Resumen de las palabras del Papa Francisco en el ángelus de este domingo 7 de mayo
Comentando el Evangelio de este IV domingo de Pascua, llamado "Domingo del Buen Pastor" , el Papa subraya que "Jesús se presenta con dos imágenes que se complementan recíprocamente": "La imagen del Pastor y la imagen de la Puerta del aprisco de las ovejas."
"Jesús (...) manifiesta una relación de familiaridad con las ovejas, expresada a través de la voz, con la que las llama, y que ellas reconocen y siguen. El las llama para conducirlas hacía los verdes prados donde encuentran buen sustento": "Jesús se presenta como la Puerta de las ovejas. (...) Cristo, Buen Pastor, se ha convertido en la puerta de la salvación de la humanidad, porque ha ofrecido la vida por sus ovejas."
Más aún, añade le Papa: "Jesús, pastor bueno y puerta de las ovejas, es un jefe cuya autoridad se expresa en el servicio, un jefe que para gobernar, da la vida y no pide a otros que la sacrifiquen. De un jefe así nos podemos fiar."
"Hay una dimensión de la experiencia cristiana que tal vez dejamos un poco en la sombra: la dimensión espiritual y afectiva", dice el Papa: "El hecho de sentirnos unidos al Señor por un vínculo especial, como las ovejas a su pastor. A veces racionalizamos demasiado la fe y corremos el riesgo de perder la percepción del timbre de aquella voz, de la voz de Jesús Buen Pastor, que anima y fascina".
"Es la experiencia maravillosa de sentirse amados por Jesús. (...) Para Él jamás somos extraños, sino amigos y hermanos", añade el Papa. Pero El observa también que "no siempre es fácil distinguir la voz del Buen Pastor": "Hoy estamos invitados a no dejarnos distraer por las falsas sabidurías de este mundo, sino a seguir a Jesús, el Resucitado, como único guía seguro que da sentido a nuestra vida."
Óscar Fidencio Ibáñez
El arresto del ex gobernador de Veracruz en Guatemala ha llamado poderosamente la atención en México, y desató una serie de acusaciones de corrupción, crimen, violencia e impunidad asociadas a la gestión de ese ex gobernante. Apenas unos días antes había sido capturado en Italia también otro ex gobernador del estado de Tamaulipas, que colinda al norte con Veracruz.
Algunos estudiosos del comportamiento de los jóvenes votantes conocidos como "millenials" identifican un aumento en la desconfianza hacia el gobierno y a los partidos políticos que los llevan en general a despreciar la política, sin embargo también recientemente muestran una sensibilidad frente a la corrupción e impunidad que en algunas ocasiones los moviliza, ya sea en demostraciones callejeras, en su activismo a través de redes sociales, e incluso hasta en la participación a través del voto.
Los resultados de las últimas elecciones para gobernadores en México durante 2016, hicieron que la oposición ganara la mayoría de ellas, y según varias encuestas, la principal motivación de los electores para votar en contra del partido gobernante, fue el hartazgo social por la corrupción e impunidad de los políticos, no solo votaron los jóvenes, sino que una gran cantidad de gente que tradicionalmente no votaba salió ese día a manifestar su oposición.
Aunque el sentimiento puede ser más intenso entre los jóvenes, todas las edades de esta generación parecen haber llegado a un punto de quiebre donde no se tolera más la corrupción, por lo que su prevención y castigo se puede convertir en el eje de participación ciudadana en esta época.
La falta de ética en los operadores bancarios se asume como la causa principal de la crisis económica de 2008, que se inició en los centros financieros de los países más ricos y afectó a millones de personas en todo el mundo, un grave problema de corrupción en las empresas.
Frente a esta evidente crisis ética global, los políticos no han sido capaces de reaccionar y crear un sistema eficaz de prevención y combate a la corrupción. En México llevan años discutiendo nimiedades y evitando a través de negociaciones y componendas crear un Sistema Nacional Anticorrupción, no se atreven a disminuir sus privilegios y enfrentar la evidente degradación del sistema, por lo que los ciudadanos deben ser quienes obliguen a cambiarlo.
Para los cristianos, existe una responsabilidad de hacer algo, empezando por una congruencia ética en sus quehaceres ciudadanos, tanto en el ámbito profesional, como en el económico y político, desde el voto en las elecciones hasta la participación activa que incluye organizarse, denunciar y dar seguimiento a las malas conductas no solo del gobierno sino de las empresas, así como involucrarse en la construcción de propuestas que puedan renovar el sistema político y económico.
La corrupción la pagan los más pobres, son los primeros afectados: por el desvío de recursos que impiden que les lleguen servicios de salud, educación, o agua y drenaje; por el acaparamiento de bienes que acrecientan la desigualdad; y por la falta de obras de infraestructura y su mala calidad que les quita las oportunidades de salir de su condición de pobreza.
