Columna del 13 de mayo del 2019
El Gobierno del Agua
Jorge Miguel Ramírez Pérez
El agua su cuidado y aprovechamiento racional parece un tema de primaria. Algo de lo que se escucha por un oído y sale por el otro, es decir un tema viejo de la moral pública y de las necesidades vitales del medio ambiente que nadie hace caso.
Hace menos de una semana por ejemplo, trascendió en un diario de la Ciudad de México, que lo que se incendió en el edificio de la CONAGUA fueron casualmente los expedientes de 101 auditorías de las que otras áreas, la Contraloría, las Direcciones de Cuenca y áreas específicas "no tenían copia" o antecedentes ¡Increíble!
Por supuesto que la más elemental conjetura no requiere de alguna ciencia inalcanzable para saber, lo que los pasillos a gritos de la dependencia hablan de la pésima administración del agua durante Peña Nieto y las maniobras orquestadas desde la asesoría de las cabezas, que fungieron como responsables de todo tipo de anomalías en contra de esa noble institución.
Así llegamos como mexicanos al umbral de que las cosas se dirijan a derroteros distintos, porque urgen. Por eso la expectativo de hoy está inmersa en la lógica, porque para comenzar, la formación académica de la actual Directora dista con mucho, de los perfiles que se pudieran decir profanos, de los que la antecedieron en ese sexenio; donde como muestra, la infraestructura hidroagrícola tan estratégica para el país, se abandonó como forma del gobierno del agua en lo productivo; y se transformó en un espectro con presiones de grupos hasta delictivos, que en los módulos de riego se fueron afianzando.
Los fracasos onerosos de la fallida operación de la "Y" en la Cuenca del Valle de México, son de los errores hasta ridículos que saltan a la vista. Pero en esas áreas y otras, nunca como en el sexenio anterior, se dieron líneas adversas a los fines del manejo del agua pública; como si el interés fuera desprestigiar a la institución inflando los costos de todo, hasta de la nómina; que ahora ha tenido que ser recortada. Ahora se ven lejos los días de los privilegios para las élites de la CONAGUA, que han sido severamente cuestionadas por el gobierno actual.
Hoy es importante una relectura de los objetivos que valen el esfuerzo y la imaginación para hacer del indispensable líquido un factor de gobernanza. Porque los deterioros de fondo ya nos vienen pisando los talones.
Y los retos se plantean con fuerza.
Para empezar las realidades físicas territoriales de la disponibilidad de agua no coinciden con las realidades económicas y sociales del país. En las cuencas
centrales y del norte, donde el PIB se acerca al 80% solo se tiene un 32% de disponibilidad de agua; y en caso contrario, en el sur- sureste, hay casi un 70% de disponibilidad de agua mientras apenas se genera un poco más del 20% del PIB. A la vez, un 23 % del agua está contaminada; menos de la mitad de esas aguas superficiales, un 44 % es buena. Y un 33% es de nivel medio o aceptable.
Esas cifras y otras, todas de hecho, hacen pensar que el agua debe ser ponderada de manera prioritaria desde el centro de las decisones. Por eso no es descabellado tener idea de una "gobierno del agua" como concepto rector. Como un eje que revele objetivos sobresalientes: los de carácter técnico que existen, pero que requieren tal vez ser menos exhaustivos, mas puntuales y moldeados; tanto por el factor de la preservación ambiental del agua, como por una vigorosa orientación social que no se ha tenido en el pasado, con programas que configuren su uso y el saneamiento hasta en los hábitos cotidianos de los diversos estratos sociales. Eso, sin desconsiderar el factor económico, en el cual, el agua es un insumo de negocios.
Los cuatro subsistemas: técnico, ambiental, social y económico me parecería deberían estar interrelacionados en cada programa, y/o proyecto. Lo tradicional ha sido en el pasado, la descoordinación entre las áreas específicas, como si se trataran de feudos inaccesibles incluso para los mandos superiores. Mucho del celo técnico tiene que ver con la potencialidad de sacar raja de los diversos intereses que forman en la burocracia.
Los horizontes de las aguas en los ámbitos mundial y nacional resultan bajo condiciones complicadas.
