Ben Nimmo
El mundo parecía inclinarse hacia Rusia en 2016. Donald Trump fue electo; Gran Bretaña se retiró de Europa. La comunidad internacional vio ineficazmente cómo las fuerzas aéreas rusas y sirias bombardearon Aleppo, y como investigadores internacionales dijeron que Rusia había proporcionado el arma que derribó el vuelo 17 de Malaysia Airlines. El próximo año podría resultar aún mejor para el Kremlin. Habrá elecciones en Francia, Alemania y quizás Italia, con candidatos cada vez más pro-Rusia en los tres.
La unidad transatlántica sobre las sanciones está sometida a una presión cada vez mayor, al menos retóricamente. La campaña despiadada para romper Alepo y restaurar al presidente sirio Bashar al-Assad al poder parece estar teniendo éxito. La OPEP incluso ha acordado recortar la producción, impulsando el precio del petróleo del que depende la economía rusa. Pero el Kremlin no sería sabio si cantara victoria. Cuatro factores en particular hacen que la forma geopolítica de 2017 sea difícil de definir:
El primero es EEUU. Trump es impredecible; Con su victoria electoral, la política estadounidense es ahora aún más. Es cierto que los republicanos tienen tanto la Casa Blanca como el Congreso, pero, por decirlo suavemente, no todos los republicanos son partidarios del Trump. El escepticismo es especialmente marcado cuando se trata de Rusia - son testigos de los llamamientos para una investigación sobre la injerencia de Rusia en las elecciones. En resumen, Trump puede parecer un aliado flexible para el Kremlin, pero la política estadounidense es mucho más grande y complicada que Trump. El equilibrio de poder en Washington aún no se ha decidido, y las relaciones con Moscú pueden ser una de las principales fallas.
El siguiente factor es la red de alianzas y actividades militares que los Estados Unidos han construido en Europa, tanto a nivel bilateral como a través de la OTAN. Al igual que América es más grande que Trump, la OTAN es más grande que América. Desde la ilegal anexión rusa de Crimea, la alianza ha comenzado a moverse. Una serie de ejercicios están planificados en toda Europa; Los Estados miembros deben desplegar cuatro batallones a los Estados bálticos y a Polonia. El Kremlin ha calificado los movimientos de "agresivos". Al mismo tiempo, Estados Unidos está devolviendo tanques a Europa después de tres años de ausencia, y ha activado una base de defensa antimisiles en Rumania y empezó a construir uno en Polonia. Es probable que estos despliegues sigan siendo irritantes en la relación entre Estados Unidos y Rusia, independientemente de quién sea el presidente. Habiendo sido acordados, tienen un impulso propio. Esto no quiere decir que no pudieran revertirse, pero vendría a un costo político, diplomático y económico que es poco probable que se tome a la ligera.
Luego está Alemania. La canciller Angela Merkel es la crítica más dura de Putin en Europa, y ella se postula para un cuarto mandato el próximo año. Ya ha advertido del peligro de la injerencia de Rusia en las elecciones, al igual que el jefe del servicio de inteligencia exterior de Alemania. Mientras ella está bajo presión tanto de la izquierda como de la extrema derecha, especialmente sobre sus políticas migratorias, pocas figuras en la política alemana parecen capaces de plantear un desafío creíble. Se necesitaría un hombre audaz para apostar contra Merkel en esta etapa, y mientras permanezca en el Kanzleramt, los problemas seguirán siendo para Moscú.
Finalmente, aparece la sombra de la economía rusa. El país va a marcar el centenario de la revolución bolchevique en 2017, y no todos los presagios son buenos. La recuperación económica es, en el mejor de los casos, coja; Los precios de los alimentos básicos están aumentando; Los problemas de alcohol (y las muertes) siguen siendo abundantes. Incluso las tan arrogantes fuerzas armadas del país han tenido su parte de humillaciones, como mostró el portaaviones del Almirante Kuznetsov cuando recientemente perdió dos aviones en tres semanas. Los signos de recuperación potencial están ahí, en el aumento de los precios del petróleo y la esperanza de alivio de sanciones, pero subyacente es una falta crónica de inversión, diversificación y flexibilidad, lo que significa que los días de auge siguen siendo un sueño distante. Una de las pocas certidumbres cercanas en 2017 es que los rusos ordinarios seguirán sintiendo el pellizco. Y Putin ha estado a cargo de Rusia desde que comenzó este milenio: El dinero, o rublo, se detiene con él. Esto no es argumentar que su buena suerte fracasará en 2017, pero hay un número de lugares donde la mala suerte podría darle golpes significativos. Ahora, tal vez más que cualquier nuevo año en la historia reciente, el futuro está lleno de impredecibilidad. 2017 podría parecer 2016 en la suerte que duerme en Putin - o en las sorpresas que trae.
