Antonio Maza Pereda
La Exhortación Apostólica Amoris Laetitia atiende con valentía las situaciones irregulares, tremendamente dolorosas, que enfrentan muchas familias. Desgraciadamente, hay algunos a los que les parecen inaceptables las indicaciones que este documento nos está entregando.
Es un exceso decir de la Exhortación Apostólica Amoris Laetitia lo mismo que dijo San Pablo sobre la Cruz. Pero no demasiado. Parece que nuestro Francisco está siendo piedra de escándalo en algunos círculos. Sólo hace algunos días, en Estados Unidos, la Universidad Fordham dirigida por Jesuitas llevó a cabo un debate entre expertos católicos con el título: "¿Es católico el Papa?" Nada menos. No se debatió si está equivocado, si es oportuno, o si nos da una doctrina difícil de implementar. No, la duda es si es católico. Y hubo algunos participantes que sostenían esa posición. No todos, por fortuna.
Todo ello centrado en el capítulo más mediático, el capítulo octavo de esta Exhortación, en el cual trata de las situaciones "llamadas irregulares". Capítulo que trata de uniones informales, divorcios, y otras situaciones similares en la cual el documento, haciendo hincapié en que la doctrina no ha cambiado, da un énfasis importante a "Acompañar, discernir e integrar la fragilidad", como dice el título del capítulo. En su contenido destacan dos ideas clave: la misericordia en el trato de esas situaciones y la atención a las circunstancias atenuantes, como las dos bases para el discernimiento.
Su novedad está en el hecho de que, después de una amplia consulta y de dos sínodos, el Papa ha hecho su propia síntesis, aprovechando lo que dijeron esos sínodos, así como una gama muy amplia de aspectos tratados en otros documentos pontificios y también en algunas de las declaraciones de las conferencias episcopales. Se parece mucho la construcción de este documento a la parábola evangélica del padre de familia que va sacando de su cofre cosas nuevas y cosas viejas, para darle lo mejor a su familia.
Tiene razón Jorge Medina Delgadillo en su artículo "Lo que importa es nuestra actitud frente a Amoris Laetitia". Ciertamente, esta Exhortación hay que leerla despacito, reflexionando sobre cada parte, pero de ninguna manera se puede hacer una reflexión basada sólo en alguno de sus capítulos. El razonamiento, ciertamente complejo por la complejidad misma del tema, no puede hacerse con sólo algunas de sus partes. Lo cual, desgraciadamente, han hecho muchos medios y también algunos de los "enojados con el Papa", que ya venían enojados desde antes, así como algunos medios ya venían prejuiciados, no sólo con este Papa, sino contra la Iglesia en general.
No cabe duda, por otro lado, que la tarea de acompañar, discernir e integrar la fragilidad es una tarea titánica. Si del total de las familias alrededor de un tercio tienen de alguna manera estas "situaciones irregulares", nos encontramos que solamente en México debe haber más de 7 millones de familias en esta situación, de las cuales casi 6 millones son de católicos. La labor de discernir sus situaciones recae en 85 diócesis y un poco menos de 120 obispos en total. Ciertamente un número de situaciones excesivamente grande: un promedio de 50,000 familias por obispo, quien deberá discernir cada caso. Esto, con la situación actual, sin considerar que cada año aumenta el número de las situaciones irregulares.
Seguramente habrá que tener algunas reglas generales para poder llevar a cabo esta tarea, y los obispos tendrán que apoyarse en su clero y posiblemente en algunos seglares particularmente calificados, para poder hacer con propiedad esta labor de discernimiento. Y para el acompañamiento, claramente, sin las parroquias y los seglares simplemente no hay posibilidades de llevarlo a cabo.
Lo cual nos lleva nuevamente al espíritu de esta Exhortación. Un espíritu claramente de misericordia, urgiendo a toda la Iglesia a atender estas situaciones, pero ciertamente también con una visión de largo plazo: no sólo atender a las situaciones que además de irregulares son dolorosas, sino sobre todo poner los medios para prevenir, en la medida de lo posible, que estas situaciones ocurran.
Volviendo al inicio: esta Exhortación se ha vuelto, para algunos, locura y escándalo. Pero para muchos más es y seguirá siendo una ocasión de esperanza. Claramente, la vía de las condenaciones, de las medidas disciplinarias y otras de la misma índole, no han servido para evitar que estas dificultades se den en un número importante de familias. Evidentemente, no podemos esperar resultados mejores si seguimos haciendo lo mismo. No se ven en estos debates otras propuestas que permitan remediar esta situación dolorosa para muchas familias. Se critica el documento, pero sin proponer otras opciones, ni mucho menos demostrando que serán más eficaces que las que propone el Papa.