El panorama exige replanteamientos y decisiones definitivas en temas postergados que van desde la descentralización de la cuencas, hasta poner límite a las formas de los cacicazgos apoltronados que desean que las cosas sigan igual, indefinidas y por los mismo, bajo erráticos caminos que llevan al descuido y desperdicio de la riqueza hídrica.
En ese sentido, me parece que hay que ver las cosas de manera positiva y que esta oportunidad de renovar el modelo de administración pública general, en lo que concierne a la gestión del agua, puede lograr mucho. De hecho el nuevo régimen de gobierno, podría hacer sentir su determinación por reordenar sus estrategias y hacer del agua, el hilo conductor concreto, de un cambio que se espera involucre a todos para bien.
Columna del 8 de mayo del 2019
Los pecados del PRI. Cambiar todo para que todo siga siendo igual
Jorge Miguel Ramírez Pérez
El PRI como toda maquinaria electoral pragmática, sin definiciones ideológicas claras, hoy se suma, en voz de los aspirantes a la presidencia de esa organización, a una "izquierda progresista" o a un "centro izquierda" -lo que se quiera entender por ello-. Tratan de cambiar su tradición de "no ser ni de aquí ni de allá, sino todo lo contrario", al dragonear un izquierdismo que como todo el izquierdismo latinoamericano, me imagino que se entiende como la admiración de la pobreza cubana y el endiosamiento de líderes.
El argumento real de ese supuesto cambio ideológico es aparentar que hubo arrepentimiento de algo, que no es precisamente el tema de la corrupción total, la causa esencial por lo que se les sigue rechazando; sino una clara pretensión de actuar como paleros del gobierno actual, para ver si algún cándido cae en el garlito de que son aliados útiles de los que mandan.
El PRI de siempre así como los demás partidos de México, propensos a confusiones ideológicas, se complementan por sus carencias de visón y proyecto políticos. Es ese su confinamiento en los espacios de las desconfianzas políticas internacionales. Nadie que tenga poder y definición en la política mundial los toma en serio o siquiera presta atención.
El PRI y sus consecuencias, lo que si han formado, son espectros contradictorios que tienen trabada la economía y la movilidad social con experimentos de "prueba-error", a ver si pega, propios de la prehistoria. Se pretende que no se tiene memoria de nada.
Lo que queda como producto de ese sistema son: funcionarios improvisados; empresarios que no emprenden, que no arriesgan; obreros cuyo ideal es no trabajar; estudiantes que no estudian; hombres del campo que quieren todo subsidiado; profesionales burocratizados y científicos sin aportaciones.
Por eso decir que los que contienden hoy por la presidencia del PRI, el Doctor Narro o el gobernador de Campeche Alejandro "Alito" Moreno, son progresistas o izquierdistas es no decir absolutamente nada.
En primera porque la izquierda es una moda y como toda moda, pasajera; que se contradice, porque es paradójicamente: una moda vieja, que ha servido en el mundo, durante más de dos siglos, como argumentación recurrente para decir con eufemismos, que no se tiene proyecto; y que se está en contra de todo, como razón del existir político.
Porque la izquierda se auto inscribe como si estuviera fuera de la organización de la sociedad del poder, pero sorprendentemente para la lógica elemental, es en ella donde actúa. Le llaman táctica a lo que es evidentemente una falacia.
En segundo lugar, a la izquierda se le concibe como un ariete de terror, porque se le endilga un carácter destructivo, pero que definitivamente no es una destrucción creativa porque no crea nada. Y la nada, como decían los presocráticos, conduce a lo mismo.
Porque hay que entender que cuando sí emergen sistemas nuevos, se destruyen los que les preceden. Pero el orden es importante.
Lo nuevo surge primero, de manera precaria; en principio lo tratan de ahogar las circunstancias externas, porque la élite que se beneficia de las extracciones de los viejos sistemas no quiere que se mueva el esquema de beneficios; pero la ampliación de un sistema real de oportunidades, se apunta hacia la destrucción de los monopolios, pero ese proceso no es propio de la izquierda, ni algo que pueda presumir.
Sencillamente el caso cubano o el venezolano, destruyeron todo vestigio de producción de riqueza, exportaron capital hacia el capitalismo y "crearon" pobreza al por mayor, sin ningún otro plan novedoso que reducir aún más la élite extractora de la sociedad.
Pero el PRI según sus manejadores, siempre ha sido izquierdizante en lo ideológico pero pragmático en la realidad. ¡Vaya esquizofrenia!
