Pedro de Legarreta Lores
Juicio Político contra la presidenta brasileña Dilma Rousseff.- Tras el fallido ataque en contra de Eduardo Cunha mediante el cual pretendían expulsarlo de la presidencia de la Cámara Baja del Parlamento brasileño, este ha vuelto a la ofensiva, aceptando la solicitud del PMDB de juicio político en contra de Dilma Rousseff por violación a las leyes fiscales con el objeto de alcanzar la reelección.
Dilma rápidamente reaccionó: "Recibí con indignación la decisión del señor presidente de la cámara de diputados de procesar un juicio político contra un mandato que el pueblo brasileño me otorgó democráticamente", expresó Rousseff. "Son inconsistentes e improcedentes las razones que fundamentan esta solicitud. No practiqué ningún acto ilícito".
Escenarios postelectorales en Venezuela.- El domingo Venezuela va a elecciones, lo que ocurra después depende en buena medida de cuál sea el resultado. Básicamente hay tres posibilidades: que el bolivarismo gane, ya sea con mayoría absoluta o mayoría simple, lo que no generaría ningún cambio aunque sería señalado como fraude por la oposición, mientras menor sea el triunfo bolivarista, mayor será la estridencia. En caso de un triunfo opositor, seguirían señalando el fraude, lo que les permitiría debilitar más al gobierno en su presencia internacional, pero podría generar algunos cambios: desde una ley de amnistía contra los presos políticos, entre los que se encuentra Leopoldo López, un líder radical; hasta buscar anticipar las elecciones presidenciales, acortando el periodo de Nicolás Maduro que concluye en 2019.
En contraparte, el gobierno chavista, que no cambiará sea cual sea el resultado, porque ahora solo se elige a la asamblea, podrá reaccionar de manera virulenta contra la oposición, generando una asamblea paralela (como ha hecho en el estado de Miranda, que gobierna Henrique Capriles y al que le ha puesto un “Defensor del pueblo” a forma de gobernador paralelo) o bien la persecución y encarcelamiento o inhabilitación de algunos diputados para revertir el resultado. Como sea, la jornada dominical será reveladora.
El creciente problema yihadista.- A la salida de la Unión Soviética de Afganistán, y la posterior caída de este bloque, solo los geopolíticos más perspicaces fueron capaces de notar que lejos de tener una época de paz, nacía la era de la eficacia del terrorismo, misma que fue impulsada por el armamentismo promovido por Estados Unidos y Gran Bretaña que armó a esos enemigos de los rusos, y los medios de comunicación que empezaron a transmitir de manera inmediata, cuando no en vivo, de las acciones que buscaban infundir terror en esta región del mundo.
La creciente presencia del yihadismo en países como Turkmenistán, Kazajistán, Uzbekistán y todos estos territorios ex miembros de la Unión Soviética, tiene como contraparte el ofrecimiento de Vladimir Putin para recibir ayuda militar y combatir este cáncer incontrolable.
Bernardo Ardavín Migoni
Los que voluntariamente disminuyen sus capacidades mentales, ponen en riesgo a las personas y bienes que están en contacto con ellos. Es totalmente falso que puedan decidir “libremente” dañarse porque no producen lesiones en su entorno, en la sociedad. Las comunidades son impactadas, para bien, por aquellos que utilizan sus habilidades y su ciencia en el servicio de los demás, y son afectadas para mal, dañadas, cuando tienen una conducta viciosa, egoísta, sin que les importen las consecuencias de sus malas acciones en la vida de los demás. Por eso se ha instalado el alcoholímetro, no sabemos si ahora se tendrá que instalar un “mariguanómetro”.
Negar la existencia del bien y del mal, como categorías morales, lleva a la ignorancia de la realidad, de la verdad
El problema con nuestros ministros es que niegan las categorías del bien y el mal moral, y con ello se desentienden de la verdad. Lo “bueno” es lo que permite la ley y lo “malo” es lo que prohíbe. Y si no se ajusta a su caprichosa visión ideologizada, la solución en sus manos es muy fácil: interpretar o cambiar la ley a su antojo.