Óscar Fidencio Ibáñez
En algunos lugares se ha intentado evitar las celebraciones navideñas con el supuesto propósito de no herir susceptibilidades de otros credos religiosos; en realidad, se convierten en manifestaciones de intolerancia religiosa disfrazada de tolerancia apelando a la laicidad, como bien expresa el historiador e investigador Jean Meyer, quien ha sido reconocido con varios premios entre otros el Premio Nacional de Ciencias y Artes:
[La Navidad] "es una fiesta popular, (...) sus varios significados, todos superiores a las ideologías, instituciones, Iglesias y Estados: exaltación de la infancia, de la sencillez (para no decir pobreza), del inicio de la vida con tantas promesas.
Es común que en esta época haya quien nos prevenga de los excesos del consumismo; sin embargo, también hay quien nos previene a los cristianos de vaciar el verdadero significado de la fecha: "Es la forma inaudita como Dios irrumpe en nuestra historia y en la historia de cada hombre; se trata del Hijo eterno de Dios que se hace hombre, sin dejar de ser Dios, en el seno purísimo de una Virgen para destruir el pecado y la muerte y así liberar al hombre caído".
El mensaje de Dios llega primero a través de su testimonio, se despoja de su poder y gloria para presentarse de la manera más desprotegida y pobre, comprometiéndose al extremo de asumir nuestra naturaleza humana y ofrecerse en la cruz, el modelo de vida para todo cristiano, comprometerse con los demás hasta el extremo de dar la vida por ellos.
Para quienes somos padres, es muy fácil experimentar la felicidad de ver a nuestros hijos reunidos, convivir y amarse, comportarse como hermanos, compartiendo sueños esperanzas, tristezas y alegrías; y sin embargo, no nos resulta tan fácil darnos cuenta que nuestros padres también lo que más disfrutan es nuestra presencia, y el amor que podamos dispensar a ellos y a nuestros propios hermanos o amigos.
Y así sucesivamente con quienes nos son cercanos, con quienes convivimos por razones de trabajo o vecindad, los gestos de amabilidad y ternura que podamos llevar son mucho más importantes que cualquier regalo que estemos dispuestos a dar. Sin embargo, muchas veces optamos mejor en invertir tiempo y dinero en buscar un regalo, en lugar de tratar de entregar nuestro tiempo, gestos o actitudes a esas personas a las que queremos regalar.
Si no han tenido la oportunidad de ver el video preparado por entrevistas a 27 jóvenes españoles sobre la manera como nos estamos preparando para la noche del 24 de diciembre, los invito a buscarlo como "experimento navideño" en YouTube, es muy útil para ayudarnos a reflexionar y a tomar decisiones sobre los regalos que estamos pensando dar en esta navidad.
El Papa Francisco nos recuerda que Dios nos confía un mensaje de esperanza para los demás: "El mensaje de la Buena Noticia que nos es confiado es urgente, debemos también nosotros correr como el mensajero sobre los montes, porque el mundo no puede esperar, la humanidad tiene hambre y sed de justicia, de verdad, de paz".
La Navidad es un espacio de reflexión sobre los pobres y la esperanza, es un motivo de alegría por la celebración de la misericordia de Dios para la humanidad, y es un llamado a entregarnos con amor en el servicio a los demás. ¡Feliz Navidad!
Antonio Maza Pereda
Ya se ha hablado en muchos medios y de muchas maneras sobre los eventos con los que se pretende modificar el estado constitucional de la Ciudad de México.