López Mateos en los años sesentas se alcanzó la puntada de autonombrarse un político "de izquierda, dentro de la Constitución". Cimbró su discurso a la economía y sembró incertidumbres . Hoy, ese tipo de declaraciones no tienen significado ni repercusión.
Trata de cambiar el PRI todo su pasado con banderas que lo acercan al papel de comparsas para que todo siga siendo igual, y los mismos, sigan apoderados de un instituto que lo que tiene en realidad son deudas.
Columna del 7 de mayo del 2019
Las marchas de inconformidad
Jorge Miguel Ramírez Pérez
Mucho más de los que se esperaban fueron los que marcharon en protesta contra Amlo. No solo en la Ciudad de México sino en otras ciudades del país, donde el común denominador fueron las inconformidades del estilo y fondo como se conduce el actual gobierno central.
A casi medio año de haberse inaugurado el régimen de la cuarta transformación, está surgiendo un tipo de oposición que no se vio en el periodo electoral del año pasado.
Porque aun cuando hubo presencia de algunos políticos del PRI y el PAN, no puede decirse que esos partidos hubieran tenido una participación destacada, que les evidenciara relevancia en la organización y en la convocatoria. De hecho me parece que si esas organizaciones hubieran sido las convocantes, no hubieran asistido ni la tercera parte de los que desfilaron.
El rechazo a las políticas anteriores no solo sigue vigente sino que se ha acrecentado.
Y es que gran parte del discurso de López Obrador contra la corrupción, es lo que ha contribuido para entender, que no hay un camino partidista opositor que conduzca al horizonte que resuelva las inconformidades.
Entre los que se manifestaron hubo quienes no coinciden hace tiempo, con los planteamientos del Presidente; pero se sumaron aparte de estos, los que se dijeron desencantados de lo que se tiene ahora, porque esperaban algo mejor.
Muchos de los que votaron en julio a favor de Amlo seguramente imaginaban cambios a su gusto. Sus expectativas han de haber sido muy variadas, y cuando suceden estas circunstancias, a la vez lo que impera, son ideas distantes de una política de realidades.
Muchos ciudadanos no sopesaron en los momentos electorales, que puede haber un abismo de la lectura de lo que se quiere, en correlación con la política de lo que se puede; y ahora no pueden retroceder el tiempo.
Porque Amlo no engañó a nadie.
Si algunos pensaron que una vez de Presidente, López Obrador, iba a impulsar algo distinto de lo que prometía, se equivocaron; porque desde la campaña fueron advertidos de muchos planes y procedimientos, que por su naturaleza, generarían, como lo hacen todas las decisiones para fomentar los cambios en el entorno social: incertidumbres, que lógicamente de una u otra manera, en el mejor de los casos forman un paquete de destrucciones creativas, tal como las concebía Schumpeter.
El asunto de las protestas sin embargo hace resaltar en el tema de la corrupción, la ausencia de castigo,para quienes López Obrador denuncia. Y eso, es una irrefutable manera de hacer ver una incongruencia mayor.
Porque independientemente de que se razone que se pierde tiempo y dinero, incluso para hacer pagar a los prevaricadores. La razón del Estado, de su existencia misma, es el ejercicio del poder de parte del grupo gobernante.
Legalmente no es una opción acabar con la impunidad, es una obligación indisoluble del gobierno. El nuevo contexto de acciones, no puede tener credibilidad si no hay justicia intensiva.
De hecho cuando un gobierno saliente es exculpado de los daños causados a los ciudadano por el gobierno entrante; el mal pervive. La corrupción es alentada como imbatible y hace cómplice a los que debían combatirla.
Por eso las inconformidades no pueden ser minimizadas. Entre ellas las de la corrupción del pasado, aunque no lo midan así; porque lo que se exige no es la aplicación de un criterio reputado de astucia, sino la irrestricta aplicación de la ley en tiempo y forma. Ese es el tronco conceptual, que puede convertirse en un ariete que derrumbe los compromisos y acuerdos, que si se sostienen, van a afectar al gobierno antes de lo que se piensa.
Columna del 29 de abril del 2019
Rumores de cambios en Veracruz. ¡Urgen!