La dictadura de los togados
Hay un cierto consenso en la sociedad de rechazar las dictaduras, sobre todo sin son “de derecha”, como malas e inadmisibles para las naciones. Pero los pueblos no parecen tener la misma prevención hacia una dictadura tan dañina o más que las políticas, la del relativismo impuesto contra toda lógica y sentido común, en aras de una dizque modernidad progresista que lleva a los pueblos al desbarrancadero, por aquello de un ciego que guía a otros que nada más están tuertos: Es la dictadura de legisladores y, sobre todo, de jueces que lejos de cumplir con su deber de hacer contrapeso entre los diferentes poderes buscando la justicia, la paz y el bien común, uncidos a sus propios intereses provocan el extravío de los pueblos.
¿Qué debemos hacer?
Para enfrentar adecuadamente el grave problema del tráfico de enervantes así como sus muchos y perjudiciales efectos anejos, necesitamos promover, desde la sociedad, foros de profesionales y académicos de la salud que proporcionen información confiable acerca de los daños que puede causar el consumo de la mariguana, de manera especial en los casos de adolescentes y jóvenes.
Debemos propalar esa información y hacerla llegar hasta las instancias, de los tres Poderes de la Unión, que han anunciado la realización de una consulta seria, amplia y abierta para ilustrar a legisladores y jueces acerca de las consecuencias de permitir el consumo legal de la mariguana con fines terapéuticos y lúdicos.
Las decisiones al respecto pudieran comprometer la salud física y social de varias generaciones y, por ende, del país.
Oscar Fidencio Ibáñez
La metáfora de Suzzanne Collins, autora de la exitosa novela de “Los Juegos del Hambre”, muestra a la juventud viviendo entre violencia, sin saber distinguir lo que es real de lo que no lo es. Peeta, uno de los sobrevivientes de los juegos y enamorado de Katniss, es sometido a un “tratamiento” que trastorna su cerebro, mezclando elementos virtuales manipulados con imágenes reales para confundirlo y volverlo en contra de sus amigos. Así, tiene que preguntar a cada momento si lo que percibe es real o no.
¿Hasta dónde la manipulación de las imágenes en Internet o en los medios hace que en la actualidad se otorgue el mismo valor a experiencias virtuales que a las reales? ¿O que la confusión entre virtualidad y realidad desdibuje también la línea entre lo que es moral e inmoral, entre lo que implica responsabilidad y lo que es sólo juego sin consecuencias, entre la ausencia de compromiso solidario y la autosatisfacción egoísta?
Por otra parte, la adaptación en la última entrega cinematográfica de la saga es también una descarnada descripción de la realidad de guerra y política en nuestra época. Sartori definió hace algunos años la emergencia del homo videns en la política de los tiempos actuales, y hoy el neuromarketing (las campañas de aire con ideas fuerza y sin propuestas realistas) dan cabida a los candidatos-producto, a los populismos mediáticos, y a una manipulación de la democracia mediante los medios masivos de comunicación y las redes sociales.
Considerar la guerra como juegos para mantener aterrorizados y sojuzgados a pueblos pobres por parte de países desarrollados, o la de propiciar conflictos “en partes” como fruto de la geopolítica, al mismo tiempo que se utilizan como eficientes mecanismos de entretenimiento en un mundo ávido de escándalo y espectáculo, es también una metáfora que describe muchos procesos actuales.
Las sangrientas ejecuciones de los terroristas del Estado Islámico, al igual que las guerras televisadas (que se inauguraron con la del Golfo Pérsico) que hoy vemos transmitidas en vivo por todos los medios posibles, bombardeos, explosiones, ejecuciones y tiroteos, son material multimedia, muchas veces manipulados por intereses informáticos, que deciden transmitir escenas en Europa en momentos políticos específicos que alteran resultados electorales, pero no en África o Asia, donde la muerte y destrucción es masiva, y aparentemente las luchas de poder y la pérdida de vidas no llaman la atención de la misma manera.
