Palabras del Papa Francisco en la Homilía en el lugar de los mártires de Namugongo
Desde la época Apostólica hasta nuestros días, ha surgido un gran número de testigos para proclamar a Jesús y manifestar el poder del Espíritu Santo. Hoy, recordamos con gratitud el sacrificio de los mártires ugandeses, cuyo testimonio de amor por Cristo y su Iglesia ha alcanzado precisamente «los extremos confines de la tierra». Recordamos también a los mártires anglicanos, su muerte por Cristo testimonia el ecumenismo de la sangre. Todos estos testigos han cultivado el don del Espíritu Santo en sus vidas y han dado libremente testimonio de su fe en Jesucristo, aun a costa de su vida, y muchos de ellos a muy temprana edad.
También nosotros hemos recibido el don del Espíritu, que nos hace hijos e hijas de Dios, y también para dar testimonio de Jesús y hacer que lo conozcan y amen en todas partes. Hemos recibido el Espíritu cuando renacimos por el bautismo, y cuando fuimos fortalecidos con sus dones en la Confirmación. Cada día estamos llamados a intensificar la presencia del Espíritu Santo en nuestra vida, a «reavivar» el don de su amor divino para convertirnos en fuente de sabiduría y fuerza para los demás.
El don del Espíritu Santo se da para ser compartido. Nos une mutuamente como fieles y miembros vivos del Cuerpo místico de Cristo. No recibimos el don del Espíritu sólo para nosotros, sino para edificarnos los unos a los otros en la fe, en la esperanza y en el amor. Pienso en los santos José Mkasa y Carlos Lwanga que, después de haber sido instruidos por otros en la fe, han querido transmitir el don que habían recibido. Lo hicieron en tiempos difíciles. No estaba amenazada solamente su vida, sino también la de los muchachos más jóvenes confiados a sus cuidados. Dado que ellos habían cultivado la propia fe y habían crecido en el amor de Cristo, no tuvieron miedo de llevar a Cristo a los demás, aun a precio de la propia vida. Su fe se convirtió en testimonio; venerados como mártires, su ejemplo sigue inspirando hoy a tantas personas en el mundo. Ellos siguen proclamando a Jesucristo y el poder de la cruz.
Si, a semejanza de los mártires, reavivamos cotidianamente el don del Espíritu Santo que habita en nuestros corazones, entonces llegaremos a ser de verdad los discípulos misioneros que Cristo quiere que seamos. Sin duda, lo seremos para nuestras familias y nuestros amigos, pero también para los que no conocemos, especialmente para quienes podrían ser poco benévolos e incluso hostiles con nosotros. Esta apertura hacia los demás comienza en la familia, en nuestras casas, donde se aprende a conocer la misericordia y el amor de Dios. Y se expresa también en el cuidado de los ancianos y de los pobres, de las viudas y de los huérfanos.
El testimonio de los mártires nuestra, a todos los que han conocido su historia, entonces y hoy, que los placeres mundanos y el poder terreno no dan alegría ni paz duradera. Es más, la fidelidad a Dios, la honradez y la integridad de la vida, así como la genuina preocupación por el bien de los otros, nos llevan a esa paz que el mundo no puede ofrecer. Esto no disminuye nuestra preocupación por las cosas de este mundo, como si mirásemos solamente a la vida futura. Al contrario, nos ofrece un objetivo para la vida en este mundo y nos ayuda a acercarnos a los necesitados, a cooperar con los otros por el bien común y a construir, sin excluir a nadie, una sociedad más justa, que promueva la dignidad humana, defienda la vida, don de Dios, y proteja las maravillas de la naturaleza, la creación, nuestra casa común.
Queridos hermanos y hermanas, esta es la herencia que han recibido de los mártires ugandeses: vidas marcadas por la fuerza del Espíritu Santo, vidas que también ahora siguen dando testimonio del poder transformador del Evangelio de Jesucristo. Esta herencia no la hacemos nuestra como un recuerdo circunstancial o conservándola en un museo como si fuese una joya preciosa. En cambio, la honramos verdaderamente, y a todos los santos, cuando llevamos su testimonio de Cristo a nuestras casas y a nuestros prójimos, a los lugares de trabajo y a la sociedad civil, tanto si nos quedamos en nuestras propias casas como si vamos hasta los más remotos confines del mundo.
Que los mártires ugandeses, junto con María, Madre de la Iglesia, intercedan por nosotros, y que el Espíritu Santo encienda en nosotros el fuego del amor divino.
