El día de ayer el senado uruguayo, con el voto a favor del oficialismo y la oposición del resto de los senadores, aprobó la ley que legaliza el mercado de la marihuana. Con ello se convierte en el primer país en legalizar el cultivo, procesamiento, comercialización y consumo del enervante.
El presidente Mujica, promotor de la ley y quien confiesa haber convivido con narcotraficantes durante su estancia en la prisión, dice que con esto se busca atacar el flagelo de la delincuencia violenta.
De esta manera, Uruguay empieza a ser en un laboratorio experimental donde se podrá ver el verdadero efecto de la liberalización total de uno de los estupefacientes, que aunque lo comparan con el alcohol o el cigarro, sin duda tiene efectos más dramáticos sobre la conciencia de las personas.
Dice José Mujica que será como tener en una mano la comida y en la otra el látigo, que no se acaba la represión en contra del narcotráfico, pero que se busca evitar que los jóvenes caigan por esos caminos en arrabales desconocidos por sus padres y las autoridades responsables del bienestar de la sociedad.
Habrá que poner atención: ¿disminuirá o aumentará el consumo?, ¿disminuirá o aumentará la delincuencia?, los narcotraficantes ¿se retirarán de sus vidas clandestinas?, ¿disminuirá el tráfico de drogas, la corrupción y la violencia? Y en los consumidores, ¿qué efecto tendrá la legalización? El gobierno ¿será más eficiente evitando las adicciones?, ¿combatirá mejor al crimen? Son muchas las preguntas de orden práctico que surgen a primera vista, pero en la sociedad, como efecto de esta relajación de las leyes ¿qué efectos se verán?
Los jóvenes que lleguen a la mayoría de edad no tendrán freno para probar sus efectos, los accidentes hoy producidos por el consumo de alcohol se verán incrementados e intensificados por la combinación con la marihuana, el rendimiento escolar ¿se mantendrá en su nivel actual?, ¿Qué pasará con las familias donde se trate de orientar a una vida sana a los jóvenes y estos exijan su derecho legal a adquirir y consumir enervantes?
No es un problema fácil, no tiene una solución fácil, el debate apenas empieza, pero parece estar guiado por el relativismo de la conducta moral, y eso no es buen presagio. Así Uruguay va a la vanguardia… ¿o a la destrucción?
Tres aspectos de las vidas de Mandela y Obama guardan ciertas similitudes: ambos son los primeros presidentes negros de sus respectivos países, ambos tuvieron una juventud turbulenta y ambos son ateos/liberales.
Pero ahí se acaban las similitudes. La esperanza que significaba Obama en 2008 ha resultado en un rotundo fracaso, pero no solo eso, desde el inicio de su segundo mandato ha resultado una catástrofe, antes que buscar la conciliación que buscó Mandela, más bien parece estar generando confrontación para imponer su visión parcial del mundo; el liderazgo natural que la Unión Americana ejerce en el mundo se ha visto mermada por su pésimo ejercicio de la presidencia y su afán imperialista, las filtraciones de Manning y Snowden han sido manejadas de manera totalmente inadecuada y con las revelaciones que la propia NSA ha realizado, se ha empeorado la situación, haciendo aún más difícil que Estados Unidos pueda tener negociaciones serias con los diferentes países. Su aliada Europa lo mira cada vez con mayor desconfianza e incluso ha llegado a dejarlo solo, como en el tema de Siria; Rusia le arrebata la iniciativa, China se atreve a desafiarlo por terceros como en el caso de Corea del Norte o directamente como está ocurriendo con las islas Diaoyu en disputa en el Pacífico.
En este marco, Obama se dirige a Sudáfrica para pronunciar un discurso durante el Memorial de estado que se dará al fallecido líder opositor que derrocó al Apartheid (con la ayuda de De Klerk, recordemos).
Pronunciará un discurso, en el mismo podio que hablará Raúl Castro, al que no puede ver, y Dilma Rousseff, la que no lo quiere ver por espiarlo. Pronunciará un discurso invitado por el presidente del Consejo nacional Africano, una organización que en su momento fue tan terrorista como hoy es Al-Qaeda y elogiará a un hombre que admiró, pero del que no puede llenar los zapatos.
Barak Obama parece estar enfrentando el ocaso de su poder al concluir apenas el primer año de su segundo mandato, si los demócratas no pierden la presidencia en 2016 no será gracias a Obama, sino a pesar de él y por los tontos esfuerzos de los Republicanos por ponerle la contra a un hombre que en realidad, no sabe para dónde va.
