antidemocráticos no necesitan de las leyes para gobernar es otra coincidencia estructural del Morena de hoy con el PRI de ayer; éste último parcialmente aparentaba seguir un curso legal a las sanciones. Obrador sencillamente acusa o exculpa de manera arbitraria, sin juicios, ni otros mecanismos institucionales, porque lo suyo es lo dictatorial. La voluntad presidencial por encima de la legalidad es la fórmula que se pone en vigencia, después de décadas que se intentó un gobierno plural de voluntades compartidas.
Poco o nada se discutió si se hicieron procedimientos apegados a derecho en las licitaciones del Nuevo Aeropuerto, por citar un ejemplo; lo que siguió a una opinión cupular, la de Obrador, fue descalificar la utilidad del proyecto, sin exhibir algún razonamiento de peso; para posteriormente unas semanas después, aconsejado en "lo oscurito" aceptar que sí va la obra que había satanizado.
En cualquier tema el dictador es auto ensalzado, no se admiten opiniones ni leyes que lo contradigan; los grandes del autoritarismo: Calles, Cárdenas –como acertadamente escribió ayer Francisco Martín Moreno-; Díaz Ordaz, Echeverría, Salinas o Zedillo no admitían tampoco la posibilidad de la equivocación o de la crítica. Por eso se confirma que la vieja guardia priísta surge de las cenizas del desmoronado PRI, para celebrar su integración al régimen de poder personal de López Obrador.
Y ya pasaron lista en el obradorismo: Manuel Bartlet, Jorge Carrillo Olea, Esteban Moctezuma, Olga Sánchez, Marcelo Ebrard, Juan Ramón De la Fuente y Porfirio Muñoz Ledo, y otros más que se irán sumando bajo el común denominador de haber alcanzado sus plenitudes políticas bajo el mencionado -para suavizar sus formas dictatoriales y antidemocráticas- régimen hegemónico del PRI.
Los de la nomenklatura del nacionalismo revolucionario con discurso izquierdista pero con prácticas autoritarias, son la plataforma de jefes que resucitaron con Obrador como si fuera un golpe de estado, para resurgir como en Rusia, con diferente apariencia pero con la misma convicción de no dejar pasar a la democracia.
Obrador se debe a ellos, al verdadero PRIMOR, el priísmo predemocrático que tiene como consigna, lo que dijera el príncipe de Lampedusa: "hay que cambiar todo, para que todo siga siendo igual".
Por eso tanto Tatiana como los chairos y los Noroñas no entienden como resultaron ellos subordinados al autoritarismo mas rudo.
Por eso no se produjo la revolución maoísta de Pablo Gómez, que todos advertíamos peligrosa, con la que jalaron a tanto "nini". Lo que explica que éste líder de la facción extrema, haya amenazado ayer con negarle a Obrador el apoyo legislativo automático, si no se sujeta a lo que le interesa al grupo anticapitalista.
Cada día se ve claro que las mentiras fueron el tronco mas consistente del proyecto de Obrador.
Lo único cierto es que el odio a la democracia es –hoy por hoy- el factor cohesionador del gobierno que se avecina.
Columna Geopolítica del 30 de julio del 2018
Jorge Miguel Ramírez Pérez
Antes de la contienda oficial por la presidencia y en diversas etapas durante ésta, insistí que todo el proceso se iba resolver bajo la fuerza de una alianza necesaria para el poder: Enrique Peña se inclinaría decisivamente a favor de López Obrador.
Muchos no lo creyeron y pensaron que ese Pacto de Impunidad como posteriormente le llamó Anaya, era un argumento sin asideros. Les parecía una puntada sin lógica, que no encuadraba con lo que dicen y se dice de los políticos, generalmente desconsiderando objetivamente lo que sí hacen. Más aún, sin poder concebir las razones subjetivas que son las determinantes en las voluntades -aunque muchos lo duden- de quienes detentan el poder.
Y aunque ahora son menos los que dudan esa amalgama, siguen algunos sin entender sus causas, porque sus parámetros son los esquemas de difusión popular que hablan de izquierdas y derechas, de partidos distintos y de personajes en apariencia sin coincidencias. Todos factores aparentes y secundarios para la realpolitik. Por eso, las equivocaciones de la gente persisten cuando se implantan las dictaduras y no llegan a percibirlas hasta que tienen un collarín de acero en el cuello.
La primera consideración, la ideológica se sustenta en la cosmovisión que cada persona y su grupo político tienen en común.
Aunque valga decir que las utopías que se preconizan al principio con vehemencia incluso, cuando se está en el poder parecen intolerables. Eso fue lo que en 1602 experimentó el calabrés Tommaso Campanella que al terminar su obra: "La Ciudad del Sol" una visión idílica de la sociedad en prisión, lejos de ayudar a su liberación lo condujo a cadena perpetua en Nápoles, porque los perfeccionismos a fin de cuentas para los que están en la silla del poder salen sobrando.
