Columna del 13 de mayo del 2020
El tsunami financiero
Jorge Miguel Ramírez Pérez
Si entendemos que prácticamente no hay empresa que pueda permanecer tres meses fuera del mercado y sobrevivir, entonces medianamente podemos imaginarnos lo que está sucediendo en las entrañas de la economía de los países y obviamente en la economía mexicana, que ya está en condiciones técnicamente irrescatables.
Las diversas entidades que miden el producto interno bruto, empezaron asignando a México un decrecimiento de -3 en febrero y ahora a mediados de mayo, hablan de un -9.95 % de caída; y eso, por no decir, que se acercará a menos del -15%, algo históricamente inimaginable. Por eso la fácil era descalificar el indicador técnico que es el PIB, decir que es una falacia, aunque por supuesto no lo sea.
Los daños estructurales ya se sucedieron hace un par de semanas: los problemas de producción, de capitalización, de personal, de indemnizaciones, de adeudos y fiscales, todos, son un hoyo. Pero hay que decirlo, los que ya pasaron a la fila de los insalvables son los pequeños comerciantes y talleres, que se quedaron sin un peso, sin poder colocar sus productos y servicios, porque además como lo que pasa con los locatarios de los mercados, tienen prohibido vender, no así, los grandes almacenes que siguen comercializando sus productos y más, porque a ellos se les han incrementado sus ventas hasta en un 30% y más.
Y los gobiernos en general, y en particular el de México, todavía no tiene un plan ni siquiera a nivel enunciativo para discutir cómo van a atacar el problema de la pobreza generalizada.
Pero hasta ahí, era previsible que un gobierno que solamente ha hecho la labor de desmontaje de las líneas económicas le sucediera lo que sucede cada día.
El problema es mucho mayor. Porque lo que sigue son conclusiones desastrosas en el plano mundial. Porque una vez arriba de la ola del conflicto entre los Estados Unidos y China, lo que se revela son mas boquetes.
Así que se cimbra el mundo, porque en esta guerra de diversas especialidades de agresión, los chinos son los tenedores de la deuda del gobierno estadounidense, y ya lanzaron la especie de rematarla y hundir al dólar.
Obra en contra de los asiáticos que, una vez logrado su propósito, también se caigan financieramente, porque una macro operación de esas se revierte y afectaría al 70% de sus empresas. Es decir, el colapso.
Eso alegra a los socialdemócratas porque tienen tema discursivo y a los comunistas que no son capitalistas, es decir a los comunistas que no cuentan. Se quieren imaginar que el capitalismo se cae, cosa que es improbable, porque más bien los que se lamentarían son los que se van a confrontar con las hordas, que ya se aprestarían a una serie de escaladas de violencia, porque todo lo que los demagogos prometieron no pudieron cumplir.
Se les olvida a los socialistas el tema de las realidades que no desaparecen con la crisis del enfrentamiento de EUA contra China o con las secuelas del virus; habría que recordarles que Wallerstein fue contundente en sus análisis de la economía-mundo cuando señaló tres factores indisolubles: el primero, que hay un solo mercado mundial; segundo que el sistema político es y será interestatal, es decir no existe algo parecido a una estructura de gobierno mundial; y tres, que las ideas dicotómicas, las de confrontación capital vs. Trabajo, no operan como sustentan los marxianos sino en un triángulo de equilibrio, donde aparecen funciones tripartitas, en ese esquema lo que desconsidere a las clases medias, es improcedente.
Así que eso de que se termina la pandemia por decreto como señalan algunos, es una salida sin bases, es sobre todo un intento para cubrir como consigna nacional, lo que Trump pidió: "que se reanude la cadena de producción" porque la lucha sigue, y los vecinos no piensan rendirse ante China, por más golpes que les receten; y el presidente estadounidense sabe que una salida práctica es sostener el ritmo de producción aunque sea disminuido, porque en términos de percepción todos los pueblos del mundo culpan de las desventuras de la pandemia a los chinos, aunque no existan precisiones documentadas, digamos "objetivas" como se estila en el mundo de las formalidades falsas, es decir de lo políticamente correcto.
Y como no hay regreso al pasado, por las lógicas física e histórica, lo que se haga ahora tendrá repercusión y trascendencia como lo hizo la sociedad civil en 1985; porque los gobiernos no cuajan ninguna idea, porque no aceptan que la estabilidad de las quincenas seguras ya no volverá, y lo que mas se perfila, es una tormenta financiera que por ahora es inminente, algo así como la película "Melancolía" de Lars Von Trier.
Columna del 11 de mayo del 2020
La pertinencia de la Geopolítica
Jorge Miguel Ramírez Pérez
Vivimos desde hace algunas décadas una crisis en los sistemas de análisis político y desde las importantes aportaciones de David Easton, Karl Deutsch o de Norberto Bobbio y Giovanni Sartori no ha habido un avance sustancial en el espectro de las ciencias sociales enfocadas a la política de manera significativa; y no es que los escritores sobre el tema falten, sino que las contribuciones a la mano no han tenido el impacto en el panorama intelectual que alcanzaran los mencionados autores.
