La comisión de la Cámara de diputados federal, encargada de revisar el caso oceanografía tiene en sus manos la oportunidad de tapar la cloaca de la corrupción política.
Hace 14 años los mexicanos tuvimos la esperanza de que lo hiciera la alternancia política, sin embargo eso terminó en un fiasco y, aunque se hicieron cosas muy positivas para el país, se permitió que se construyera una nueva clase política que operara bajo los mismos esquemas del sistema político revolucionario que dominó al país desde la década de los 20’s y que particularmente a partir de los 70’s perjudicó el desarrollo y crecimiento de la nación de tal manera que aún no alcanzamos niveles dignos de vida para todos los mexicanos como debería ser con la enorme riqueza que hemos obtenido de la extracción del crudo.
Y es precisamente en el tema vinculado a la energía y concretamente con los escándalos de corrupción en Pemex y su proveedora de servicios Oceanografía, donde los diputados tienen la oportunidad de brindar el mayor servicio que el país puede esperar, sin embargo es soñar con utopías que, quienes más se benefician de la corrupción sean precisamente quienes la combatan, y es que todos los políticos, con las normas que ellos mismos se imponen (con las trampas para saltárselas) no están interesados en cerrar la llave que los alimenta y los mantiene en el poder.
Solo la vigilancia ciudadana, a través de la exigencia de transparencia (ofrecida ayer por el diputado Luis Espinosa Cházaro en la comisión de oceanografía, pero necesaria en todos los ámbitos políticos) y el ejercicio democrático del voto puede lograr hacer cambiar las costumbres de nuestros representantes políticos, por ello Transparencia, Rendición de Cuentas y Elección (incluyendo la reelección) deben ser la demanda permanente y más importante para la ciudadanía, todas las demás son vanas o quimeras mientras estas no existan o no se ejerzan en plenitud. Solo los ciudadanos participativos y comprometidos con nuestro país seremos capaces de sellar la cloaca de la corrupción que domina en el ámbito político.
Homilia del Santo Padre en la canonización de Juan XXIII y Juan Pablo II
En el centro de este domingo, con el que se termina la octava de pascua, y que Juan Pablo II quiso dedicar a la Divina Misericordia, están las llagas gloriosas de Cristo resucitado. Él ya las enseñó la primera vez que se apareció a los apóstoles la misma tarde del primer día de la semana, el día de la resurrección. Pero Tomás aquella tarde, lo hemos escuchado, no estaba; y, cuando los demás le dijeron que habían visto al Señor, respondió que, mientras no viera y tocara aquellas llagas, no lo creería. Ocho días después, Jesús se apareció de nuevo en el cenáculo, en medio de los discípulos, y Tomás también estaba; se dirigió a él y lo invitó a tocar sus llagas. Y entonces, aquel hombre sincero, aquel hombre acostumbrado a comprobar personalmente las cosas, se arrodilló delante de Jesús y dijo: «Señor mío y Dios mío». Las llagas de Jesús son un escándalo para la fe, pero son también la comprobación de la fe. Por eso, en el cuerpo de Cristo resucitado las llagas no desaparecen, permanecen, porque aquellas llagas son el signo permanente del amor de Dios por nosotros, y son indispensables para creer en Dios. No para creer que Dios existe, sino para creer que Dios es amor, misericordia, fidelidad. San Pedro, citando a Isaías, escribe a los cristianos: «Sus heridas nos han curado». Juan XXIII y Juan Pablo II tuvieron el valor de mirar las heridas de Jesús, de tocar sus manos llagadas y su costado traspasado. No se avergonzaron de la carne de Cristo, no se escandalizaron de él, de su cruz; no se avergonzaron de la carne del hermano, porque en cada persona que sufría veían a Jesús. Fueron dos hombres valerosos, llenos de la parresia del Espíritu Santo, y dieron testimonio ante la Iglesia y el mundo de la bondad de Dios, de su misericordia. Fueron sacerdotes, obispos y papas del siglo XX. Conocieron sus tragedias, pero no se abrumaron. En ellos, Dios fue más fuerte; fue más fuerte la fe en Jesucristo Redentor del hombre y Señor de la historia; en ellos fue más fuerte la misericordia de Dios que se manifiesta en estas cinco llagas; más fuerte la cercanía materna de María.