El día de ayer se llevó a cabo en la ciudad de Los Mochis, el Vida Fest ¡Que México Viva!, con este motivo conviene hacer una reflexión sobre los derechos humanos, término hoy tan exigido y demandado (aunque junto con este debería siempre recordarse que existen también las obligaciones humanas)
Hace 65 años que la ONU proclamó la Declaración Universal de los Derechos Humanos, base del derecho internacional en esta materia, su primer artículo dice: “Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros.” el segundo indica que no se puede hacer excepción a las personas que pueden tener estos derechos por ningún motivo y el tercero reza: “Todo individuo tiene derecho a la vida, a la libertad y a la seguridad de su persona.”
Como se puede ver, los dos primeros son el fundamento filosófico y el ámbito de aplicación de la ley, el tercero, empieza por señalar los derechos más fundamentales, los que vienen antes que ningún otro, y dentro de los tres que se mencionan en el primer artículo, el derecho a la vida es el primerísimo… esto debe ser así, ya que si no vivimos, no podemos ejercer ningún otro derecho en absoluto.
Lamentablemente hoy en día se pretende poner “derechos” por encima del derecho a la vida. Argumentos existen muchos, otras veces disfrazan la realidad cambiando el significado de las palabras e incluso algunos se atreven a decir que pisotear este derecho es una “necesidad” en algunos casos.
Esto se debe a una sociedad que está impulsando, desde hace muchos años, una necesidad de eficiencia a toda costa, donde los más débiles: los niños no nacidos, los enfermos terminales, los ancianos, los discapacitados graves, son considerados un lastre, un estorbo, un desperdicio.
El éxito de los derechos humanos, consiste precisamente en que se apliquen de manera universal sin hacer distinciones de ningún tipo, al seleccionar quienes deben nacer, o quienes deben morir, solo se está institucionalizan-do la atrocidad, el odio, el desenfreno.
Nuestra sociedad terminará en el peor de los fracasos si no entendemos y respetamos este derecho fundamental.
Hay seres humanos que marcan la historia de la humanidad y que reflejan toda la grandeza que puede haber en el hombre a pesar de sus múltiples defectos, así fue Nelson Mandela, un hombre que inspiró a más de una generación y que logró, junto con muchos otros, pero marchando al frente, derribar la ignominia del apartheid.
Nelson Rolihlahla Mandela nació el 18 de julio de 1918, en Mvezo, un pueblo sudafricano con apenas 300 habitantes. Luego de la escuela secundaria comenzó a estudiar en el Colegio Universitario de Fort Hare para obtener su título de Bachiller en Artes. Allí fue elegido como miembro del Consejo de Representantes Estudiantiles, siendo más tarde expulsado junto con un compañero, por participar en una huelga estudiantil. Se trasladó a Johannesburgo, donde en 1941 completó sus estudios de bachillerato a distancia en la Unisa. Estudió derecho en la Universidad de Wiswatersrand, donde se recibió en 1942.
Dos años más tarde ingresó al Congreso Nacional Africano (ANC, por sus siglas en inglés), un movimiento de lucha contra la opresión de los negros sudafricanos. Mandela al poco tiempo se convirtió en uno de los líderes de la Liga de la Juventud del Congreso, que llegó a constituir el grupo dominante del ANC.
Nelson Mandela fue un socialista convencido, como tal recibió instrucción guerrillera y atacó instalaciones de valor económico o de valor simbólico, pero excluyendo atentar contra vidas humanas.
Estuvo preso en penosas condiciones durante 27 años. Durante ese tiempo el gobierno de Sudáfrica rechazó todas las peticiones para que fuera puesto en libertad. Fue así como el mito creció, convirtiéndose Nelson Mandela en un símbolo de la lucha contra el Apartheid, dentro y fuera del país.
Finalmente, Frederik De Klerk, presidente de la República por el Partido Nacional, liberó a Nelson Mandela en 1990, convirtiéndolo en su principal interlocutor para negociar el proceso de democratización. Ambos compartieron el Premio Nobel de la Paz en 1993. Un año más tarde Mandela se convirtió en el primer presidente negro de Sudáfrica, manteniendo a De Klerk como vicepresidente. Desde ese cargo Nelson Mandela puso en marcha una política de reconciliación nacional. Descanse en paz, Nelson Mandela.