Y hay que pensar, aunque muchas veces se olvida, que las principales víctimas de estas situaciones dolorosas son los niños, los hijos, que deberían ser nuestras prioridades: de sus padres y madres, por supuesto, pero también de toda la comunidad que formamos la Iglesia.
Oscar Fidencio Ibáñez
Esta semana algunos jóvenes estudiantes universitarios del Estado de México me expresaron su frustración por las nulas oportunidades que ven para su desarrollo en un entorno dominado por el favoritismo, la corrupción y la degradación ambiental, tanto por empresas como por parte del gobierno; y al mismo tiempo, se sentían impotentes para cambiar ese estado de cosas por sí mismos.
Aun para los jóvenes que normalmente están llenos de esperanza en el futuro, y con toda la fuerza y la actitud para transformar su entorno, la realidad parece agobiarlos y paralizarlos. Y más cuando creen que es el gobierno o los políticos quienes les deben resolver los problemas, o cuando piensan que renunciar a lo mejor de sí, y ceder a la corrupción y al abuso se convierte en el camino para alcanzar el éxito a costa de los demás.
El reto parece abrumador, así que el Papa Francisco en su mensaje del Ángelus realizado precisamente en el Estado de México nos invitó a ser los primeros en las iniciativas que ayuden a "hacer de esta bendita tierra mexicana una tierra de oportunidad. Donde no haya necesidad de emigrar para soñar; donde no haya necesidad de ser explotado para trabajar; donde no haya necesidad de hacer de la desesperación y la pobreza de muchos el oportunismo de unos pocos. Una tierra que no tenga que llorar a hombres y mujeres, a jóvenes y niños que terminan destruidos en las manos de los traficantes de la muerte".
Una manera de romper el círculo vicioso de la pasividad y apatía que inmoviliza frente a un panorama desolador es hacer memoria para dar gracias de lo que tenemos, y este concepto está en el centro del mensaje que el Papa compartió a todo el mundo desde Ecatepec. "La acción de gracias nace y crece en una persona y en un pueblo que sea capaz de hacer memoria".
Las familias, los jóvenes, y todas las personas que llegaron caminando a la misa en ese lugar aislado, lleno de sol y polvo, para reunirse a escuchar la palabra de Dios en boca de su mensajero Francisco, pudieron dar gracias a Dios por estar ofreciendo "las primicias de nuestros hijos, nietos, de nuestros sueños y proyectos. Las primicias de nuestras culturas, de nuestras lenguas y de nuestras tradiciones. Las primicias de nuestros desvelos..."
El Papa también hizo memoria y recordó la invitación del Beato Pablo VI a los mexicanos cuando se cumplieron 75 años de la coronación de la Virgen de Guadalupe a ver "en cada hombre un hermano y en cada hermano a Cristo"; y recordó que: "Un cristiano no puede menos que demostrar su solidaridad [...] para solucionar la situación de aquellos a quienes aún no ha llegado el pan de la cultura o la oportunidad de un trabajo honorable, [...] no puede quedar insensible mientras las nuevas generaciones no encuentren el cauce para hacer realidad sus legítimas aspiraciones".
Los jóvenes universitarios y todos los que tenemos formación podemos recordar nuestros orígenes y darnos cuenta de todas las personas, padres, maestros y amigos que nos han ayudado a tener que ofrecer, a darnos cuenta de que hay millones de compatriotas que sufren espiritual y materialmente, y que podemos demostrar nuestro agradecimiento en el servicio a los demás, sin corrupción ni degradación del ambiente, para "hacer de esta bendita tierra mexicana una tierra de oportunidad".
José Antonio Ortega Sánchez
En un hecho sin precedentes, el 17 de abril el Secretario de la Defensa, General Salvador Cienfuegos Zepeda, pidió disculpas por la participación de dos elementos del Ejército Mexicano (junto con un agente de la Policía Federal) en la tortura de una mujer que fue detenida en febrero de 2015 en el municipio de Ajuchitlán del Progreso, Guerrero.
El Secretario estableció: el crimen no se combate con el crimen; es absolutamente inadmisible torturar, desaparecer o ejecutar extrajudicialmente, así se haga contra los peores criminales.
El General Cienfuegos expresó sus disculpas en una reunión citada exprofeso con mandos del Ejército para enviar un mensaje claro: hay una política de cero tolerancia ante los militares que violen derechos humanos.
La política no surgió tras de que el video de la tortura se difundió, pues los implicados ya tenían meses de haber sido detenidos por iniciativa de la SEDENA. De hecho, desde que el General Cienfuegos tomó posesión como Secretario, él estableció esa política de cero tolerancia.