A espaldas de la sociedad se eligió un grupo de autonombrados "notables" para redactar un proyecto de constitución, excluyendo a todos los que podrían haber opinado y que no son de izquierda e incluso a algunos izquierdistas.
Ahora que se empiezan a ver algunos temas en público, empieza a haber rechazos y se pretende festinar la aprobación mediante un plazo fatal: emitir la nueva constitución el 5 de febrero de 2017 para que coincida con el centenario de la Constitución del 1917. Aunque no se haya logrado un pleno acuerdo, aunque tenga puntos dudosos o sin que haya acuerdo. El plazo, al parecer, es lo que importa a estos "notables". Y para asegurar su aprobación con mínimas discrepancias, crearon un comité redactor absolutamente faccioso.
Ahora viene el Congreso Constituyente que sólo en parte emana de una elección y otra parte fue asignado a partidos políticos, al Gobierno Federal y al Gobierno de la Ciudad. Otra vez, dando el poder, al menos en parte, a grupos que operan a espaldas de la ciudadanía.
En esta semana, en unos días se discutirá la Carta de Derechos. Los autonombrados "notables" esperan enmendarle la plana a las declaraciones en este tema a las Naciones Unidas con derechos novedosos (como el derecho a la satisfacción sexual y a colapsar la Ciudad) y haciendo a un lado los derechos a la propiedad privada, al libre tránsito, al libre emprendimiento, por poner algunos ejemplos. Completamente ausentes están los deberes correlativos de la ciudadanía y las obligaciones del Gobierno de la Ciudad.
Y, por supuesto, tras este galimatías está la implantación forzosa de una ideología, con exclusión de toda otra posible opinión. O sea, se está vulnerando por la vía constitucional las opiniones que puedan tener otros grupos y personas. El derecho a la libre opinión y a la difusión de las ideas será coartado en nombre de lo "políticamente correcto".
Evidentemente, no es un tema que haya entusiasmado a la ciudadanía. Los propios habitantes de la CDMX ven al tema como un asunto de la clase política, la que ha demostrado en gran cantidad de ocasiones que ocupa el último lugar en los sondeos de confianza ciudadana. Y la ciudadanía del resto del país está aún más ajena al asunto.
Para el ciudadano normal, las nuevas leyes y constituciones le provocan una enorme desconfianza. Poco bueno podemos esperar de ellas y, dada la inmensa impunidad que padecemos, las sabemos perfectamente inútiles. Además de que, si la historia es alguna guía, sabemos que las constituciones en nuestro país son violadas sistemáticamente y reformadas abundantemente, de manera que ya hemos perdido la cuenta de cuantas veces se ha enmendado la Constitución de 1917.
Todo esto nos podría llevar a tratar el tema como uno de interés local o un tema intrascendente. En realidad, su importancia para el país es otra. El proyecto de Constitución es el modelo que seguiría una parte de la izquierda si llegan a gobernar el país, cosa que no es imposible.
Bueno, puede que me equivoque. Soy sólo un ciudadano que expresa sus opiniones antes de que estos políticos me quiten este y otros derechos. Y sospecho que así creemos muchos ciudadanos. Lo bueno es que no hay que creerme.
Hay una solución. Propongo a los "notables" que sometan la Constitución a un referendo. Veamos si la ciudadanía está encantada con esta Constitución o si la rechaza. No necesitamos de largas disquisiciones ni debates. Esto nos daría a todos la certeza de que la Constitución refleja el sentir de la ciudadanía. Aunque no acabemos a tiempo para el centenario de la Constitución de 1917.
José Antonio Ortega
A todos los actores de la comedia de la simulación tomó por sorpresa las claras y duras palabras del Secretario de la Defensa Nacional, por la simple razón de que el general Salvador Cienfuegos no participa de esa farsa.
Y los más sorprendidos son precisamente los enemigos del Ejército Mexicano: los merolicos energúmenos del aparato de propaganda de la izquierda, incluido su vicario en la presidencia de la CNDH, Luis Raúl González Pérez.
Ante la sorpresa, las reacciones se dividen. Unos, más desquiciados que de costumbre, hablan de golpe de Estado y de la militarización del país, con lo cual no hacen sino repetir el discurso psicótico de sus amigos del EPR, ERPI y demás grupos terroristas.
