Esta semana estuvo el Presidente Enrique Peña Nieto en Cuba para asistir a la reunión de la CELAC, un organismo de coordinación internacional de los americanos sin los norteamericanos. El organismo fue creado por el comandante Hugo Chávez, con la intención de impulsar el ALBA desde la visión del Nuevo Socialismo del Siglo XXI.
En esta reunión en la isla hubo discursos de muy buenos deseos, sueños y puntadas: según el mandatario Cubano, Raúl Castro, el acuerdo más importante de la cumbre fue declarar a América Latina y el Caribe, como zona de paz, desgraciadamente, en esta zona están las ciudades con mayor cantidad de homicidios del mundo según se reportaba recientemente en un informe del Consejo Ciudadano para la Seguridad Pública y la Justicia Penal, de las 50 ciudades con más altos índices de homicidios en el mundo 43, están en América Latina, pero sin duda es un buen deseo que ésta sea una región de paz.
También Castro mencionó que en el tema de combate a la pobreza y la desigualdad, razón principal de la cita, es necesario “cambiar el actual orden económico mundial, fomentar la solidaridad y la cooperación y exigir el cumplimiento de las obligaciones contraídas de ayuda al desarrollo". Magnífico, sin embargo somos la región menos influyente en la toma de decisiones en materia económica, pero no hay peor lucha que la que no se hace, como dijo Peña, “soñar no cuesta nada”.
Y finalmente, en las puntadas: Evo Morales pidió que se espíe a Estados Unidos y Peña Nieto que se construyan utopías en América Latina… bueno, queda para el anecdotario.
En tanto, Brasil invirtió cientos de millones de dólares en Cuba para crear infraestructura portuaria, la que sin duda será fundamental en un futuro cercano en que el bloqueo norteamericano y el aislacionismo autoimpuesto por la isla quede superado, de lo que ya hay buenos indicadores; Colombia avanzó en los temas de apoyo para el proceso de paz en ese país, con las conversaciones con las FARC que se llevan a cabo precisamente en la isla, Argentina solicitó la solidaridad de todos los países miembros para poner un freno a la especulación que está bombardeando al peso argentino y Uruguay se acercó a su vecino para tratar de limar asperezas en temas comerciales que tienen pendientes.
¿Y México?, no lo sé… visitar al comandante para tratar de poner pomada a la herida del “comes y te vas” parece que fue la tarea más importante. México debería estar buscando ser protagonista en estas reuniones, pero desgraciadamente nuestros problemas internos impiden que podamos brillar en los foros internacionales, como ya quedó demostrado la semana anterior en Davos. Adicionalmente, pareciera que la postura de México es no tener postura, a todos los modelos económicos, políticos y sociales les da su respeto, respaldo y admiración, en un afán mal entendido de quedar bien con todos, como si fuéramos monedita de oro.
Al escuchar la palabra educación normalmente asumimos que se habla de la escuela y las políticas públicas encaminadas a la preparación de los estudiantes, sin embargo cuando la usamos suele ser para referirnos al modo en que se comportan ciertas personas de las que se está hablando, ya sean nuestros hijos, vecinos o conocidos.
Esto es porque la educación tiene dos acepciones, una que se refiere a la preparación técnica, científica y de conocimientos generales que empleamos en la vida laboral, y otra que es de carácter formativo y que utilizamos de manera cotidiana en nuestras relaciones con los demás.
Así, un profesionista exitoso puede tener una educación de excelencia y gran calidad que le permite desempeñarse de manera sobresaliente en su trabajo, pero ese mismo profesionista podría ser un vecino mal educado que nos estaciona su vehículo en la puerta, no saluda a los presentes cuando llega y es irrespetuoso en su trato con las otras personas.
Hoy en día, cuando se habla de calidad educativa, solemos referirnos a los procesos de aprendizaje escolarizados que nos permiten tener ese bagaje de conocimientos que emplearemos en nuestra vida profesional, como padres de familia exigimos que a nuestros hijos se les impartan contenidos de alta calidad académica que les ayude a ingresar a tal o cual universidad y esperamos que los universitarios la obtengan para conseguir un buen empleo, pero ¿y la calidad humana que también es parte de la educación?
