En poco menos de un mes se llevarán a cabo elecciones en varias entidades federativas, esto es el proceso democrático de representación. No es muy agradable que todos los años haya elecciones, sin embargo, el proceso electoral es fundamental en los estados democráticos. La democracia representativa, que tiene su mayor expresión precisamente en estos procesos electorales, se valida, se reafirma y se fortalece a través de ellos, pero no nada más; también los procesos electorales son fundamentales para la democracia participativa. Es un momento clave en el cual los ciudadanos organizados se acercan a los candidatos, plantean sus inquietudes y proyectos, y escuchan a los que pretenden representarlos en los poderes ejecutivo y legislativo. En este proceso de intercambio de puntos de vista entre la sociedad y los candidatos, los debates cobran cada vez mayor relevancia. Es preocupante que los candidatos que se ven favorecidos en las encuestas rehúyan estos encuentros. Ciertamente que la teoría política dice que el puntero, si es miembro del partido gobernante, debe evitar los debates, pero esta teoría fue desarrollada en los años 80’s y 90’s del siglo pasado. Hoy la situación es diferente, los mecanismos de comunicación entre la sociedad y los candidatos se han alterado sustancialmente, particularmente las redes sociales son capaces de generar opinión en un sentido u otro, aunque todavía no de manera generalizada en la sociedad, pero disfrutan estos medios del linchamiento político, especialmente de aquellos que evitan la confrontación de ideas. Los debates no son solo la oportunidad de demostrar que se es mejor que el adversario en el manejo de la oratoria, son también espacios para medir el pulso de las campañas, estos espacios por sí mismos no pueden definir el resultado de una elección, pero se debe recordar que en 2006 le costó caro al candidato presidencial puntero, no presentarse al primer debate.
Etimológicamente los conceptos son contrapuestos, ya que aristocracia se refiere al gobierno de los mejores y democracia al gobierno del pueblo; desgraciadamente lo que hoy se vende como una democracia parece más una demagogia oligárquica, es decir, la perversión de la democracia ejercida por un círculo exclusivo de individuos poderosos. Pero, ¿cómo corregir el rumbo? Desde el siglo pasado los movimientos exitosos de reforma política en diversas naciones, han estado basados en la participación ciudadana, han utilizado las herramientas de la resistencia civil y han tenido un diálogo intenso con el poder político o han contado con el apoyo internacional. Así ocurrió en la India para que alcanzara su independencia con Gandhi, así ocurrió en Sudáfrica para acabar con el Apartheid en un movimiento encabezado por Nelson Mandela, así ocurrió en Polonia con el movimiento Solidaridad encabezado por Lech Walesa y así sucedio en general en todos los países del mundo. En México se tuvo una primavera democrática a finales de los 80’s, con la lucha que encabezó Manuel Clouthier y que desembocó en la alternancia llegado el año 2000; pero desgraciadamente los avances no fueron suficientes, en parte porque el “voto útil” se le dio a unos inútiles, y en gran medida también porque ha faltado que la sociedad que asuma los retos propios de estos tiempos de construcción. Muchos confundieron la alternancia como la meta, cuando en realidad era apenas una de muchas batallas que habría que librar. Hoy que México ve en riesgo su transformación democrática, es oportuno que resurja con fuerza la participación activa y responsable de la sociedad, a través de las organizaciones civiles y a través de los partidos políticos; es tiempo, de que la sociedad imponga la agenda política del país y exija la apertura de las instituciones, pero para ello será necesario que se forme a los mejores líderes, los más generosos, los más preparados.
La distancia que toman los políticos de la ciudadanía es tal, que cada vez es más difícil que ambas partes se entiendan, incluso a veces parece que hablan en lenguajes distintos, y así es en cierta forma.
Apenas el lunes, se hablaba en este espacio de la productividad y la Nueva Cultura Laboral. Profundizando un poco en el tema, se expone ahora un párrafo de J. Robert Ouimet, Presidente del Consejo de Administración y Director General del Holding del Grupo Ouimet – Cordeon Bleu – Tomasso.