La corrupción en clave cristiana es como una de las llagas en el cuerpo de Cristo resucitado, y a veces como los apóstoles, para salir de nuestro miedo, apatía e incredulidad, es necesario acercar nuestros dedos y manos para tocar el dolor que provoca esa llaga, es un camino de conversión que nos puede llevar a un compromiso ético y solidario con los demás, especialmente con quienes más lo necesitan.
Paradójicamente, los jóvenes de esta generación que aparentemente rechazan las tradiciones, están descubriendo la necesidad de valores universales, la importancia de distinguir y señalar el bien y el mal, de construir referentes éticos que hagan sentido en un ambiente que pretende relativizar todo, y que en la práctica permite los abusos de los más fuertes, de los corruptos protegidos por el poder político o económico.
La regla de oro que implica tratar a los demás como quisiéramos ser tratados, tiene su raíz más poderosa en la síntesis cristiana de amar a Dios, y al prójimo como a sí mismo. Y a partir de esta referencia, es necesario construir la ética que permita a esta generación ir más allá de la protesta, la venganza o algún tipo de justicia efímera y coyuntural, para avanzar hacia prácticas y políticas permanentes de prevención y combate a la corrupción. Como en cada momento histórico, esta generación puede cambiar el estado de cosas o permitir que sigan como hasta ahora.
Palabras del Papa Francisco antes del Regina Coeli este domingo 23 de abril
Queridos hermanos y hermanas, buenos días!
Cada domingo, hacemos memoria de la resurrección del Señor Jesús, pero en este periodo de después de Pascua, el domingo reviste un significado más claro. En la tradición de la Iglesia, a este domingo después de Pascua, se le denomina "in albis". Qué significa esto? La expresión intenta recordar el rito que cumplían aquellos que habían recibido el bautismo en la Vigilia pascual. A cada uno de ellos se les ponía una ropa blanca – "alba", blanca – para indicar su nueva dignidad de hijos de Dios. Hoy aún se sigue haciendo lo mismo; se les ofrece a los recién nacidos una pequeña ropa simbólica, mientras que los adultos se ponen uno de verdad, como lo hemos visto en la Vigilia pascual. Esta ropa blanca, en el pasado, se llevaba durante una semana hasta el domingo in albis. Y de ahí deriva el nombre in albis deponendis, que significa el domingo en el cuál se quitan la ropa blanca. Y una vez quitada la ropa, los neófitos comenzaban su nueva vida en Cristo y en la Iglesia.
Hay otra cosa: en el Jubileo del año 2000, San Juan Pablo II estableció que este domingo seria dedicado a la Divina Misericordia. Es verdad. Esto ha sido una bonita intuición, ha sido el Espíritu Santo quién le ha inspirado! Hace unos meses, hemos concluido el Jubileo extraordinario de la Misericordia y este domingo nos invita a retomar con fuerza la gracia que viene de la misericordia de Dios.
El Evangelio de hoy es el relato de la aparición de Cristo resucitado a los discípulos reunidos en el cenáculo (cf. Jn 20, 19-31). San Juan escribe que Jesús, después de haber saludado a sus discípulos, les dice: "Lo mismo que el Padre me ha enviado, así también os envío". Dicho esto sopló sobre ellos y les dijo: "Recibid el Espíritu Santo. A quienes perdonéis los pecados, les serán perdonados; a quienes se los retengáis, les serán retenidos" (vv. 21-23). Es el sentido de la misericordia, presentada el día de la resurrección de Jesús como perdón de los pecados. Jesús resucitado, ha transmitido a su Iglesia, como primera misión, su propia misión de llevar a todos el anuncio concreto del perdón. Es el primer deber: anunciar el perdón. Este signo visible de su misericordia conlleva en él la paz del corazón y la alegría del encuentro renovado en con el Señor.
La misericordia a la luz de la Pascua se deja percibir como una verdadera forma de conocimiento. Es importante: la misericordia es un modo verdadero de conocimiento. Sabemos que la conocemos a través de diferentes formas: el sentido, la intuición, la razón y otros. Se la puede conocer también a través de la experiencia de la misericordia, porque la misericordia abre la puerta del espíritu para comprender mejor el misterio de Dios y de nuestra existencia personal. La misericordia nos hace comprender que la violencia, el rencor, la venganza no tienen ningún sentido y la primera víctima es aquel que vive de estos sentimientos, porque se priva de su dignidad. La misericordia también abre la puerta del corazón y permite expresar la cercanía sobre todo hacia aquellos que están solos y marginados, porque les hace sentirse hermanos y hermanas de un solo Padre. Favorece el reconocimiento de aquellos que tienen necesidad de consuelo y hace encontrar palabras que les reconforten.
Hermanos y hermanas, la misericordia calienta el corazón y le hace sensible a las necesidades de los hermanos, a través del compartir y la participación. La misericordia, en definitiva, compromete a todos a ser instrumentos de justicia, de reconciliación y de paz. No olvidemos nunca que la misericordia es la piedra clave en la vida de fe y la forma concreta a través de la cuál hacemos visible la resurrección de Jesús.
Que María, la Madre de Misericordia, nos ayude a creer y a vivir con alegría esto.