En tal sentido, es de destacar que si en 2012 la CNDH registró 1,503 quejas por presuntos actos violatorios de integrantes de la SEDENA, en 2015 las quejas fueron 622: un 59% menos.
El propósito de salir a hacer una declaración como la del 17 de abril es el de expresar la determinación de apretar el paso en el abatimiento de las violaciones. Y es así, porque no existe una política gubernamental de no tolerar violaciones, como ocurrió durante la "guerra sucia" de los años setenta y otros momentos, sino exactamente lo contrario.
Pero mientras hay estos esfuerzos por resolver el problema real de derechos humanos (que tampoco es generalizado y sistemático), organismos internacionales que deberían promover su protección ¡hacen lo opuesto!
Con motivo de que ciudadanos denunciamos el mal proceder del GIEI (¡hasta nunca!) y del Secretario Ejecutivo de la CIDH, tres relatores de Naciones Unidas (defensores de derechos humanos, libertad de asociación y libertad de expresión) le pidieron al gobierno mexicano que ¡nos reprimiera y censurara!
Menos mal que no se pronunciaron los relatores sobre tortura y desapariciones, porque en esa lógica habrían pedido que el gobierno nos torturara y desapareciera...
Palabras del Papa Francisco en la homilía en el jubileo de los adolescentes
"Queridos muchachos: Qué gran responsabilidad nos confía hoy el Señor. Nos dice que la gente conocerá a los discípulos de Jesús por cómo se aman entre ellos. En otras palabras, el amor es el documento de identidad del cristiano, es el único "documento" válido para ser reconocidos como discípulos de Jesús. Es el único documento válido.
Si este documento caduca y no se renueva continuamente, dejamos de ser testigos del Maestro. Entonces les pregunto: ¿Quieren acoger la invitación de Jesús para ser sus discípulos? ¿Quieren ser sus amigos fieles? El amigo verdadero de Jesús se distingue principalmente por el amor concreto, no el amor en las nubes. El amor siempre es concreto, lo que habla de amor y no es concreto es telenovela, un romance. ¿Quieren vivir este amor que él nos entrega? ¿Quieren o no quieren? Entonces, frecuentemos su escuela, que es una escuela de vida para aprender a amar. Esto es un trabajo de todos los días, aprender a amar.
Ante todo, amar es bello, es el camino para ser felices.
Pero no es fácil, es desafiante, supone esfuerzo. Por ejemplo, pensemos cuando recibimos un regalo: esto nos hace felices, pero para preparar ese regalo las personas generosas han dedicado tiempo y dedicación y, de ese modo regalándonos algo, nos han dado también algo de ellas mismas, algo de lo que han sabido privarse.
Pensemos también al regalo que vuestros padres y animadores les han hecho, al dejarles venir a Roma para este Jubileo dedicado a vosotros. Han programado, organizado, preparado todo para vosotros, y esto les daba alegría, aun cuando hayan renunciado a un viaje para ellos. Esto es lo concreto del amor. En efecto, amar quiere decir dar, no sólo algo material, sino algo de uno mismo: el tiempo personal, la propia amistad, las propias capacidades.
Miremos al Señor, que es invencible en generosidad. Recibimos de él muchos dones, y cada día tendríamos que darle gracias. Quisiera preguntarles: ¿Dan gracias al Señor todos los días? Aun cuando nos olvidamos, él no se olvida de hacernos cada día un regalo especial. No es un regalo material para tener entre las manos y usar, sino un don más grande para la vida. Nos regala, ¿qué nos regala?, nos regala su amistad fiel, el Señor es siempre un amigo que no la retirará jamás. Aunque lo decepciones y te alejes de Él, Jesús sigue amándote y estando contigo, creyendo en ti más de lo que tú crees en ti mismo. Y esto es muy importante.
Porque la amenaza principal, que impide crecer bien, es cuando no le importas a nadie. Es triste esto. Cuando te sientes marginado. En cambio, el Señor está siempre junto a ti y está contento de estar contigo. Como hizo con sus discípulos jóvenes, te mira a los ojos y te llama para seguirlo, para «remar mar a dentro» y «echar las redes» confiando en su palabra; es decir, poner en juego tus talentos en la vida, junto a él, sin miedo. Jesús te espera pacientemente, espera una respuesta, aguarda tu 'sí'.
Queridos chicos y chicas, a la edad vuestra surge de una manera nueva el deseo de afeccionarse y de recibir afecto. Si van a la escuela del Señor, les enseñará a hacer más hermosos también el afecto y la ternura. Les pondrá en el corazón una intención buena, esa de amar sin poseer: amar sin poseer, de amar a las personas sin desearlas como algo propio, sino dejándolas libres. Porque el amor es libre, no existe amor si no es libre.