El tema de suyo no es sencillo porque la ciencia política al finalizar el siglo XX tuvo dos enfoques a mi parecer, por una parte, la implicación de la teoría general de los sistemas, construyendo lo que señalaba Deutsch inspirado en Norbert Wiener el padre de la cibernética, una teoría y principios o temas relevantes que conformarían un estadio filosófico. Éste a su vez implicaría que las discusiones del método y los asuntos de interés del sistema a su vez construyeran paralelamente un estadio empírico, para probar la operatividad, y las revisiones sobre los temas exhaustivos, aunque no todos, los que originalmente se agruparon en la categoría de interés del sistema.
Eso revelaría que un estadio filosófico al paso de sus investigaciones y operaciones de los asuntos de interés se saturaría en cuanto que sus tácticas, se incapacitarían para digerir cargas mayores de las que se diseñaron como razón práctica del sistema.
Eso aparentemente contradice el supuesto que el sistema tenga la capacidad de procesar nuevas y variadas demandas como establece Easton, pero desde la perspectiva de Deutsch, lo que habría de plantear es un nuevo estadio filosófico aprovechando la experiencia acumulada y valorando los aciertos del sistema que podrían recuperarse, porque no necesariamente se obtienen resultados óptimos como suponen los investigadores que desdeñan la heurística del sistema. Es decir, el replanteamiento de un estadio filosófico es todo un reto científico en la dinámica del análisis de los sistemas políticos.
Pero el otro enfoque que mucho nos remite a la clásica escuela de Turín donde la formalidad constriñe al estudio de la política a la del estado-nación, fundamentalmente destaca temáticas propias de un sistema semicerrado, en el que incluso en condiciones de una economía abierta sus estudiosos más contemporáneos como Michelangelo Bovero rechazan sin tregua, un gobierno supranacional de la Unión Europea por encima de los estados nacionales en todas sus consecuencias. Las últimas crisis financieras, migratorias, el Brexit y la incapacidad ante el Covid 19, parece les dio la razón.
En el inicio del siglo XXI se veía esta dicotomía como incompatible; porque se partía de un esquema globalizador a partir de 1991 que se indica como el año de la caída de los viejos sustentos del mundo bipolar, al grado de desaparecer en la escena política la agenda de carácter nacional, distintiva en los dos últimos siglos para reemplazarla con una visión que forzaba a integrar procesos económicos y políticos en encuadres regionales como prioridades en el interés de la política mundial.
Y lógicamente ya que señalamos la dimensión mundial, se entiende que la complicación para estudiar los fenómenos políticos actuales, no se han estado derivando exclusivamente por una preferencia académica; sino porque gran parte de la explicación responde al reposicionamiento de la realpolitik.
Es decir, la lógica confluye en la línea pragmática de las políticas del poder, pero a la vez eso implica una visión renovada, la de replantear ese estadio filosófico sobre el que Deutsch, construyó su enfoque con los sistemas de comunicación política correlacionados a la cibernética; solo que privilegiando su carácter operativo en tanto que el sistema mundial, es el que puede proveer los elementos para desarrollar una línea estratégica que deje algo de claridad en el mundo convulso.
Y por eso la geopolítica retorna cíclicamente por su pertinencia en explicar las transiciones en las que las ciencias sociales de enfoque múltiple solo muestran su pobreza; y en ubicar las ventajas del análisis de los sistemas de poder; como en el análisis de los sistemas mundiales. En el primer supuesto los enfoques mackinderianos que persisten como referentes de la hipótesis del poder de las potencias; y en el segundo caso, fundamentarse en las tres condicionantes de Wallerstein, de la economía-mundo; la unidad del mercado, la diversidad del sistema interestatal, donde caben las tesis de Turín, y finalmente en la producción de las ideas que sustentan los sistemas mundiales.
Y por eso creo que para el 2020, me atrevería a afirmar, que no hay otra forma de explicar la turbulencia con mayor capacidad asertiva que recurriendo a la geopolítica por su pertinencia, como una aproximación en principio, para explicar la escena mundial que causa pánico, y sus derivaciones locales que no le van a la zaga en la vida cotidiana.
Bueno ni López sabe la jugada pero a el le toca hacer y decir lo que le digan que haga o diga, por ahora. A lo mejor con esta jugada Biden pierde puntos, no se sabe hay que esperar unos meses, para que se desaten las decisiones.
Columna de 4 de mayo del 2020
Las autoridades forman parte de una era que ya no existe
Jorge Miguel Ramírez Pérez
Mecanismos parecidos a las pestes de la edad media son los que se están implantando en esta crisis del Covid 19.
En ese entonces por supuesto que el escenario no era idéntico: los médicos practicaban sangrías para que los males fluyeran junto con la sangre a borbotones, y la gente huía sin saber a donde ir, ni donde pasar la noche, tampoco sabían muy bien que iban a comer. El terror azotaba a los poblados, y los cínicos no cambiaban su farra con una botella de vino corriente, según ellos desafiando a la parca.
