Juan Pablo Castañón (yoinfluyo.com)
Hoy es tiempo de demostrar la voluntad y la capacidad de los mexicanos para cumplir las leyes reformadas; de emprender un debate profundo sobre las instituciones de la República, cómo están funcionando y cómo pueden mejorarse, para representar mejor a los ciudadanos.
Estamos casi llegando al primer tercio del sexenio y aún no hemos tenido la capacidad de crear una instancia constitucional y autónoma, con facultades y patrimonio suficientes para ejecutar una estrategia efectiva de combate a la corrupción e impunidad. El combate a la corrupción y a la impunidad tiene que ser una nueva bandera del México del siglo XXI. Este es el gran tema pendiente en el país, y debe ser una prioridad estratégica de la sociedad, las empresas y el Estado mexicano. Reconocemos los esfuerzos gubernamentales y del legislativo para abatir la corrupción; sin embargo, la percepción ciudadana nos enfrenta al reto de reorientar y multiplicar los esfuerzos de política pública en los tres niveles de gobierno, el sector empresarial y la sociedad en su conjunto, para marcar un punto de inflexión en algunos indicadores de esa materia.
De acuerdo con el Índice de Percepción de la Corrupción 2013, desarrollado por Transparencia Internacional, México se ubica en la posición 106 de 177 países. En el Índice de Competitividad del Foro Económico Mundial 2014-2015, México retrocedió del lugar 55 al 61, entre144 naciones evaluadas, con un enérgico llamado de atención para mejorar el desempeño de las instituciones, ámbito en el que México ocupa el lugar 102. En la misma medición, se identifica a la corrupción como el principal obstáculo para el desarrollo de los negocios en nuestro país.
El sector patronal refrenda su compromiso nacional de cero tolerancia a la corrupción y la impunidad. No se trata sólo de que México mejore en esas mediciones internacionales: el verdadero objetivo debe ser el fortalecimiento de nuestro Estado de Derecho. La cultura de legalidad institucional.
Ya es hora de pasar de los escándalos a las sanciones; de la indignación nacional frente al abuso, al fraude y la impunidad, a una gran movilización para la renovación de la vida pública. El Congreso de la Unión ya realiza el análisis de las iniciativas del Ejecutivo en la materia: en el Senado, la propuesta de crear una Comisión Nacional Anticorrupción; en la Cámara de Diputados, la iniciativa para la creación y reglamentación de la Fiscalía Especial Anticorrupción, la cual dependería de la Fiscalía General de la República.
Ambas iniciativas las consideramos importantes para la República y cuentan con el respaldo de los empresarios. Hacemos un llamado a los legisladores, para que independientemente del arreglo institucional, se cree con carácter de urgencia nuestro organismo anticorrupción, dotándolo de todas las atribuciones y toda la fuerza necesarias. Para verdaderamente fomentar el combate a la impunidad, tiene que ser una institución transversal, con horizontalidad, para que tenga impacto en todas las áreas de gobierno, y verticalidad, es decir, con injerencia en los tres órdenes de gobierno, el municipal, el estatal y federal. Con la fuerza suficiente para dictar política pública que permita que todas las dependencias tengan un área que modernice los procesos, los transparente y al mismo tiempo rinda cuentas, con indicadores de gestión que permitan verificar que efectivamente se reducen las prácticas de corrupción, con base en mecanismos de control, evaluación y sanciones severas para los infractores.
El nuevo organismo debe contar también con mecanismos de denuncia ciudadana que puedan garantizar la participación social y perseguir o investigar cualquier denuncia ciudadana de malas prácticas, tanto en las acciones de gobierno como en la relación de éste con los contribuyentes, con las empresas y con los ciudadanos.
Como parte de la sociedad, la COPARMEX reitera su compromiso con el Estado de Derecho y el fortalecimiento institucional de todo el Estado mexicano, uniendo esfuerzos con otros organismos sociales para combatir la corrupción y la impunidad, males que de no eliminarse, seguirán frenando el desarrollo de México. Pensamos en eso, actuamos en eso y proponemos en eso, para un México mejor en este siglo XXI.
Oscar Fidencio Ibáñez (yoinfluyo.com)
En una ocasión, un grupo pequeño de “porros” entraron a golpear personas a una oficina; iban golpeando a quien se les pusiera enfrente. Los policías, en lugar de hacerles frente, se replegaron y protegieron en donde pudieron, cerrando puertas. Un trabajador estaba siendo golpeado en el suelo, cuando una secretaria se enfrentó al golpeador y le dijo: “¡Ya déjenlo!, ¿por qué le pegan?”, mientras se interpuso para proteger a quien estaba en el suelo. El golpeador se retiró profiriendo amenazas.
