"Promoviendo la Participación Ciudadana"
Martes, 7 de Enero de 2025
 
 

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InicioEN LA OPINION DE:

Los problemas de la administración Trump

america-firstEduardo Arroyo

Es sin duda de celebrar las medidas del gobierno de Donald J. Trump concernientes a la defensa de la vida y a la lucha contra lo políticamente correcto. Acertadas por igual son las medidas que intentan forzar a las grandes multinacionales a fabricar en los EEUU, en vez de forrarse en el extranjerto despidiendo a trabajadores estadounidenses para emplear a la mucho más rentable mano de obra esclava. Ante estas circunstancias, no es de extrañar que los burócratas del Partido Comunista Chino se deshagan en halagos defendiendo la "galaxia Davos" y critiquen el "proteccionismo" de la administración Trump. Cosas de este tipo son las que acaban acercando los comunistas a los liberales occidentales, que olvidan todos sus prejuicios contra las "dictaduras" cuando se trata de hacer negocios.

Pero lo que no está nada claro en la administración Trump, y que puede traer maś de un problema a la propia administración, al pueblo estadounidentse y al mundo es su política exterior. Más concretamente, a estas alturas no aparecen ni mucho menos claras las líneas que van a definirla. ¿En qué sentido se plantea el problema? Donald J. Trump ganó las elecciones apelando a una "política realista". Así, era necesario cesar en los compromisos militares asumidos por las administraciones anteriores. Los estadounidenses jamás entendieron –y siguen sin entender- qué hace su país garantizando la defensa de multitud de estados y sosteniendo guerras, directa o indirectamente, en varios continentes a la vez. Esto es el "America First" (entre otras cosas).

Pero este mensaje, básicamente pacifista y realista, coexistió en la campaña con otro mensaje contradictorio que elogiaba el "waterboarding", defendía los asentamientos israelíes ilegales y abogaba por rescindir el acuerdo de la administración Obama con Irán. Esta contradicción pasó desapercibida porque primó el primer mensaje sobre el segundo pero ahora mismo el problema se plantea claramente porque la administración Trump parece querer perseguir ambos mensajes a la vez. Esto puede abocarle a ser un presidente sin una gran estrategia y, por consecuencia, a generar enormes dosis de confusión entre amigos y enemigos, además de suscitar una creciente hostilidad contra los intereses americanos en el mundo.

De hecho, Trump afirma querer suavizar las sanciones a Rusia mientras Nikki Haley en la ONU dice al mundo que Crimea pertenece a Ucrania. Tampoco parece pronunciarse sobre la necesidad de acabar con la insensata guerra del Yemen, aparentemente a causa del interés por ayudar al aliado Saudí. Además, Trump se ha rodeado de "halcones" en las relaciones con China, Irán e Israel que influencian las decisiones y, en expresión feliz de Michael Brendan Dougherty, por lo menos "polucionan el ambiente informativo". La semana pasada el gobierno de los EEUU anunció su intención de endurecer las sanciones contra Irán y el consejero Michael Flynn, cuyo odio a Irán raya en lo fanático, atribuyó falsamente a la república islámica, un ataque armado a un barco saudí. Flynn, e indirectamente Trump, contribuyen a acrecentar una crisis con Irán totalmente artificial y de consecuencias terribles e imprevisibles, dado que Irán es, ahora mismo, por capacidad e influencia en la región, un país capaz de hacer saltar el mundo en pedazos. De paso, hay que recordar que Irán tiene importantísimos acuerdos militares y comerciales con... Rusia, con la que Trump ha manifestado en multiples ocasiones su deseo -muy acertado- de llevarse bien y colaborar en la lucha contra el ISIS.

Nada de esto es necesario. Trump no se ha adentrado todavía en una jungla de peligrosas decisiones de las que no pueda salir. De momento es necesario que alguien le haga ver que debe ser fiel a sus promesas electorales y a la confianza que en él ha depositado el pueblo de los Estados Unidos.

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El primero y el último

felipe joseÓscar Fidencio Ibáñez

El primer santo mexicano fue el joven mártir San Felipe de Jesús, su fiesta la celebramos el 5 de febrero; el último santo mexicano nombrado hasta ahora es San José Luis Sánchez del Río, también un joven mártir, y su testimonio se recuerda el 10 de febrero. Conozco a dos jovencitas que son primas y que ambas cumplen sus primeros 18 años el 5 y el 11 de febrero de este año (casi 10), como diría Robin: "¡Santos patronos Batman!"

