En 1910, Francisco I. Madero, ante la convicción de que Porfirio Díaz no dejaría la Presidencia, convocó al levantamiento armado el 20 de noviembre de ese mismo año, a este documento se le llamó El Plan de San Luis, y se fechó el 5 de octubre en San Luis potosí, aunque se sospecha que en realidad fue escrito unos días después en San Antonio, Texas. Ante el aviso, las fuerzas de Don Porfirio atacaron el 18 de noviembre y sorprendieron a Aquiles Serdán en la ciudad de Puebla, dándole muerte y aniquilando la revolución maderista antes de su comienzo.
Sin embargo , la mecha del descontento estaba encendida, y en un acto que llamó de “amor a México”, Porfirio Díaz termina por abandonar el país, Madero gana las elecciones y se constituye un nuevo sistema político. Desgraciadamente, por la falta de carácter de Madero no se acabó con los focos de revuelta ya iniciados por personajes como Zapata y Orozco… esta situación es aprovechada por Victoriano Huerta y poco después por Estados Unidos que invade Veracruz. Con el golpe de estado de Huerta, surgen las revoluciones encabezadas por Carranza, Obregón, Villa, Buelna, Galindo y otros.
Tras la promulgación constitucionalista liderada por los liberales, no se apaciguó el país, principalmente porque Carranza no había tomado en cuenta a Villa y a Zapata. De esta manera el conflicto, a pesar de haber disminuido, continuó; más adelante, con la política anticristiana de Obregón y Calles, se inició un nuevo levantamiento, el cual es conocido como Guerra Cristera, pero en el que participaron muchos de los generales revolucionarios en uno y otro bando, y más adelante aún, durante el gobierno de Lázaro Cárdenas, cunado se quiso imponer la educación socialista obligatoria, los mismos cristeros se volvieron a levantar contra el gobierno.
Solo con la llegada de Manuel Ávila Camacho se serenó el país e inició una época de relativa paz, controlada y mantenida por el presidencialismo férreo que constituyó el sistema político mexicano postrevolucionario. Así pues, cuando se habla de “La Revolución Mexicana” es conveniente preguntarse ¿cuál revolución? porque hubo muchas con los más diversos signos ideológicos. Lo único que la revolución no hizo, ni ha hecho, ni hará, será dar justicia al pueblo mexicano que sigue sufriendo la opresión como hace 100 años, porque la violencia, no es fuente de justicia.
Es difícil decidir que es más grave, si que un hijo asesine a su padre, un senador de los Estados Unidos, o que unos representantes traicionen a su pueblo, como ocurre en Venezuela. Aunque en lo personal considero que el parricidio es uno de los crímenes más viles que existen y que nos habla de la grave crisis de valores que vive la sociedad norteamericana, en esta ocasión preferí comentar el tema venezolano, quizá porque es más doloroso porque lo hemos vivido en carne propia y ahora les tocará a nuestros hermanos del caribe vivir una situación similar.
La Asamblea Nacional, órgano legislativo unicameral de Venezuela, decidió extender la denominada Ley Habilitante para el Presidente Nicolás Maduro. Esto significa que durante un año (período también aprobado por dicha Asamblea) el ejecutivo de aquel país podrá gobernar por decreto.
En México esta situación la vivimos desde 1920 a 1997, con los llamados gobiernos emanados de la revolución y que en realidad daban todo el poder a una sola persona, Enrique Krause llamó a este período “la presidencia imperial” porque efectivamente los titulares del ejecutivo eran monarcas absolutos durante sus seis años. Esta situación nos llevó a los enormes abusos que se evidenciaron aún más con Gustavo Díaz Ordaz, Luis Echeverría, José López Portillo, Miguel de la Madrid y Carlos Salinas.
Quizá en Venezuela prefieran más el estilo castrista, que no se diferencia del mexicano en nada, excepto en que la persona permanece ad aeternum, hasta que la muerte lo separe del cargo, pero el resultado es el mismo.
El problema de los gobiernos autocráticos no es su signo ideológico, sino su esencia misma: el gobernante es dueño de la vida y las propiedades del pueblo, él decide lo que está bien y lo que no, la única voluntad relevante es la suya. Esto, que ya de por sí es grave, lo veremos magnificado por la enorme estupidez de Nicolás Maduro: un hombre que cree en la reencarnación del comandante Chávez en un ave, que lo ve aparecido en las paredes del metro de Caracas y que incluso ve su mano invisible en el cónclave vaticano eligiendo a un Papa latinoamericano.