En estos dos hombres contemplativos de las llagas de Cristo y testigos de su misericordia había «una esperanza viva», junto a un «gozo inefable y radiante». La esperanza y el gozo que Cristo resucitado da a sus discípulos, y de los que nada ni nadie les podrá privar. La esperanza y el gozo pascual, purificados en el crisol de la humillación, del vaciamiento, de la cercanía a los pecadores hasta el extremo, hasta la náusea a causa de la amargura de aquel cáliz. Ésta es la esperanza y el gozo que los dos papas santos recibieron como un don del Señor resucitado, y que a su vez dieron abundantemente al Pueblo de Dios, recibiendo de él un reconocimiento eterno. Esta esperanza y esta alegría se respiraba en la primera comunidad de los creyentes, en Jerusalén, como se nos narra en los Hechos de los Apóstoles, que hemos escuchado en la segunda lectura. Es una comunidad en la que se vive la esencia del Evangelio, esto es, el amor, la misericordia, con simplicidad y fraternidad. Y ésta es la imagen de la Iglesia que el Concilio Vaticano II tuvo ante sí. Juan XXIII y Juan Pablo II colaboraron con el Espíritu Santo para restaurar y actualizar la Iglesia según su fisionomía originaria, la fisionomía que le dieron los santos a lo largo de los siglos. No olvidemos que son precisamente los santos quienes llevan adelante y hacen crecer la Iglesia. En la convocatoria del Concilio, san Juan XXIII demostró una delicada docilidad al Espíritu Santo, se dejó conducir y fue para la Iglesia un pastor, un guía-guiado, guidada por el Espíritu Santo. Éste fue su gran servicio a la Iglesia y por eso me gusta pensar en él como el Papa de la docilidad al Espíritu.
En este servicio al Pueblo de Dios, Juan Pablo II fue el Papa de la familia. Él mismo, una vez, dijo que así le habría gustado ser recordado, como el Papa de la familia. Me gusta subrayarlo ahora que estamos viviendo un camino sinodal sobre la familia y con las familias, un camino que él, desde el Cielo, ciertamente acompaña y sostiene. Que estos dos nuevos santos pastores del Pueblo de Dios intercedan por la Iglesia, para que, durante estos dos años de camino sinodal, sea dócil al Espíritu Santo en el servicio pastoral a la familia. Que ambos nos enseñen a no escandalizarnos de las llagas de Cristo, a adentrarnos en el misterio de la misericordia divina que siempre espera, siempre perdona, porque siempre ama.
El papa insiste en la paz y la solidaridad.- Desde su mensaje de pascua y a lo largo de la semana, el Papa Francisco insistió en trabajar por la paz y la solidaridad en el mundo y las comunidades de cada uno. Hizo un llamado a no quedarse cruzados de brazos ante las injusticias y el sufrimiento del prójimo, el cual debe ser atendido por individuos concretos y no por anónimas instituciones.
Gran preocupación manifestó el papa por los enfermos en áfrica, así como las confrontaciones entre hermanos en todo el mundo, destacó de manera particular la situación que se vive en Venezuela y Ucrania para los que ofreció sus oraciones y su apoyo si es requerido para poder alcanzar los caminos del diálogo para la paz.
Cumbre sobre gobernanza en Internet.- Internet para todos, internet libre, marco civil para el internet, son algunos de los temas que han surgido en la reunión de Brasil que pretende definir el futuro de la red. La presidenta Rousseff sancionó la ley de Marco Civil que salió aprobada del poder legislativo apenas este 22 de abril, y también aprovechó para reclamar los actos de espionaje de EEUU a través del ciberespacio. Recientemente los norteamericanos aceptaron ceder poder de la red, al abrir la posibilidad para que otros países intervengan en la asignación de nombres y direcciones IP, pero temen (y hasta cierto punto con razón) que se “balcanice” el internet, perdiendo mucha de la eficiencia que actualmente tiene.