Cuando le pregunté después a la secretaria –madre de tres hijos– qué la había impulsado a hacer eso, me dijo que no sabía, que simplemente lo quiso proteger. Lo curioso es que a ella quizá también la hubieran golpeado; y sin embargo, su determinación, sin amenazas, sólo el gesto de proteger al caído, hizo que el agresor se detuviera. El contraste con los uniformados, que sólo acertaron a protegerse ellos mismos, fue increíble.
Me llama mucho la atención cuando los gobiernos pretenden proteger a los niños, y para hacerlo, lo primero que se les ocurre es quitarles la protección de los padres de familia. Entiendo que hay algunos malos padres de familia que no están dispuestos a proteger a sus hijos; sin embargo, es más probable que haya malas autoridades que mucho menos quieran o sepan proteger a niños desconocidos.
El asunto lo traigo a colación por la iniciativa de la Ley General para la Protección de Niñas, Niños y Adolescentes que el presidente Enrique Peña Nieto presentó al Senado para su aprobación en un plazo no mayor a 30 días. En la discusión de las distintas comisiones de legisladores, hicieron varias modificaciones, entre ellas, una en la que se borra del texto la protección de los padres y además se privilegia la protección del Estado.
Curiosamente, estas modificaciones asumen la misma postura que en su momento tenía la propuesta de Ley para los Jóvenes del DF, a la que me referí en otra reflexión y que por cierto fue vetada y regresada para ser modificada por parte del jefe de Gobierno de la Ciudad de México.
El otro aspecto que llama la atención en las modificaciones que se hacen a la iniciativa de ley, es la promoción de “derechos sexuales y reproductivos” para niñas, niños y adolescentes. Entiendo que existe y es necesaria la salud y la educación sexual y reproductiva en la formación de los menores, y que ésta debe ser de acuerdo a su desarrollo físico y psicológico, y además acompañada en la comunidad educativa entre padres de familia y maestros. Pero, de ahí a promover “derechos sexuales y reproductivos para los niños”, me parece un despropósito.
Me parece que las condiciones de desarrollo físicas y psicológicas de los menores, llamados con propiedad adolescentes, nos dan una idea clara de la necesidad de una atención y protección especiales, como incluso dice el título de la propuesta de ley; y precisamente por eso, es que el papel de los padres es el más importante en ese proceso.
Es muy importante que los padres de familia asumamos nuestra responsabilidad de educar y cuidar a los hijos de la mejor manera posible, apoyándonos subsidiariamente en la escuela o en instituciones estatales para algunos aspectos de educación y salud, que rebasen las capacidades de los padres y la familia. Pero de ninguna manera renunciar al deber principal de los papás con los hijos, y mucho menos permitir que una legislación arrebate el –éste sí– derecho de los niños a sus padres y de los padres a la educación y cuidado de los hijos.
Hago oración para que el Espíritu ilumine a los legisladores, y apelo a su razón para que su sensatez defina los cambios para corregir la ley que van a votar hoy; también les escribo para darles a conocer mi opinión, que por sentido común es mayoritaria, ya que hay muy pocos legisladores y autoridades, y en cambio somos muchísimos los padres de familia. Y finalmente les pido a los padres de familia que también hagan oír su opinión, y que no dejen de asumir su responsabilidad en el cuidado de los pequeños.
Juan Pablo Castañón (Fragmento del editorial publicado en http://www.yoinfluyo.com)
Los saludo con gusto en esta semana tan especial en que celebramos los 85 años de COPARMEX. 85 años manteniendo vigente la visión y el proyecto de país que nuestros fundadores forjaron y soñaron: un México próspero, democrático y justo.
La COPARMEX nació por iniciativa de Don Luis G. Sada, un industrial de Monterrey, un visionario que fundó una asociación patronal diferente de las que existían al amparo de las Leyes de Cámaras de Comercio y de Industria, que estaban en vigor en ese entonces, en 1929.
Los fundadores de nuestra Confederación tuvieron el acierto de unir a empresarios de todos los sectores, en un sindicato patronal de afiliación voluntaria, apartidista, independiente del Estado, formado por voluntarios que aportan sus recursos, tiempo, e ideas y trabajo para construir un país democrático, libre, y sustancialmente altamente participativo, de diálogo social.
Hoy es momento de honrarlos; de honrar a nuestros líderes de COPARMEX que en diferentes momentos de nuestra historia han demostrado su valentía, su amor y su compromiso con México, trascendiendo el ámbito empresarial, para contribuir a edificar el México moderno que somos hoy. Su legado es prueba de la capacidad transformadora de nuestros principios y valores en las empresas, las comunidades y el país en su conjunto.