El dato es fascinante en sí mismo, el primer y el último santo mexicanos en la historia fueron jóvenes y mártires, para un pueblo que en su mayoría es joven, se declara católico y vive en condiciones de "martirio diario", ya sea por la pobreza, la violencia, las adicciones o la falta de oportunidades, la vida y el testimonio heroico de este par de jóvenes mexicanos que estuvieron dispuestos a entregar su vida por sus ideales deben significar algo más que un par de fechas en el calendario.

San Felipe de Jesús nació en la Ciudad de México y vivió una parte de su vida en Puebla de los Ángeles. Después de una etapa de su primera juventud que no auguraba nada extraordinario, empezó a trabajar como comerciante para su papá, lo que lo llevó a establecerse en Manila, capital de Filipinas y puerto fundamental en las rutas comerciales trasatlánticas de aquella primera globalización.

Estando en Filipinas, Felipillo decidió abrazar el hábito franciscano y se hizo religioso. Cuando estuvo listo para el sacerdocio, se embarcó hacia México donde sería ordenado, pero el navío que lo llevaría de regreso naufragó en Japón. En esas fechas se realizaba una persecución cruenta contra los cristianos en ese país del Lejano Oriente, que se manifestó con la crucifixión de varios católicos, entre ellos, el del protomártir mexicano a sus 24 años de edad.

Digamos que hoy pudiera ser la historia de cualquier joven rico que trabajando en un negocio global de su padre se convierte y decide ir a un lugar de misión, y en un viaje cualquiera a uno de esos lugares donde se necesita la predicación, el consuelo y la ayuda a hermanos en necesidad, le toca estar en medio de uno de los múltiples conflictos que hay en el mundo, y que tienen como sello la persecución y la muerte de cristianos.

El jovencito José Luis Sánchez del Río fue capturado en un combate entre fuerzas federales y un grupo de cristeros durante la persecución religiosa del siglo pasado en México. Una vez detenido, el muchacho de 14 años fue puesto en la disyuntiva de denunciar a otros y de renegar de su fe. Para "convencerlo", fue torturado cortándole las plantas de los pies y haciéndolo caminar en esas condiciones hasta el lugar donde sería fusilado por mantenerse firme en sus convicciones.

En la actualidad podría ser uno de tantos adolescentes que viven el drama de una guerrilla o una guerra civil que además tiene un componente de persecución religiosa, donde alguna de las facciones justifica la tortura, el abuso, el asesinato y la violación de los derechos humanos, entre otros, el derecho a la vida y a la libertad religiosa en nombre de una "guerra santa", una realidad que miles de niños y adolescentes sufren hoy en la guerra mundial "por partes", según la define el Papa Francisco.

Un joven dispuesto a renunciar a las riquezas y comodidades de la vida para ir de misión a lugares lejanos, a las periferias; otro dispuesto a mantenerse fiel a sus convicciones en un entorno de conflicto armado y de violación de derechos humanos. Ambos dispuestos a dar testimonio con su vida y convertirse sin querer en modelo para otros jóvenes que viven realidades similares hoy, y a quienes pocas veces se les habla de estos mexicanos que han sido propuestos como ejemplo para todo el mundo.

Las dos jóvenes que esta semana se convierten en ciudadanas ante la ley, viven hoy una encrucijada en su vida como miles de jóvenes al llegar a esta edad. Que los ejemplos de heroísmo, servicio a los demás y santidad de estos santos mexicanos las motive a convertirse a su vez en ejemplo de vida para sus compañeros y amigos de generación, y que en todo momento resuene en su corazón la Palabra de Dios que afirma: "Nadie tiene mayor amor que el que da su vida por sus amigos" (Jn 15, 13).

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La Constitución, contra el poder de la Ciudadanía

constitucion ciudadaniaAntonio Maza Pereda

Fin de semana de Constituciones: viejas y nuevas. 160 años de la Constitución de 1857, 100 años de la del 1917 y promulgación de la Constitución del Estado Ciudad de México (CDMX). No cabe duda del amor de la clase política por las fechas históricas. O, tal vez, de un deseo de limitar el número de fiestas y de puentes. Vaya usted a saber.

La alegría y las auto-felicitaciones de la clase política no concuerdan con la indiferencia y hasta el pesimismo de la Ciudadanía que espera poco del nuevo mamotreto que encarna el modelo de país de las izquierdas en la CDMX y del parchado, ignorado y desobedecido monumento ruinoso que es la Constitución de 1917.