Una visión simplista de la implantación del capitalismo en México, nos reduce a entender que durante los últimos cien años, hubo regímenes con sistema cerrado, paradictatorial; es decir, autoclausurado y etapas, en las que las fuerzas del intercambio externo generaron una incorporación parcial, pero creciente hacia la economía de mercado, mejor conocida como capitalismo.
Durante estos cien años México se mantuvo como un "sistema cerrado", para que las élites no tuvieran competencia externa y pudieran consolidar el proceso revolucionario: desmovilizaron a los obreros con las centrales CROM-CTM, al ejército con el PNR; desmovilizaron a los campesinos con pretexto de la guerra cristera e inventaron la CNC, con el PRM; y se apoderaron de toda la burocracia con el PRI. Controlaron las importaciones y las exportaciones, para crear dominios; pero por supuesto que las excepciones de la regla, eran las exportaciones controladas por Estados Unidos fundamentalmente como era y es el petróleo.
Con Miguel Alemán, Carlos Salinas y con Enrique Peña hubo repuntes del capitalismo y la economía se amplió; la industrialización, la apertura económica comercial y finalmente la apertura a la explotación sin restricciones constitucionales fueron los resultados.
En los tres casos, los costos de la incorporación a la modernización económica y al mercado mundial; tuvieron después de su implantación, frenos. Ruiz Cortines limitó el endeudamiento externo e inusualmente lo revirtió, el intermediarismo del coyotaje oficial recibió una carga letal.
El avance fue uno con Alemán y de ahí hasta Salinas, no hubo otra élite que surgiera en esa visión de sustitución de importaciones. El modelo con De la Madrid estaba agotado y la crisis financiera, condujo a plantear la apertura y a suprimir la falta de competitividad de los industriales sobreprotegidos.
Salinas accedió a la economía mundial y empezaron los cambios estructurales, para acomodar a una dinámica mundial, la lentitud e incompetencia del país. Los precios del petróleo fueron el soporte financiero durante la vigencia del TLCAN. Es decir, hasta hoy.
Zedillo sin la honestidad de Ruiz Cortines destazó la integridad financiera del país, y resolvió la especulación de Aspe-Bentsen, cuando dispararon los tesobonos del límite internacional de 35 mil millones, hasta cerca de lo doble; colocando en el mercado secundario la deuda mexicana, que se adquirió por peanuts; y México tuvo que pagar los 20 mil millones de dólares que le autorizó el congreso de EUA, en fast track con el pago directo de las exportaciones de petróleo a los acreedores; y además Zedillo, impulsó el Fobaproa para cubrir el saqueo de la banca con el dinero de los contribuyentes.
Fox y Calderón como Zedillo no pudieron sacar las reformas estructurales de la segunda etapa. Por eso llegó el PRI, que estaba en terapia intensiva. Lo revivieron con Peña Nieto para que se firmaran los cambios e históricamente se inscribiera México en la economía-mundo.
Aunque diga José Ángel Gurría jefe de la OCDE y Santiago Levy, asesor de Obrador que faltan más reformas y más gandallismo fiscal, en realidad el cambio que se tiene que hacer es interno, en el gobierno, no en la sociedad. Ya está México en el capitalismo de lleno; y nadie, que se oiga, nadie, lo va a parar en ese tema, ni Obrador.
Entonces no hay contradicción dijeran los marxistas, porque el sistema económico no está en juego. Ya no es un asunto doméstico.
Sencillamente lo que hace falta es consolidar cambios al interior del gobierno y en eso coinciden Obrador y muchos críticos que sin embargo, no ven viable como lo va hacer.
Es que esos cambios, que analizaremos, llevan a instaurar una dictadura anunciada, desplazando a la democracia, en lo que coinciden los asesores del gobierno que viene, con muchos priístas y por supuesto con Peña Nieto, que ven a la democracia como dijo aquél Consejero de Seguridad Nacional de Gerald Ford, Brent Scowcroft, "la democracia es una moda, ya pasará". En eso Obrador también cree.
Así que, por si usted lo dudaba, allí está la primera gran coincidencia; tanto Peña como Obrador detestan la democracia -paradójicamente- aunque se hayan visto beneficiados por ella.
Columna Geopolítica del 23 de julio del 2018
Jorge Miguel Ramírez Pérez
Existe la creencia muy extendida que para ser un empleado del gobierno lo que se necesita es una buena palanca y nada más.
Históricamente han creído esa mala apreciación incluso héroes, como Hidalgo y los revolucionarios. Los independentistas querían que los puestos del gobierno los ocuparan los locales y se excluyera a los peninsulares; pero no reparaban en otros requisitos, como era tener aptitudes y conocimiento en el tema de gobierno. Sus miras eran simplistas y desdeñaban la preparación que tenían los del servicio colonial. Las chambas fueron la prioridad para hacer la independencia.
El resultado fueron malos gobiernos que se mostraron incapaces para operar con eficiencia el aparato público.
Maximiliano introdujo elementos racionales para la administración pública mexicana, bajo la influencia de las corrientes europeas y en particular, las que se habían originado del cameralismo.