Hoy, a 85 años de su fundación, la COPARMEX trabaja para mantenerse como la conciencia de los empresarios en México.
La COPARMEX no es sólo uno de los organismos más vertebrados del sector empresarial en todo el país; también es un símbolo de progreso, porque a lo largo de su existencia ha sido actor fundamental, junto con otras organizaciones sociales, en la consolidación de la democracia, promoviendo la participación ciudadana y el fortalecimiento de las instituciones; el diálogo social entre trabajadores y empresarios, la visión compartida de la Nación que podemos construir.
Fuimos impulsores de la autonomía del Banco de México; la creación de la Comisión Nacional de Derechos Humanos, el IFE, que ahora se ha transformado en el Instituto Nacional Electoral, y la Procuraduría de los Derechos del Contribuyente, entre otros organismos.
Las empresarias y empresarios de COPARMEX hemos mantenido un liderazgo destacado en las consultas sobre la plataforma de reformas estructurales aprobadas en los últimos dos años, las cuales han sido siempre, desde hace 14 años, demandas históricas de la sociedad.
Hoy, vivimos una etapa llena de expectativas optimistas sobre nuestro futuro con estos cambios estructurales en proceso; pero no debemos ser triunfalistas: aún viene la etapa más compleja, la del aterrizaje de las reformas, para que las personas, las familias, las distintas comunidades, vean los frutos de oportunidades de desarrollo social para todos los habitantes del país.
Para leer el artículo completo: http://www.yoinfluyo.com/columnas/342-juan-pablo-castanon-castanon/9525-los-85-anos-de-coparmex
Enrique Aranda (Excélsior)
Inmerso en la más grave crisis (de identidad e imagen) de su historia, o muy probablemente por ello, Acción Nacional invitó al italiano exparlamentario europeo Rocco Buttiglione, incuestionable promotor del humanismo político e incansable promotor de la democracia cristiana a nivel mundial, a dictar una conferencia magistral en el evento central, una reunión de anteriores y actuales consejeros nacionales, de los actos conmemorativos de su 75 aniversario fundacional.
A la luz de los resultados de su visita, tal selección no pudo ser mejor. Y no pudo serlo, en opinión de los más, porque su presencia y expresiones se dieron, coincidentemente, en momentos en que no pocos de sus liderazgos—Germán Martínez, Roberto Gil, Juan Molinar e, incluso, Gustavo Madero— promueven, cada quien a su modo y desde su tribuna, una suerte de “rediseño del perfil ideológico” (del partido) donde, para decirlo pronto, el humanismo (trascendente) característico del panismo ceda ante el empuje de una visión y una manera de hacer política mucho más liberal…
No por ello precisamente, pero sí de manera coincidente, es que entre el panismo de siempre, la cátedra de Buttiglione circula ya hoy de manera masiva. “Puso los puntos sobre las íes”, es la frase más común que acompaña la reproducción de la misma, particularmente las definiciones que el italiano ofreció sobre lo que es un (verdadero) partido humanista —“ve al hombre como un sujeto libre, creador de su propio destino; ve en el hombre a un sujeto comunitario, que nace en una comunidad (familiar) y tiene la vocación de crear comunidad…”— y su advertencia de que “una clase política corrupta y desprestigiada no tiene credibilidad para pedir (a la sociedad) los sacrificios necesarios para (avanzar en la construcción del bien común”.
O bien, cuando después de identificar a la corrupción, el estatismo, el desorden financiero mundial y el desafío de la desigualdad y la pobreza como los grandes retos para las democracias —“las occidentales… que están muriendo de escepticismo y corrupción”— urgió a construir partidos “no ideológicos, pero tampoco escépticos y sólo pragmáticos; partidos que tengan una visión superior de la política como servicio a la persona, a la nación y al bien común; partidos que sepan seleccionar una clase dirigente competente y honesta… que puedan pedir al pueblo sacrificio y esfuerzo, con la certeza de que los sacrificios no servirán para enriquecer a los políticos, sino para garantizar el futuro de los jóvenes y mejorar la vida de todos”.
Y todo, advierte el texto que ahora circula profusamente, el panismo de a pie, porque un partido humanista no puede ser ni oportunista ni intransigente; debe hacer lo necesario para conseguir el bien común posible en este tiempo y contexto histórico. Por eso necesita claridad doctrinal, gran honestidad intelectual y moral, unidad interna y, además de todo ello, la ayuda del espíritu….
Sólo falta recordar aquello de que no hay peor sordo que aquel que no desea escuchar…