Salvador I. Reding V.
Tiene razón Enrique Peña Nieto en que lo bueno también cuenta. No hay duda. Pero hay dos dificultades en su reconocimiento, ¿cuándo sucedieron esas buenas cosas? Y ¿quién hizo esas buenas cosas? ¿Fue su gobierno, fue la sociedad?
Es práctica política arrogarse todo lo bueno que sucede en un ámbito de gobierno, y de paso encontrar responsables externos para denunciarlos como culpables de todo lo malo que sucede. Por supuesto no siempre se lo cree la gente.
EPN tiene un gran problema, porque a pesar de su insistencia en que lo bueno también cuenta, la ciudadanía ni lo ve y menos lo reconoce como SU obra de gobierno.
Sí hay muchas cosas buenas en nuestro México, dentro de la maraña de problemas nacionales. Es cuestión de compararse con otras naciones, y lo digo para los amargados que todo lo ven mal. Pero esas cosas buenas tienen su particular historia, no son necesariamente recién nacidas en el curso del presente sexenio ni producto de su gobierno.
Los grandes cambios, tanto en políticas públicas, como en servicios a la población y en obras físicas llevan su tiempo, desde que son concebidas, aceptadas, negociadas, aprobadas oficialmente y puestas en marcha.
Como todo esto es un proceso histórico, muchas veces no se ve cuándo iniciaron y cuando se terminan. Es el caso de las redes carreteras o de redes de distribución eléctrica. Así que de "lo bueno" que se arroga esta administración 2012-2018, ¿qué tanto es realmente suyo, o qué tanto es herencia de pasadas administraciones, tanto priistas (hasta el 2000), como panistas de 2000 a 2012?
¿Qué cosas y que políticas de gobierno que se consideran oficialmente logros de este sexenio no son herencia del pasado y ahora puestos en práctica o en obra? No siempre es fácil saberlo, aun cuando se consideren "golpes de timón" en lenguaje político. Pero veamos un caso, el nuevo aeropuerto de la Ciudad de México, que aunque se construya este sexenio, es herencia del pasado, parte de un proceso de años, y que deberá continuar tras el 2018.
Así que las medallas que EPN se cuelga, y que la población se resiste a concederle, no son necesariamente suyas. Algunas lo son, sí, y otras no. Lo mismo vale para las fallas de gobierno, ni todas son suyas ni tampoco le son todas ajenas.
Para su desgracia, Enrique Peña Nieto y sus asesores y responsables de comunicación social y de imagen no han hecho la debida tarea, y lo peor es que él mismo tampoco. Por eso desesperadamente insiste e insiste en que veamos lo bueno, que también cuenta y reconocerle que él y su administración lo han logrado. Pero no le hacen caso.
Luis Pazos
El gobierno aumentó impuestos con la excusa de evitar un mayor desequilibrio en las finanzas públicas debido a un menor ingreso petrolero. El aumento de impuestos, que le restó poder adquisitivo a los hogares y redujo la inversión de las empresas, no se usó en 2013, 2014 y 2015 para sanear las finanzas públicas, sino para gastar más.
En los primeros tres años no sólo aumentaron los gastos presupuestados, sino gastaron 572 mil millones por arriba de lo aprobado por el Congreso. No hubo ahorros ni austeridad, sí derroche.
En Pemex aumentaron burocracia, deuda y gastos, hasta que se dieron cuenta, después de tres años de una administración irresponsable, que no tenían para cubrir sus obligaciones.
El gobernador del Banco de México en varias ocasiones le advirtió a las autoridades hacendarias que moderaran gastos, pero hicieron caso omiso. No fue sino hasta que las calificadoras internacionales bajaron las expectativas de México de "estables" a "negativas" y advirtieron de una probable baja de calificación, por elevar la deuda por arriba del crecimiento, que a mediados de 2016 el gobierno empezó a frenar su irresponsable gasto.
En el presupuesto para el 2017 incluyeron un recorte de 239,000 millones de pesos para alcanzar un superávit primario, ingresos contra gastos, sin contar pago de deudas ni inversión pública, del 0.4%, que reducirá, teóricamente, el déficit fiscal total del sector público a 2.9%.
El esfuerzo es en la dirección correcta pero insuficiente, como lo expresó la calificadora Standard & Poor´s al otro día de que Hacienda presentó el paquete de presupuesto al Congreso. Sí hay más tela de dónde cortar en el sector público: gastos superfluos, inútiles, fugas y corrupción. Falta la decisión política de hacerlo.
Si no queremos un mayor crecimiento de la deuda que resulte en una baja de calificación, que se traduciría en un aumento de tasas, menor inversión extranjera, más deslizamiento del peso y menos crecimiento, hay que recortar el gasto lo necesario y no hacer recortes a medias.
Texto completo del ángelus del 18 de septiembre de 2016
"Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días! Hoy Jesús nos invita a reflexionar sobre dos estilos de vida contrapuestos: uno el mundano y otro el del Evangelio. El espíritu del mundo no es el espíritu de Jesús. Y lo hace mediante la narración de la parábola del administrador infiel y corrupto, que es alabado por Jesús no obstante su deshonestidad. Es necesario precisar en seguida, que este administrador no es presentado como un modelo que debemos seguir, sino como un ejemplo de astucia.