Fue Porfirio Díaz quien inició transformaciones en el servicio público y el surgimiento de la tecnocracia; "los científicos", innovaron las finanzas e introdujeron una especie de proyecto modernizador, que dirigido por grandes hombres como José Ives Limantour y Justo Sierra entre otros, dio un salto en la materia.
Pero como decía, la llegada de los regímenes revolucionarios con generales sin preparación militar; y con apasionados propagadores de la justicia social, sin experiencia en el arte del gobierno; generaron que el desprecio a los gobernantes improvisados, fortalecieran la mala idea de que cualquiera podría con el manejo de los asuntos públicos.
De tal suerte que la proliferación de "Juanitos" ha sido desastrosa para la burocracia mexicana, no solo en cuanto a la calidad que se requiere, sino porque se carece muchas veces de las credenciales que demuestran que el cargo se puede ejercer porque hay conocimiento, experiencia y legalidad.
De tal suerte que llegamos al siglo XXI ayunos de una organización política congruente; con cuadros disímbolos que provienen de los arreglos de los sindicatos, de la presión por heredar plazas a los familiares; o de plano, del influyentísmo del sistema de despojos, conocido técnicamente como spoil system.
Max Weber uno de los pensadores de la ciencia y la sociología políticas definió ese sistema como aberrante y contrario a lo que pudiera ser una administración pública eficaz y eficiente. Porque el sistema de despojos, el que pondera repartirse el botín del gobierno, beneficios y cargos con los amigos, adictos y correligionarios partidistas, es un obstáculo para un gobierno que tenga verdaderos ciudadanos, no ciudadanos imaginarios.
El tipo ideal que propuso Weber del burócrata probo y eficaz se entiende lógicamente como eso, un ideal: pero no por ello distante de lo que se busca. De ahí las recetas mal
digeridas de los presidentes de Alemán a López Portillo, por meter caudas de abogados; con de la Madrid, administradores y contadores; y por último, con Salinas y Zedillo, economistas. Para acabar en este siglo, con Fox, incorporando expertos en mapas mentales; con Calderón sectaristas de su grupo panista, sin alguna experiencia. Y con Peña, itamitas expertos en maquillar cifras para pedir prestado.
Así, Obrador llega con adictos a su persona, sin experiencia laboral en el sector público, con dificultades para estar en el nivel de entender los retos cotidianos y sin la capacidad, para analizar, diseñar, racionalizar y operar un sistema complejo, que solamente a los ingenuos puede parecer sencillo.
Porque esas fallas estructurales de la administración pública en cuanto al diseño institucional y los ejércitos de incapaces, sostenidos por influencias de quienes han transitado en esos cargos, para los que carecían de conocimientos teóricos y prácticos; son el corazón de la corrupción y de la improvisación, que escala deudas y enormes gastos injustificados que tienen sumido al país.
Y en esa parte, coincidimos el diagnóstico con Obrador, de que la burocracia debe urgentemente acotarse a lo que debe ser en el espíritu de la ley; y restarle los privilegios de gremios, sindicatos e presiones que traban el crecimiento de la economía, que es lo que se busca al final de cuentas.
Pero advertimos que el sistema burocrático para restablecerlo, requieren de cirugías -porque deben ser varias- programadas y en orden. Intervenciones que no deben matar al enfermo. Deben sanarlo.
Y no se trata de satanizar algunos niveles de mando, como le han hecho en el pasado, los presidentes priístas ignorantes, de toda la cadena de mando que tenían bajo sí. Ni de desaparecer, por desaparecer órganos; desconociendo que hay leyes, que aún con "todas las canicas" deben reformarse, para que lo ilegal no impere.
Y es en esa arrebatada propuesta de desconcentrar a las secretarías sin analizar los diferentes efectos en las diversas regiones; el impacto en las microeconomías, los trastornos en las propias instituciones y la estrategia del desarrollo; más la eliminación de todas las delegaciones; así como la reducción de sueldos de todos los funcionarios de manera confusa; es que se escuchan como decisiones ilógicas, una serie de arrebatos que se explicarían como resentimientos variopintos.
Ese flanco que el obradorismo presenta en un temprano proyecto de gobierno, tiene muchas puntadas y poca estrategia. Son presuntas ideas esbozadas con un enfoque unilateral y parcial; lo que manifiesta, no solo, carencia de teorías de la administración pública, por cierto siempre hechas aun lado; sino lo que me parece más grave, se traduce en un voluntarismo excesivo, que pretende hacer nula la necesaria experiencia de trabajo en el gobierno.
Porque la mayor parte de los colaboradores que se están incorporando y que provienen de la adicción al obradorismo, en realidad no tienen un trabajo acreditado ni siquiera del nivel decoroso en el sector público, que se requiere para los alcances que se pretenden. Algunos tienen experiencia partidista y hasta allí. Pero los menos, los que sí, han sido funcionarios; tal parece que hace tiempo y bajo condiciones muy diferentes fue cuando ejercieron.
Así que parafraseando nuevamente a Weber: independientemente del tipo de dominación que se trate, sea tradicional, carismática o racional, sin cuadro administrativo no se va a ningún lado.