Medio Oriente, se agitan las aguas.- Al Fatah y Hamas alcanzaron un acuerdo este miércoles, lo que impulsó a Israel a terminar con las conversaciones de paz con la autoridad palestina; en Siria, el dictador Al Assad convocó a lecciones en medio de la guerra civil que se desarrolla en ese país, para el próximo 3 de junio al tiempo que un brote de SARS ha cobrado la vida de al menos 3 personas en Arabia Saudita. Las condiciones siempre volátiles de esta región del mundo se ven agravadas por los conflictos en zonas vecinas, como Ucrania donde se asoma el fantasma de la guerra civil o Afganistán y Pakistán, donde los atentados suicidas se suceden en una marcha de sangre que parece no tener fin.
Lejano Oriente, carrera armamentista.- Aprovechando los reflectores que la visita de Barak Obama atrajeron sobre el Japón, el primer ministro de esa nación, Shinzo Abe, aprovechó para soltar la bomba de una nueva política militar de esa nación, la cual desde 1945 tiene una ley que limita su actividad militar a la autodefensa, pero lo que están a punto de cambiar para establecer lo que denominan autodefensa colectiva, es decir, poder brindar ayuda a países amigos en caso de invasión. Esto escala aún más la situación armamentista en el lejano oriente, donde China recientemente presentó el portaaviones más grande del mundo y Corea del Norte no para de hacer pruebas de misiles en el mar de Japón.
Sentir el dolor con el otro, esa sería la definición más práctica de la palabra. La Academia de la Lengua lo define como “Compartir la desgracia ajena, sentirla, dolerse de ella.” y sin duda es algo que mucha falta hace hoy en día en nuestro mundo, particularmente en la clase política de todos los países, y es que las decisiones que fríamente se toman, cuestan el empleo a cientos de miles cuando no a millones de personas, o dejan sin educación a cientos de miles de jóvenes cuya única posibilidad de salir de su miseria es la de una educación de calidad, o elevan la dificultad de mantener los negocios en niveles rentables.
La capacidad de condolerse de los políticos pareciera que está en razón inversa al poder que acumulan y los ingresos que perciben; mientras más alto se encuentran en la jerarquía del poder, más lejanos están del pueblo al cual se deben. Cuando determinan un salario mínimo que debe percibir un trabajador lo hacen más en función de la marcha de la economía que pensando en la necesidad específica del padre de familia que tiene que alimentar a dos, tres o cuatro bocas; cuando elevan los impuestos lo hacen más pensando en conservar sus prebendas que en la cantidad de personas que el pequeño comerciante o industrial tendrá que despedir para mantener su negocio a flote; cuando asignan recursos a los partidos de los cuales provienen, piensan más en la próxima elección y los favores que conseguirán de los jerarcas que en el elector que tendrá que ir a depositar el voto con la esperanza de que las cosas mejoren algún día para él y su familia.
¿Cómo se podrán doler de la desgracia ajena si cuando visitan una comunidad envían por delante a sus testaferros para pintar las banquetas y las bardas, podar los jardines, colocar las luminarias, tapar los baches, repartir despensas e impedir la presencia de inconformes?, ¿cuándo conocerán la auténtica realidad de los marginados y los enfermos si nunca los visitan y cuando llegan a pasear en sus comunidades lo hacen de la mano del Señor Presidente o del Señor Gobernador, bajo una carpa y rodeados de ciudadanos amedrentados por un castigo o esperanzados con un premio?
Los políticos se condolerán de sus representados cuando tengan que sufrir sus desgracias, cuando tengan que padecer sus enfermedades, cuando encuentren el camino de regreso de ese terrible paraíso que se han construido para aislarse de la realidad para gozar de la poca riqueza que millones de seres humanos construyen cada día con el sudor de sus frentes, con el dolor de sus espaldas, con el riesgo de sus posesiones; solo cuando la sinceridad reine en sus corazones y se atrevan a quitarse los cristales rosas con los que han decidido ver al mundo, solo entonces existirá la remota posibilidad de que hagan algo en favor de su pueblo.