Este hombre es acusado de una mala gestión de los negocios de su patrón y, antes de ser echado, busca astutamente obtener la benevolencia de los deudores, condonando a ellos una parte de sus deudas para asegurarse así un futuro.
Comentando este comportamiento, Jesús observa: "Los hijos de este mundo son más astutos en su trato con lo demás que los hijos de la luz".
A tal astucia mundana nosotros estamos llamados a responder con la astucia cristiana, que es un don del Espíritu Santo. Se trata de alejarse del espíritu y de los valores del mundo, que tanto le gustan al demonio, para vivir según el Evangelio.
¿Y la mundanidad cómo se manifiesta? La mundanidad se manifiesta con actitudes de corrupción, de engaño, de prepotencia y constituyen el camino más equivocado, el camino del pecado, porque uno lleva al otro, ¿verdad? Es como una cadena, si bien es verdad que generalmente ese es el camino más cómodo de recorrer.
En cambio, el espíritu del Evangelio requiere un estilo de vida serio –serio pero gozoso, lleno de alegría y comprometido, impostado en la honestidad, en la rectitud, en el respeto a los demás y a su dignidad, con el sentido del deber. ¡Y esta es la astucia cristiana!
El recorrido de la vida necesariamente implica elegir entre estos dos caminos: entre honestidad y deshonestidad, entre la fidelidad y la infidelidad, entre egoísmo y altruismo, entre el bien y el mal. No se puede oscilar entre uno y otro, porque se mueven sobre lógicas diversas y contrapuestas.
El profeta Elías decía al pueblo de Israel que caminaba sobre estas vías: "Ustedes cojean con los dos pies". Es una bella imagen. Es importante decidir qué dirección tomar y después, una vez decidida aquella justa, caminar con arrojo y determinación, encomendándose a la gracia del Señor y a la ayuda de su Espíritu.
Fuerte y categórico es la conclusión del pasaje evangélico: "Ningún servidor puede servir a dos señores, porque aborrecerá a uno y amará al otro, o bien se interesará por el primero y menospreciará al segundo".
Con esta enseñanza, Jesús hoy nos exhorta a hacer una elección clara entre Él y el espíritu del mundo, entre la lógica de la corrupción, de la prepotencia y de la avidez y aquella de la rectitud, de la mansedumbre y del compartir.
Alguno se comporta con la corrupción como con las drogas: piensa de poderlas usar y dejarlas cuando quiere. Se comienza con poco: un manojo de aquí y una coima de allá... Y entre esta y aquella lentamente se pierde la libertad.
También la corrupción produce dependencia, y genera pobreza, explotación, sufrimiento. ¡Y cuantas víctimas existen hoy en el mundo! Cuántas víctimas de esta difundida corrupción.
En cambio, cuando buscamos seguir la lógica evangélica de la integridad, de la transparencia en las intenciones y en los comportamientos, de la fraternidad, nosotros nos convertimos en artesanos de justicia y abrimos horizontes de esperanza para la humanidad. En la gratuidad y en la donación de nosotros mismos a nuestros hermanos, servimos al amo justo: Dios.
La Virgen María nos ayude a escoger en cada ocasión y a todo costo el camino justo, encontrando también el coraje de caminar contra corriente, para poder seguir a Jesús y a su Evangelio".
Bernardo Ardavín Migoni
Las pasadas elecciones podrían ser un parteaguas en la transición política de México
Las pasadas elecciones intermedias, tanto de manera inmediata como indirecta, parecieran constituir un parteaguas que está replanteando la vida política del país con enormes consecuencias. Como todos los momentos críticos la situación entraña riesgos enormes, pero también, sin duda, da origen a grandes oportunidades de mejoría que todos quisiéramos alcanzar, no solo a nivel específico de personas y situaciones determinadas sino, sobre todo, que se tradujeran en una consolidación y mejoría sustantiva de nuestras instituciones, de tal manera que los cambios fueran más profundos, estables y consistentes.
La ley, sin la capacidad de coacción, para los bandidos es totalmente ineficaz
Han habido numerosas iniciativas de ciudadanos que se han organizado para hacer cabildeo ante las autoridades, y para incidir en el marco legal con el objeto de obligar a que se cumpla la ley, y que los infractores de ella sean castigados. Como bien sabemos, la fuerza sin la ley es mera violencia que se presta para todo tipo de excesos, pero la ley sin la coacción es totalmente ineficaz, de tal manera que los delincuentes deben someterse a ella, obligados cuando, de manera persistente la violan generando el caos y, en última circunstancia, propiciando la anomia, en la cual lo único que prevalece es la violencia. La paz, siempre supone la justicia.
¿Qué debemos hacer?
Es importante señalar que una de las formas más perniciosas de la corrupción es la prostitución de la política, actividad humana del más alto rango, porque de ella dependen todas las demás en el ámbito social, económico, jurídico, educativo, cultural...
Hablamos de la política en el sentido amplio, dimensión en la que debiéramos estar involucrados todos los ciudadanos sin excepción, por consideraciones cívicas, y también éticas, para la consecución del bien común que es su objeto propio y tarea de la sociedad entera.
Por ello, resulta sumamente grave que la política abandone la búsqueda del bien común para concentrarse en la satisfacción de los intereses de personas y grupos, con el agravante de que muchos de ellos sean, por su propia naturaleza, ilícitos.
En estos tiempos críticos para nuestra querida Patria, nadie se debe excusar de su participación exigiendo la recuperación del Estado de Derecho.