Klaus Feldmann Petersen
La familia es la base de la sociedad y una familia sana es la garantía de una sociedad sana, capaz de superar con éxito todos los problemas y crisis que se presenten. En México, como en los demás países hispanos, el sentido de la familia es mayor que en los demás países, por lo que, según estudios realizados en Inglaterra y Estados Unidos en forma independiente, son los pueblos más felices del mundo.
Es por lo que la mafia de la izquierda rabiosa (masonería) a través de la ONU, OMS y gobiernos como el de Estados Unidos (Obama y la Clinton) y España, especialmente, y de países que por sus compromisos se ven obligados a obedecer las consignas (Peña Nieto y otros), han enfocado su lucha contra la vida, la familia y la libertad religiosa.
De lo que se trata es corromper y debilitar a la sociedad, para controlarla y explotarla más fácilmente, por lo que atacan muy intensamente a la Iglesia católica, porque es la única institución que defiende estos valores a capa y espada.
Esta campaña insidiosa ha dado por resultado que aumenten los divorcios al debilitarse los lazos que unen la familia.
Hemos visto hasta el cansancio que la única solución para superar todas nuestras crisis, empezando por la más importante que es la crisis del medio ambiente, la de seguridad, pobreza, hambre, y de todas las demás, es la de -como menciona Ángela Merkel, Canciller de Alemania- regresar a nuestros orígenes, a nuestras raíces cristianas, a Cristo Nuestro Señor, a leer la Biblia, la Palabra de Dios.
Precisamente en estos días de Semana Santa, con la culminación de la Pascua de Resurrección, es oportuno detenernos a reflexionar y aplicar a nuestras vidas lo que significa la Cruz y Resurrección en nuestras vidas y lo que puede ser para que alcancemos la plenitud y la felicidad en ellas. Comprendiéndolo, lograremos familias unidas, fuertes y sanas, capaces de enfrentar cualquier contingencia. Es atinado hacer referencia a una ciudad en los Balcanes en la que no hay divorcios, los matrimonios y las familias permanecen unidas tal cual lo dispuso Dios, no habiendo pretexto alguno para no lograrlo.
En la ciudad de Siroki-Brijeg, de Bosnia-Herzegovina, no hay divorcios, y no es porque las parejas no tengan problemas, algunas veces muy fuertes, sino porque están conscientes de que el matrimonio es la cruz que Dios les ha destinado y que a través de ella lograrán la felicidad tan ansiada.
Siempre han sabido por experiencia que la fuente de la salvación viene a través de la Cruz de Cristo. Estas personas poseen una sabiduría que no permite que sean engañadas sobre cuestiones de la vida y la muerte. Por eso han vinculado indisolublemente el matrimonio con la Cruz de Cristo. Han fundamentado el matrimonio en la Cruz que los hace ir adelante en la vida con divinidad y luz.
Cuando los novios van a la iglesia para casarse, llevan un crucifijo con ellos. El sacerdote bendice el crucifijo y luego les dice que ellos han encontrado el socio ideal con quien compartir su vida, exclamando: "¡Ustedes han encontrado su Cruz! Se trata de una Cruz para amar, para llevarla con ustedes, una Cruz que no es para ser arrojada fuera de sus vidas, sino más bien para apreciarla".
Al intercambiar los votos matrimoniales, la novia pone su mano derecha en el crucifijo y el novio pone su mano derecha sobre la de ella. Ambas manos están unidas entre sí y unidas a la Cruz. El sacerdote cubre las manos con su estola mientras pronuncian su promesa de amarse uno a otro en las buenas y en las malas, proclamando sus votos de fidelidad según los ritos de la Iglesia. El sacerdote, al final, en lugar de decir: "Puedes besar a la novia", les dice: "Pueden besar a la Cruz".
Entonces, los dos besan la Cruz. Si uno abandona al otro, abandona a Cristo en la Cruz. Pierde a Jesús. Después de la boda, los recién casados cruzan el umbral de su casa para entronizar el mismo crucifijo en un lugar de honor. Se convierte en el punto de referencia de sus vidas y el lugar de la oración en familia, porque la joven pareja cree profundamente que la familia nace de la Cruz.
En cualquier dificultad se recurre e inmediato a Nuestro Señor a través de la Cruz. Él siempre está presente en la vida de la familia y esto lo aprenden desde chiquillos, que sueñan con que al casarse también tendrán una Cruz en el sitio de honor de sus casas. Viven plenamente el que el matrimonio es de tres: Ella, él y Dios. Y que así, viviendo su Cruz, al final tendrán una resurrección a la vida plena en la eternidad junto con Nuestro Señor.
La cultura de la vida y del amor vivida en esta forma, es la única garantía de poder superar todos nuestros múltiples problemas. En estos días podemos centrarnos en el significado de la Cruz y la Resurrección; y de este modo, igual que los matrimonios de esa pequeña ciudad de los Balcanes, tener familias sólidas, unidas y sanas que nos aseguran una sociedad y un país llenos de la bendiciones de Dios Nuestro Señor.