Esa libertad que el Señor nos deja cuando nos ama. Él está siempre cerca de nosotros. Existe siempre la tentación de contaminar el afecto con la pretensión instintiva de tomar, de poseer aquello que me gusta. Y esto es egoísmo. Y también la cultura consumista refuerza esta tendencia.
Pero cualquier cosa, cuando se exprime demasiado, se desgasta, se estropea; después uno se queda decepcionado y con el vacío adentro. Si escuchas la voz del Señor, te revelará el secreto de la ternura: interesarse por otra persona. Quiere decir respetarla, protegerla, esperarla. Y esto es lo concreto de la ternura y del amor.
En estos años de juventud ustedes perciben también un gran deseo de libertad. Muchos les dirán que ser libres significa hacer lo que se quiera. Pero a esto es necesario saber decir no. Si tu no sabes decir no, no eres libre, libre es quien sabe decir sí y sabe decir no.
La libertad no es poder hacer siempre lo que se quiere: esto nos vuelve cerrados, distantes y nos impide ser amigos abiertos y sinceros; no es verdad que cuando estoy bien todo vaya bien. No, no es verdad.
En cambio, la libertad es el don de poder elegir el bien. Esto es libertad, es libre quien elige el bien, quien busca aquello que agrada a Dios, aun cuando sea fatigoso. No es fácil. Pero creo que ustedes no tienen miedo de las fatigas, son valientes, son valientes. Sólo con decisiones valientes y fuertes se realizan los sueños más grandes, esos por los que vale la pena dar la vida. Decisiones valientes y fuertes.
No se contenten con la mediocridad, con "ir tirando", estando cómodos y sentados; no confíen en quien les distrae de la verdadera riqueza, que son ustedes, cuando les digan que la vida es bonita sólo si se tienen muchas cosas; desconfíen de quien quiera hacerles creer que son valiosos cuando los hacen pasar por fuertes, como los héroes de las películas, o cuando llevan vestidos a la última moda. Vuestra felicidad no tiene precio y no se negocia; no es un "app" que se descarga en el teléfono móvil: ni siquiera la versión más reciente podrá ayudaros a ser libres y grandes en el amor. La libertad es otra cosa.
Porque el amor es el don libre de quien tiene el corazón abierto; el amor es una responsabilidad bella que dura toda la vida; es el compromiso cotidiano de quien sabe realizar grandes sueños. Pobres los jóvenes que no saben, no osan soñar. Si un joven a vuestra edad no sabe soñar ya está jubilado. No sirve.
El amor se alimenta de confianza, de respeto y de perdón. El amor no surge porque hablemos de él, sino cuando se vive; no es una poesía bonita para aprender de memoria, sino una opción de vida que se ha de poner en práctica.
¿Cómo podemos crecer en el amor? El secreto está en el Señor: Jesús se nos da a sí mismo en la Santa Misa, nos ofrece el perdón y la paz en la Confesión. Allí aprendemos a acoger su amor, hacerlo nuestro y a difundirlo en el mundo. Y cuando amar parece algo arduo, cuando es difícil decir no a lo que es falso, miren a la cruz del Señor, abrácenla y no se suelten de su mano, que les lleva hacia lo alto y levántense cuando se caen.
En la vida siempre se cae porque somos pecadores, somos débiles. Pero está la mano de Jesús que nos levanta cuando nos caemos. Jesús nos quiere de pié. Esa palabra hermosa que Jesús le decía a los paralíticos: 'levántate'. Dios nos creó para estar de pié.
Hay una linda canción de los alpinos cuando escalan que dice: 'En el arte de subir lo importante no es no caer, sino no permanecer caídos". Debemos, tener el coraje de levantarnos, de dejarnos levantar por la mano de Jesús y esta mano viene muchas veces de la mano del amigo, de los papás, de quienes nos acompañan en la vida, el mismo Jesús también está allí. Levántense, Jesús los quiere de pie, siempre de pié.
Sé que son capaces de grandes gestos de amistad y bondad. Están llamados a construir así el futuro: junto con los otros y por los otros, pero jamás contra alguien. No se construye contra, esto se llama destrucción. Harán cosas maravillosas si se preparan bien ya desde ahora, viviendo plenamente vuestra edad, tan rica de dones, y no temiendo al cansancio.
Hagan como los campeones del mundo del deporte, que logran llegar a las metas altas entrenándose todos los días con humildad y duramente. Que vuestro programa cotidiano sean las obras de misericordia. Entrénense con entusiasmo en ellas para ser campeones de vida, campeones de amor. Así serán conocidos como discípulos de Jesús. Así tendrán el documento de identificación de los cristianos y les aseguro que vuestra alegría será plena.