Jorge Miguel Ramírez Pérez
El periodismo con pretensiones de objetividad sin un rastro manifiesto de lo subjetivo que la lógica impone, cierra a veces la oportunidad de resolver los propósitos constructivos en el mundo de lo posible; porque al esperar la nota oficial, los formadores de opinión no contribuyen a ampliar otros planteamientos y propuestas.
Se informa hasta que es confirmada la decisión de la autoridad, no cuando se pueden hacer públicos los perfiles de lo que se quiere o se necesita, ponderando lo ideal, no esperando nada más lo que pasa por la cabeza de los que mandan.
Por eso, a falta de información oficial o suficiente de los perfiles de los puestos, y cuando los datos duros con fechas precisas y nombres específicos no fluyen; el rumor que deambula en los pasillos y en las redes, es el referente obligado que en la política sustituye el anticipo formal de lo que muchos ven inminente.
Y es el caso de Veracruz: un estado muy lastimado. Una entidad que en términos políticos y de seguridad tiene lesiones de las que ponen en riesgo su vida social; está urgida de estrategias racionales y bien estructuradas; mucho más allá del espaldarazo de fachada, que el Presidente dio al Gobernador.
Y es que no es la primera vez que este tipo de expresiones ratifican cierta confianza para el poder estatal, aunque siempre se interpretan como una forma que busca ganar tiempo; aunque en realidad ese valioso tiempo, se pierda; dado que no hay nada en el itinerario que haga una virtud de la espera...¿a qué?.
Como si lo que se persiguiera es un arreglo con las fuerzas del mal o un milagroso suceso que no se alcanza definir.
Sirve que al Gobernador lo avalen, si lo que hay es duda. Pero cuando la certeza es la inequívoca convicción de que las cosas no van a mejorar; el valedor sale al poco tiempo también mal librado, raspado.
Por eso la confidencia que se ha manejado como indiscutible de que los cambios en el gabinete veracruzano son por el rumbo de las definiciones que apuntan al dominio del oficio político, necesariamente es una versión halagadora para los que están interesados en recuperar Veracruz como entidad señera. Al menos se quiere que se detenga su caída imparable.
Se habla de Enrique Ampudia Melo y del médico Elías Moreno Brizuela como nombres de los que se insiste en los corrillos del poder local, pudieran ser sustitutos de figuras en el gabinete; del primero por su perfil persistente en el tema del
gobierno sin adjetivos; no se dudan capacidades; y del segundo, en una mezcla que une a la política con temas cruciales de la salud pública tampoco hay reticencias; muchos a Moreno Brizuela con un larga trayectoria en la izquierda lo ubicaban hasta en la titularidad de Salud de la República. El hecho es que el médico está vigente entre los que opinan.
El horno no está para bollos decían los antiguos, en otras palabras no está la estabilidad de Veracruz para invertir en aprendizajes en medio del deterioro. Tal vez muchos, sobrados de entusiasmos y queriendo inaugurar las –para ellos- últimas teorías del hilo negro, creían que Veracruz era un estado promedio, uno que con tres meses de regarla, sería suficiente para entender las claves de sus cerrojos; pero a casi medio año de intentar encontrar una sola puerta de las cien de primera línea que se esfuman; no pueden abrir ninguna.
En el sur por ejemplo, donde las clientelas eran las mas manejables para Morena, la secuencia de la violencia no se detiene. Esté presente el Gobernador, o el Presidente visite la zona; la pugna maldita no cesa. Como si los propagadores del dolor actuaran con una patente de corso previamente concesionada. Se creen imparables y que nadie los puede detener.
Por eso lo que se requiere es profesionalismo, ni un ápice de novatez.
Y si será Ampudia o Moreno Brizuela o ambos, los que refuercen la gobernabilidad en Veracruz; la noticia debe ser buena y seguramente va a levantar expectativas perdidas.
Al que conozco aunque hace años no tengo comunicación con él, es a Enrique, hombre dedicado como pocos, con talento y gusto por el servicio público. Un político profesional, prácticamente sin límites para agotar soluciones. No sería la primera vez que sacara alguna institución del atolladero; pero Veracruz el tema, y su destino, es lo de él.
La decisión está en el Gobernador García y lo que defina será su reinserción u ocaso. Por el bien de los veracruzanos hay que apostarle a los mejores no a lo que es menos malo. Eso finalmente es muy malo.