A pesar de la desesperanza que parece dominar en el mundo, y que es descrita en la película, ilustrada por la manipulación política a través del entretenimiento y de la violencia, existe otra realidad que subsiste y que se opone a la desazón. La confianza en los demás, la solidaridad y el respeto a la dignidad de las personas, son las luces que iluminan la oscuridad. El caos no tiene la última palabra.
La fe, el amor a la vida y a la familia, son la última palabra, son el motor que nos reconstruye aun en los peores escenarios; este mensaje también se mantiene a lo largo de todas las películas de la exitosa trilogía (3 libros, 4 películas) y es una realidad que nos motiva para derrotar a la corrupción, a la violencia e incertidumbre que parecen dominar los mundos virtuales y reales de la posmodernidad.
Pedro de Legarreta Lores
Muchos políticos se llenan la boca con sus propósitos de servir a la patria, la sociedad o algún ideal en particular; desgraciadamente en más de una ocasión esto es solo palabrería y sus dichos no se transforman en verdadero servicio para alguien más que no sean ellos mismos, sus cercanos o su grupo o partido político.
El problema en nuestro mundo, y sí me refiero a todo el mundo no solo México, es que la clase política está interesada en primer lugar en satisfacer sus propias necesidades económicas, de fama o poder, mientras que deja a la comunidad a la que se debe en un segundo cuando no último plano.
La esencia del problema político es garantizar la paz, asegurar el bienestar general y organizar un gobierno sólido. Tiene plena validez en la actualidad lo que señalaba Santo Tomás de Aquino cuando se refería a lo que era necesario para organizar un régimen político: “La recta ordenación del gobierno en una ciudad o en una nación requiere dos condiciones; la primera, que todos tengan una determinada participación en el poder, porque así queda garantizada la paz del pueblo; la segunda se refiere a la forma de gobierno u organización del poder” y, siguiendo con el filósofo, argumentaba que “el pueblo que carece de participación en el poder no solo corre el riesgo de desinteresarse del bien común, sino que incluso puede rebelarse contra el régimen que él juzga, con razón o sin ella, injusto”.
Pues bien, nuestros políticos actuales, se han apropiado no solo de los puestos de poder, mismo que se niegan a compartir, como exige buena parte de la sociedad, a través de la democracia participativa (o la participación ciudadana, si prefieren). También se han apoderado de muy buena parte de los recursos disponibles en la sociedad. Ya sea a través de los ingresos, que al menos en México se han vuelto totalmente desproporcionados respecto a lo que gana el ciudadano promedio por su trabajo honesto; o bien, mediante la corrupción, la asignación injusta de obras o el robo descarado de la hacienda pública.
De esta manera, una noble labor que debiera inspirar a otros a participar en ella por su relevancia para la sociedad y como medio para servir a ésta, se ha convertido en un imán para flojos, abusivos, criminales y deshonestos que quieren obtener el mayor beneficio al menor esfuerzo, generando un círculo vicioso que cada vez nos cuesta más trabajo romper como sociedad y al que algunos auguran que solo mediante la violencia se puede vencer.
La política al servicio de uno mismo no tiene futuro, como se diría en el lenguaje políticamente correcto de hoy: no es sustentable. Afortunadamente existen, aún hoy, muchos servidores públicos, algunos de elección, muchos del servicio profesional en la burocracia, que todavía creen que están ahí para servir a la sociedad. Ellos, junto con los ciudadanos responsables y participativos, aún podemos rescatar a nuestro país, dándole viabilidad para que, desde el gobierno y fuera de él, se alcance la justicia, la verdad y el bien común que demanda la sociedad de hoy.