Y no es que haya habido altas expectativas. Las constituciones que se celebran no fueron el resultado de una petición de la sociedad. Fueron ideadas por grupos políticos en pugna, buscando un equilibrio de fuerzas en el caso del 1917 y un deseo de consolidar y "blindar" la ideología de quienes ven en la CDMX el bastión de la izquierda. El congreso constituyente, nombrado por las facciones militares en 1917 y el del 2016, electo parcialmente con el 15% del voto ciudadano, no son de ningún modo el reflejo de los anhelos de la Ciudadanía. Son legales. Pero la legitimidad no la dan las leyes, la da el consenso de la Ciudadanía. Y éste no ha sido obtenido por una clase política que ocupa los últimos lugares en todos los estudios de confianza ciudadana.

Como ciudadano, yo esperaría de la Constitución los derechos fundamentales de la persona humana, las obligaciones de la Ciudadanía y los límites al poder de los gobernantes. Unos límites que establecen el poder del ciudadano. Nuestra Constitución General de la República y la novísima Constitución de la CDMX hacen muy difícil o casi imposible que la Ciudadanía pueda limitar o revertir las decisiones políticas. Hay instrumentos en las constituciones, como el referéndum, el plebiscito y la iniciativa ciudadana. Pero las condiciones para ejercerlos han hecho casi imposible ejercerlos. Por poner un ejemplo: ¿Recuerda Usted cuando tuvimos el último referéndum o plebiscito? Yo, no.

Al final de la carrera por entregar el documento de la Constitución de la CDMX, con más de una treintena de artículos transitorios que reflejan que se privilegió una fecha de entrega sobre los acuerdos, hubo una petición formal de poner esta Constitución a consulta en un referéndum. La respuesta de las autoridades de la CDMX refleja el miedo de la clase política a la Ciudadanía y, no en menor medida, la ignorancia de su papel como servidores y mandatarios de la misma. Su argumento es: "como los constituyentes fueron electos parcialmente y los demás nombrados por el Congreso, el mandato ciudadano ya se expresó y no puede ser revocado".

Con un argumento así, no podemos revocar ningún ordenamiento de la clase política porque ellos ya fueron elegidos como representantes populares (al menos en teoría) y sus decisiones, según este argumento, son inamovibles. En otras palabras, la Ciudadanía tiene prohibido enmendar lo que consideren un error de sus representantes. Una vez electos los gobernantes, los ciudadanos ya no tienen opción más que obedecer y callar, como nos decían los virreyes.

Tal vez por este espíritu, profundamente pernicioso, nunca se ha ejercido la revocación del mandato que, supuestamente, es un derecho de la Ciudadanía. Ahora me explico el ordenamiento de la Constitución de la CDMX que prohíbe modificarla, a no ser que sea para beneficiar a la población. Sin aclarar quién definirá qué es beneficioso. Porque, al parecer, lo que los "progres" consideran beneficioso no lo es para una parte importante de la Ciudadanía.

La Ciudadanía, como todo ser humano, tiene el derecho a equivocarse y también el derecho a reparar sus errores. Y las constituciones federal y estatales deben dar los instrumentos para enmendar esos errores y facilitar su aplicación, antes de que los daños de un error sean excesivos o irreparables.

En este mismo tenor está la urgente necesidad de la segunda vuelta electoral. La Ciudadanía tiene el derecho de reconocer que su voto no tuvo el apoyo de sus conciudadanos y volver a emitirlo del modo que refleje lo mejor posible sus deseos para el gobierno del Estado. Algo que la clase política no está dispuesta a aceptar, con honrosas excepciones.

¿Hasta cuándo veremos a la clase política reconociendo que el poder le viene de la Ciudadanía y que no nos conceden derechos, sino que únicamente pueden reconocerlos y honrarlos? ¿Hasta cuándo dejarán de asignarnos el papel de niños en asuntos políticos? ¿Cuándo aceptarán que son empleados de la Ciudadanía?

Sus acciones, sus auto-felicitaciones y declaraciones en ésta celebración de las constituciones muestran que todavía falta bastante.

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Escenarios 2017-2018: un cambio paradigmático

escenarios 20172018Bernardo Aguilar Rodríguez

Un paradigma, según Thomas Kuhn, es la transformación de los modelos y parámetros explicativos de un fenómeno científico que tiende a revolucionar la manera en cómo se concibe. En ese sentido, lo que se atestigua el día de hoy a nivel nacional e internacional bien puede adoptar un significado similar.