Un hombre que no sabe nada de economía ni de lógica elemental, pero que decidirá durante, al menos, el próximo año, como sacar de la gravísima crisis económica a su país, crisis que considera una conspiración del imperio.
En Estados Unidos es una larga tradición comercial el Viernes Negro (Black Friday), el viernes siguiente al día de Acción de Gracias, la fiesta norteamericana por excelencia. Con el Black Friday inicia la época navideña, las compras de regalos que no acaban hasta el mismo 25 de diciembre, ya que ellos, a diferencia de nosotros, no realizan una cena de Noche Buena en espera de la navidad, sino celebran la Navidad con una comida familiar o la entrega de los regalos.
El Black Friday es una verdadera conmoción comercial, tienen descuentos que van desde el 50 hasta el 80%, es una verdadera liquidación. Con esta venta sacan toda la mercancía que se quedó de la temporada otoño-invierno y los regalos que se dan en Thanksgiving, pero al mismo tiempo aceleran la economía y generan bienestar en el consumidor que se refleja en un mejor ánimo para gastar en sus compras navideñas.
Si no realizaran esta venta, lo más probable es que tuvieran una cuesta de diciembre, como nosotros tenemos la cuesta de enero, pero al adquirir bienes a tan bajo precio, el gasto se eleva, las empresas se deshacen de inventarios, se capitalizan, premian a sus trabajadores con bonos, los cuales tienen un extra para gastar y entonces diciembre es otro éxito comercial.
El Buen Fin (que se realiza en el fin de semana largo conmemorativo de la revolución) busca imitar este modelo, no es una mala idea, pero los comerciantes no lo saben aprovechar, todavía falta mucho para navidad, así que no son muchas las compras relacionadas con ese evento, más bien son compras de oportunidad que realiza la gente, y aunque se mueve el inventario, no es tan impactante como el Black Friday, ni genera la confianza en el consumidor que lo invite a seguir gastando durante el periodo navideño.
Aquí el problema no es del gobierno, que simplemente se ha dedicado a impulsar esta idea para mover la economía, sino de los fabricantes y los comerciantes que quieren sacar una gran utilidad de esta feria. Solo en la medida en que se vea como el cierre del ciclo anual, para liquidar inventarios, no para generar ganancias, el Buen Fin podrá llegar a ser tan exitoso como el Black Friday, de otra manera, será, una vez más, una mala copia de lo que hacen los vecinos.
El inexorable paso del tiempo nos ha traído ya a la mitad del mandato de Mario López Valdez, primer gobernador de Sinaloa que gana unas elecciones sin abanderar al Partido Revolucionario Institucional.
Es un buen momento para reflexionar seriamente, sin fanatismos partidistas ni expectativas desmedidas, sobre lo que ha sido y debería ser por lo que resta, este sexenio.
En los primeros días posteriores al triunfo electoral de Malova, y los primeros meses de su mandato, la ciudadanía puso muy alta la esperanza de cambio, una perspectiva poco realista, aunque alentada por la propia campaña del entonces candidato de la coalición “El cambio es ahora por Sinaloa”
La alternancia de partidos en el gobierno estatal resultó, como antes en lo federal también, una triste desilusión. El gobierno “ciudadano” de Mario López Valdez incluyó a los priistas que lo acompañaban, a los panistas y a los perredistas que le prestaron la franquicia e incluso en algunos puestos menores a miembros de los otros partidos que conformaron la coalición. El resultado hasta ahora, al menos como se ve desde la ciudadanía de a pie, es de total descoordinación, de confrontación incluso en algunos casos. Es célebre el llamado del subsecretario Marcial Liparoli en Ahome, para respaldar a los candidatos del PRI, incluso mucho antes del proceso electoral de este año. Como consecuencia, la coalición de 2013 “Unidos Ganas Tú” se dijo traicionada por el gobernador y Edgardo Burgos, dirigente estatal de Acción Nacional, se deslindó del gobierno en el que siguen participando no pocos panistas.
Adicionalmente, los resultados en materia de seguridad y mejora económica no han sido los deseados. Los desastres naturales han sido la constante en estos tres años y las promesas de campaña han sido cumplidas solo parcialmente.
Ante esto, los ciudadanos, que son quienes eligieron al gobernador, deberán realizar una seria reflexión para rescatar lo más posible del proceso de transición: no hay gobierno que pueda solo con la enorme tarea que hay por delante, lograr los cambios legales y estructurales que requiere Sinaloa para salir fortalecida de este proceso de transición, requiere de un cambio cultural profundo del ciudadano, requiere de la participación y el compromiso de todos, y ese es el reto para los próximos años.