Pedro de Legarreta Lores
El triunfo de Mauricio Macri en Argentina.- Finalmente con alrededor de 5 puntos, Mauricio Macri se impuso al oficialista Daniel Scioli en la primera vez que se vive una segunda vuelta en la democracia argentina. El candidato triunfador, del Partido Propuesta Republicana (PRO) es ingeniero civil egresado de la Universidad Católica Argentina, dirigió el club de fútbol Boca Juniors y fue jefe de gobierno de Buenos Aires de 2007 a 2015. Al declararse su triunfo llamó a la unidad de todos los argentinos, pero deja claras sus diferencias con la presidenta Cristina Fernández, especialmente en materia de economía y relaciones exteriores.
Este jueves Mauricio Macri presentó su gabinete, con seis ministerios para la economía, ha anunciado que acabará el control cambiario para el dólar y la retención para las importaciones agropecuarias. En lo internacional quiere terminar con el acuerdo con Irán y aseguró que en la próxima reunión del Mercosur pedirá que se aplique a Venezuela la cláusula democrática, cancelando de esta manera su membresía en dicha alianza.
Esta misma semana, el presidente electo fue recibido por la saliente Cristina Fernández en la Casa Rosada, lo felicitó por su triunfo y habló con él sobre la ceremonia de transmisión de poderes, pero se negó a hablar del proceso de transición de gobierno, por lo que al concluir la reunión Macri declaró que no había valido la pena.
Falta mucho por andar, el próximo 10 de diciembre asumirá el gobierno y entonces se podrá empezar a evaluar hacia dónde se dirige en realidad este triunfo de un partido no tradicional de la república austral.
Aumenta la tensión a Venezuela a una semana de las elecciones.- Luis Manuel Díaz, secretario General de Acción Democrática, fue asesinado este miércoles 25 de noviembre en pleno acto de campaña en el estado de Guárico. La oposición responsabiliza al gobernante PSUV y a Nicolás Maduro del homicidio. Por su parte Diosdado Cabello, tildó de "montajes" los ataques denunciados recientemente por la oposición durante sus actos proselitistas.
El próximo 6 de diciembre habrá elecciones en Venezuela, con la aprobación más baja para el gobierno desde que el chavismo se instaló en la nación caribeña. Un sondeo de la encuestadora privada Datanalisis, pronosticó que el 63,2 por ciento de los electores votará por la oposición en los comicios del 6 de diciembre, mientras que un 28,2 por ciento lo hará por el chavismo.
El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, dijo que en el escenario "hipotético negado" de que la oposición llegara a ganar las elecciones parlamentarias del próximo 6 de diciembre "no entregaría la revolución" y pasaría a gobernar con el "pueblo" y en "unión cívico militar". Lo que parece indicar que en caso de perder, el gobierno arrebatará los triunfos a la oposición, desconocería a la Asamblea Nacional e instalaría una especie de dictadura militar (asesorado por los cubanos, sin duda) Habrá que esperar un poco más de una semana para el desenlace de esta historia que no pinta nada halagüeña para el pueblo venezolano.
Bernardo Ardavín Migoni
Lo ahorrado por los asegurados en el IMSS, durante decenas de años, fue gastado de manera irresponsable por los gobiernos sin guardar las reservas necesarias para hacer frente a las obligaciones de pago del retiro y de las pensiones durante lustros. También debemos considerar que la proporción que se ahorra en función del salario es pequeña, comparada con la utilizada en los países que han adoptado mejores prácticas donde el ahorro, para ese fin, anda alrededor de 20%, contra nuestro 8% que está muy lejos de ser suficiente para poder gozar, después, de una pensión razonable.
Además, cualquier porcentaje de nuestro salario, que es de los más bajos del mundo y, desde luego, el peor de todos los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), resulta en pensiones insuficientes a partir de percepciones salariales exiguas.
La corrupción impide que la economía crezca en beneficio de la población
Algo importante es que el gobierno combata eficazmente la corrupción, porque frecuentemente dilapida, de manera infame, los escasos recursos que el pueblo de México le entrega con gran sacrificio para que pueda cumplir con sus funciones. También es necesario que gaste con sentido de responsabilidad, con acciones técnicamente viables, de tal manera que, tanto su gasto como sus inversiones tengan las características adecuadas para que sean productivas, porque no podemos exigir productividad a la economía en general, cuando el gobierno gasta de manera irresponsable. Por ejemplo, los dispendios en la CFE y Pemex, los gigantescos presupuestos para los partidos y los Tres Poderes de la Unión, son muestras de lo que no deberíamos hacer.