Poco, muy poco se ha avanzado desde entonces.
Para comenzar no tienen quienes dicen mandar, una remota idea de lo que pasa, este es otro escenario que jamás se imaginaron. Hay estúpidos optimistas que dicen que ya se terminó la peste, que ya la domaron y hay también pesimistas estúpidos, que dicen que no hay nada que hacer, porque los muertos solo serán unos pocos millones; ni a quien irle.
Los médicos saben muy poco. Hacen un esfuerzo agotador sin protección, abandonados por mandos partidistas no médicos. Allí les tocó. No tienen información suficiente, solo atinan a dar recomendaciones de higiene. Hasta ahora lo que se tiene, es un sistema de tortura: los tubos respiradores que son peor que las sangrías, y nadie puede decir a ciencia cierta si los tubos salvan vidas; no hay estadísticas, en tiempos del mundo estadístico. Nada para determinar si ese remedio infernal es la panacea o la fortaleza y salud previa de cada individuo, lo que parece ser la única regla digamos científica.
Se recomienda huir como antes, pero hacia adentro: la solución cavernaria; instrucción blanda que los jefes retrasaron criminalmente. Dijeron que era pasajero y como solo cuidan su imagen electoral pospusieron las prohibiciones. Se dijo que se adelantaban las vacaciones, días de asueto alcohólico-musical. En los pueblos más soberbios e ignorantes la muerte ha estado agarrando a placer a los vagos incontinentes que siguen festejando, no se que.
Y es que es asombroso que el mundo hedonista, maleducado absurdamente en solo ver lo positivo, en la filosofía ultra optimista, no se haya dado cuenta, que las catástrofes son recurrentes y en un siglo se dan varias, que matan millones.
Apenas tenemos setenta y cinco años desde que se terminó esa matanza que tiene por nombre la segunda guerra mundial. Y no estoy hablando de Angola, Vietnam, el medio Oriente, los Balcanes, Corea y un montón de etcéteras
Hace cerca de 50 años la humanidad supo como murieron de hambre 35 millones de chinos del régimen comunista de Mao Zedong, el líder asqueroso que nunca se lavó los dientes en su vida y andaba besando niñas como usted ya sabe quien, pero en toda China.
Una peste de hace cien años que surgió en Kansas y los estadounidenses le llamaron la "gripe española" mató a 50 millones de personas y no quiero aburrirlo mi estimado lector con el Sida, el ébola o el SARS. Todos muy recientes.
Inundaciones, incendios y terremotos siempre agarran a los gobiernos comiendo camote, con la ventaja de que duran poco. Porque hay asuntos imprevistos, pero lógicamente muchas catástrofes no son imprevisibles, son pura y cruda negligencia.
Y esta epidemia en gran parte era previsible. En el 2005 George Bush, advirtió de las pandemias como si fuera una profecía. En este siglo en China, ya ha habido otras; y era lógico que el régimen tiránico cuyo orgullo sigue siendo Tiananmén, iba a operar drásticamente, virológicamente contra las presiones que le aplicaba Trump en los tres últimos años. Pero muchos dirigentes de países, no percibieron la realidad mundial. Es el resultado de una democracia donde los payasos y los omisos son los que mandan.
Y así llegamos a estas alturas de la crisis sin nadie medianamente responsable al frente, ni en los países serios donde no saben que hacer; ni con los inútiles organismos multilaterales: la ONU, la OMS, el Unión Europea, el BID, el FMI o el Banco Mundial, que son inmensas burocracias doradas que solamente sirven para discursos en cenas de gala, donde todos hablan de los que nada tienen, pero no mueven un dedo para detener a los tiranos resentidos de las izquierdas criminales, ni a los voraces negociantes de las élites pseudo gobernantes.
Un mundo donde los electos lo fueron para condiciones que ya no existen, para llevársela de muertito o ensayando caprichos y disfrutar de esas estabilidades con quincenas seguras, un mundo fácil con séquitos de aduladores que inventan requisitos para todo.
Y aquí en el ombligo del mundo, ni los alcaldes, ni los gobernadores, menos el presidente sabe que hacer. Y lo que se tenía ya se lo gastaron en nada que se vea, y ahora, los auditores internacionales de las deudas, encueran el fraude histórico que es Pemex, al rato a la CFE.
¿Y la gente?, que se las arreglen como puedan.
Se les movió el tapete a tantos jefes sin oficio, declaren lo que declaren, es irrelevante; y no saben para donde correr, si para Badiraguato o con el hijo de Murat. Al igual que el terremoto de 1985, el del 2017 y las inundaciones. Nunca se despiertan para lo importante, su agenda está con lo conveniente, marear a la raza para que siga creyendo que son dioses. Y eso, les impide ser humildes para reconocer que hay un Dios, que todo lo juzga.
Lo bueno es que ya ni siquiera pueden imaginar qué es lo que sigue. Porque aparte de improvisados, son de otro mundo, uno que ya no existe.