La reacción de González Pérez no fue ésa, sino la de pedir que los soldados no regresen a los cuarteles ¡Perfectamente comprensible! Porque sin el Ejército en las calles, ¿a quién podría linchar, fuera de la Policía Federal?, ¿si no es con falsas acusaciones contra los soldados (que se caen en los tribunales), cómo podría avanzar este sujeto en su ambición de convertirse en Fiscal General?
Todo el discurso sobre la pretendida maldad del Ejército y del supuesto propósito de militarizar al país cae hecho añicos cuando el general Cienfuegos dice: no queremos estar haciendo las labores que corresponden a la policía y al ministerio público, no lo pedimos, no son nuestras obligaciones ordinarias, y si las cumplimos es por nuestra absoluta lealtad a la Constitución y a las instituciones.
Pero al mismo tiempo el General Secretario Cienfuegos establece: debe haber plazos fatales para nuestro regreso a los cuarteles, pero en tanto se cumplen, y para seguir actuando con la mayor eficacia, el Ejército requiere de un marco jurídico, de la indispensable ley reglamentaria del artículo 89 de la Constitución, que determine sin la menor ambigüedad lo que se permite y lo que no a la institución castrense y conforme a la misma se juzgue su desempeño.
Si ante la posibilidad del regreso de las tropas a los cuarteles el General Cienfuegos se manifestó a favor, dispuesto a alzar no una mano sino las dos manos, los que siempre están atacando al Ejército y hablando contra el uso de las Fuerzas Armadas en labores de seguridad pública debieron haber alzado sus cuatro patas.
Pero no pueden hacerlo porque durante muchos años nunca exigieron que las policías regresaran a hacer su labor y porque para sus mezquinos intereses es mejor un Ejército en las calles al cual atacar.
Otros de los actores de la farsa tuvieron otras reacciones. Al parecer, hay consenso entre los senadores para convocar a un periodo extraordinario de sesiones para discutir y aprobar la iniciativa de ley de seguridad interior, reglamentaria del artículo 89 constitucional.
Es decir, nuestros buenos legisladores están sufriendo un súbito ataque de responsabilidad, que no tuvieron cuando debieron haber discutido y aprobado la citada iniciativa hace mucho tiempo.
Pero si los actores de la gran farsa de la seguridad y la justicia en México creen que con legislar se acabó el problema, no han escuchado el clamor no sólo de nuestras Fuerzas Armadas, sino de la abrumadora mayoría de la sociedad.
Con ley o sin ley la CNDH de González Pérez seguirá linchando a las Fuerzas Armadas y a la Policía Federal y seguirá sirviendo, objetivamente, a la delincuencia, como tan bien sabe hacerlo.
De nada servirá si la ley acota la actuación de las Fuerzas Armadas si sigue sin haber policías capaces e íntegras para enfrentar y vencer a la delincuencia y si los gobernadores siguen nadando de a muertito e incumpliendo con su primordial obligación de garantizar la seguridad pública.
Tampoco la aprobación de la ley de seguridad interior tendrá el menor efecto ante jueces y magistrados prevaricadores que liberan a secuestradores detenidos en flagrancia o aceptan abrir procesos contra militares por cumplir con su deber, cuando no había evidencia de delito en su contra.
Y es que el problema es más grande y más grave de lo que los legisladores, los gobernadores y el propio gobierno federal quieren reconocer. El drama de las Fuerzas Armadas es muy parecido al del mito de Sísifo: lleva una roca de peso y tamaño descomunal hasta la cima, pero tan pronto como ahí la coloca la roca rueda hasta el fondo y hay que reanudar el esfuerzo. No importa cuánto se esfuerce el Ejército contra la delincuencia, porque sus logros son anulados por la impunidad.
En efecto, el nuevo sistema de justicia penal que el gobierno federal presume a través de una pertinaz propaganda como un gran logro, es en realidad un estrepitoso fracaso ¡Hoy el país padece más impunidad que nunca!
Y de esta responsabilidad casi ningún gobierno estatal se salva y por supuesto tampoco el gobierno del presidente Enrique Peña.