¿Qué debemos hacer?
No podemos dejar de considerar que las autoridades mexicanas, quizás un poco tarde, han iniciado el proceso de ahorrar en el gasto público, es decir, instrumentar una política fiscal apropiada para mantener la estabilidad macroeconómica, esfuerzo que es reconocido por tirios y troyanos, incluso en el ámbito internacional.
Necesitamos que esa actitud sea consistente y verdaderamente responsable, de tal manera que el fisco deje de recargarse en los causantes cautivos, tome medidas de profunda simplificación para lograr que todos contribuyan, en alguna proporción, con el pago de impuestos y que las grandes empresas -que en ocasiones, como pasa en Estados Unidos, pagan con tasas menores a las de los pequeños causantes-, sean alineadas mediante reglas claras para que contribuyan con lo que resulte equitativo.
México necesita caminar en sentido contrario a la ruta que ha tomado en los últimos cuarenta años. No es posible que se siga perdiendo el poder adquisitivo del salario, mismo que se ha deteriorado en alrededor de 80%, a partir de los años setentas hasta la fecha. Es un fenómeno profundamente injusto y vergonzoso para todos los mexicanos.
René Mondragón
Aunque este aprendiz de escribano es de los mexicanos que no creemos que “la corrupción está en nuestro ADN”, de pronto se puede pensar que, cuando menos, se destina un lugar especial en los records Guinness.
No es para menos. News Week publicó recientemente, varios datos sorprendentes, como el llamado “Índice de Estado de Derecho” documentado por el World Justice Project referenciado al 2014. El nuestro está entre los 20 países con servidores públicos más corruptos.
La organización Transparencia Internacional, en una investigación realizada el año pasado, señaló que México está en la posición 103 de 175 países; y el Banco Mundial destacó que en el país, el control de la corrupción disminuyó, al pasar de 50 puntos en 2003, al 39 en 2013.
Esta parte es alarmante porque tanto e Banco de México como el Banco Mundial, estiman que la corrupción equivale al 9% del PIB. No resulta extraño, porque según revelaron las fuentes citadas, cada familia emplea, en promedio, un 14% del dinero que ingresa en la casa, para realizar actos de corrupción como obtener documentos, incorporarse a programas, recibir atención urgente en un hospital o evitar infracciones, en lo que la cultura mexicana denomina como “mordidas”.
En el documento “México, anatomía de la corrupción” del Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO) se señala: “La corrupción es un obstáculo a la productividad, a la competitividad, a la inversión y al crecimiento”.
Evidentemente, la percepción sobre los elevados indicadores de corrupción en el país, desalientan la inversión, generan un clima de no-credibilidad sistemática en las autoridades, encarece la obra pública, distorsiona las licitaciones, anula el respeto a la legalidad y por si fuera poco, degrada velozmente el desarrollo económico nacional.
Hay una vinculación estrecha entre tranquilidad ciudadana, paz comunitaria y la corrupción. Cuántas veces escuchamos en los medios masivos que, después de atrapar a un sujeto, exhibirlo en los propios medios, y asegurar que el Ministerio Público lo acusa de delitos que pueden ser castigados hasta con 3,000 años de prisión, meses después, pasan cualquiera de dos cosas: el sujeto queda en libertad “por falta de pruebas” o lo encarcelan por tirar goma de mascar en la banqueta.
Alguna de mis hermosas lectoras y amables lectores ¿Se han percatado que en el lugar en donde vive, muchas tiendas y comercios colocaron rejas protectoras para evitar ser asaltados por bandidos con tarjeta de “asaltante frecuente”? ¿Cuántas noticias escuchamos, vemos o leemos, en donde policías, funcionarios de todos los niveles, y quienes deberían impartir justicia, están vinculados, asociados y cercanos al crimen organizado?
El resultado es obvio: Al ciudadano le cuesta cada vez más trabajo creerle a sus autoridades. Más aun, cuando los discursos quedan en mera oratoria de cantina y la ciudadanía los recibe con total desconfianza, porque además, los funcionarios, ciudadanos, empleados o mensajeros, siguen desempeñando sus labores.
Lamentablemente, en muchos casos conocidos y reconocidos, la autoridad pública apuesta al olvido y a que “el polvo de la historia entierre la memoria” del ciudadano.
Este escribano considera que, una buena parte de la solución a este tema, se encuentra en dos acciones fundamentales: la primera, en la formación y vivencia de valores superiores en las familias; y en seguida, en la acción de la sociedad organizada y los cuerpos intermedios. No hacerlo podría ser suicidio comunitario.