En efecto, dados los últimos acontecimientos locales, regionales y mundiales, lo que se puede apreciar es el inicio de una dinámica totalmente distinta a la acostumbrada respecto de la interpretación de los hechos políticos y sus consecuencias a nivel económico o social.

El primer ejemplo de lo anterior –por ser el más cercano– se relaciona con la elección de Donald Trump como el 45º presidente de Estados Unidos. No deja de llamar la atención que este personaje surgido del ámbito empresarial haya llegado a trastocar el sistema electoral estadounidense, al grado de convertir uno de los comicios más seguidos del orbe (probablemente a la par de los de Francia, Alemania e Inglaterra) en un espectáculo televisivo como no se había presenciado en época recientes.

Y es que, más allá de las filias o fobias que individualmente se puedan generar por Trump, lo cierto es que llegó para modificar las reglas del establishment en todos sentidos: desde el modelo de comunicación política (el uso de Twitter como oficina de prensa) hasta la interacción con países que, dadas sus posiciones, tienen una relación estrecha y complicada con ese país.

El primero de los implicados en este proceso es, sin duda, México. Como es sabido, la respuesta gubernamental ante este nuevo escenario ha sido vapuleada por la opinión pública nacional. No obstante, parece que el ánimo del presidente Peña Nieto se encuentra separado del pensar de algunos que ven en Trump la nueva amenaza a la soberanía nacional.

Al respecto, vale la pena una breve reflexión. Si bien es cierto que este empresario-político ha sido un factor inesperado en la ecuación tradicional de los encuentros bilaterales de ambas naciones, también es un hecho que se ha analizado desde un foco "patriotero" todo aquello que lleve impreso la marca estadounidense.

Así como se han expresado mentes lúcidas sobre cómo hacer frente a esta coyuntura, hay corrientes de opinión política que aprovechan la circunstancia para posicionar un discurso demagógico que, dadas las condiciones económicas y sociales actuales en México, encuentran un campo fértil en el disgusto y la inconformidad hacia el gobierno federal. Esta peculiaridad tiene efectos inmediatos en las elecciones de 2017 y la presidencial de 2018.

Como se sabe, la figura de Andrés Manuel López Obrador crece y se fortalece en la misma medida que se desprestigia y arrincona a la administración de Peña Nieto –basta con recordar cómo los episodios de la llamada Casa Blanca, o la tragedia de Ayotzinapa han servido como combustible para acelerar el paso de este (pre) candidato presidencial. Lo anterior implica que desde las altas esferas política se prevea un competido escenario electoral, primero en el Estado de México, donde se renueva la gubernatura; y, enseguida, la presidencial del 2018.

Del primer caso, es de resaltar que en días recientes se definió la candidatura de Alfredo del Mazo Maza como abanderado del PRI –opción por demás obvia dados los antecedentes y el parentesco con el Presidente–, Delfina Gómez irá por el partido Morena y, posiblemente, Josefina Vázquez Mota irá por el PAN y Juan Zepeda por el PRD.

Este tablero anuncia una elección de la que, del algún modo, se pueden prever los escenarios para el 2018. Si, como se ha divulgado, hay un acuerdo entre PRI y PAN para que el primero retenga el Estado de México a cambio de que el PAN recupere la Presidencia de la República, es de esperar que la campaña estatal no represente mayores complicaciones para el tricolor. No obstante, no se puede descartar que la cúpula panista se incline por no respetar el acuerdo, tomando en consideración que su candidata aparece por encima del primo presidencial, lo cual podría traducirse en una jugada de doble banda en la que ganan ambos comicios, dejando al PRI en la posición más débil de su historia.

Como sea, estos escarceos son apenas la antesala para lo que le espera al país dentro de un año. Será, en efecto, uno de los procesos más complejos de la historia reciente ya que se juega la estabilidad política, económica y social de México, tanto a nivel interno, como en su proyección mundial. Y es que, dadas las condiciones, quien quiera que llegue a la primera magistratura, se encontrará con nuevas relaciones geopolíticas, en las que Rusia y China se posicionarán como los países con mayores influencias en el orbe, desplazando a Estados Unidos a un segundo plano, del cual será difícil que logre salir, máxime con las actitudes de su presidente.

En suma, es una época de reordenamientos trascendentales a los cuales es importante estar atentos para saber leer e interpretar las jugadas de los actores políticos más trascendentes, quienes, como se indicó al principio, han entendido que hay reglas diferentes, en las que, como la teoría darwinista, sólo saldrá avante aquel que sepa adaptarse a estas condiciones.

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