En esta, los padres somos los primeros formadores, enseñamos a nuestros hijos valores y principios por los cuales regirse, aún sin saberlo, somos sus más importantes maestros. Ellos imitan nuestra manera de proceder.
Desgraciadamente, el hipotético profesionista que mencionábamos más arriba, no podrá ser verdaderamente exitoso en su vida sin una adecuada educación integral. A pesar de que tenga un excelente desempeño, si no tiene principios y valores sólidos que pueda ejercer de manera virtuosa, terminará por enfadar a sus jefes, molestar a sus compañeros o engañar a sus clientes.
Para que nuestros hijos tengan éxito en la vida, debemos dejar de comportarnos como sus amigos, compañeros y compadres, y empezar a sur PADRES.
Los padres no lo somos por el simple hecho de engendrar, lo somos, fundamentalmente, porque les enseñamos a caminar por la vida con claridad en las metas que deben alcanzar, responsabilidad en las acciones que emprenden y caridad en el trato con los demás, si no enseñamos eso a nuestros hijos, estos terminarán por despreciar la amistad que les brindamos. Nuestros hijos encuentran muchos amigos en el colegio, los deportes, clubes e incluso en la calle, pero padres solo tienen los que los trajeron al mundo, por ello es necesario que asumamos esa responsabilidad y la cumplamos con calidad. Después de eso, podremos exigirles a los maestros.
Cuando en épocas remotas se impartía civismo en la escuela secundaria, el Estado era definido como el conjunto de los habitantes y las instituciones que los gobiernan, de manera que el Estado es soberano, porque gobierno y sociedad van juntos de la mano, establecen sus leyes, se someten a ellas y aceptan que una autoridad las custodie.
Desgraciadamente, aunque ya en aquel tiempo se notaba, la sociedad y el gobierno están cada vez más distanciados; el político que se encumbra en un puesto de elección considera que al pueblo solo le debe los votos que le dieron, y llega a pensar que esos no valen, una vez que tomó el poder, ni el papel en que están marcados. Por su parte la sociedad parece concebir a los gobernantes como unos seres llegados del espacio sideral, personas ajenas a ellos y que deben conocer las respuestas para todos los problemas y contar con los recursos para resolverlos.
Ambas posiciones se complementan a las mil maravillas, porque nada hace más feliz a un gobernante que el sentir que es superior, grande y poderoso… lejano a la sociedad.
Por su parte el pueblo llano, inmerso en la dinámica cotidiana para resolver sus más acuciantes problemas (casa, vestido y sustento), se siente feliz de que exista un gobernante que no lo involucre, no lo comprometa ni le exija más cosas de las que ya de por sí tiene que hacer.
Desgraciadamente las comunidades no se pueden construir así, aunque estas ya existan, necesitan del mantenimiento constante y la revitalización permanente de todos sus miembros.
Como en el organismo humano, si cada parte no hace lo que le corresponde, el cuerpo entero padecerá las consecuencias. Así, si el hígado no filtra la sangre, el corazón podrá padecer un infarto o los riñones se llenarán de cálculos. Si las piernas se atrofian, el cuerpo se verá sometido a la silla o la cama y poco a poco se deteriorarán los otros órganos del cuerpo, en fin, si el cerebro, el esófago o el estomago dejan de trabajar, la muerte acechara al individuo.
De manera análoga, en la sociedad todos tenemos responsabilidades que cumplir, y cuando estas dejan de hacerse, todo el organismo social lo padece. La improductividad de las empresas, la corrupción de las fuerzas de seguridad, la evasión de impuestos del ciudadano, la inasistencia de los alumnos a las escuelas, etcétera… todas ellas afectan a la comunidad entera.
Solo en la medida en que nos reconozcamos corresponsables, que el gobierno sea el primero entre iguales y que la sociedad asuma plenamente su tarea, solo en esa medida seremos capaces de corregir los males que nos aquejan. Las soluciones nunca podrán llegar de las solas autoridades, porque por benéficas que sean, sin sociedad no existe Estado, y sin Estado no hay bienestar.
Zenit publica este domingo un artículo llamado ¿Una cuestión sentimental o política?, de Rafael Navarro-Valls, catedrático y académico secretario general de la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación, y quien fuera el responsable de comunicación del Vaticano con Juan Pablo II; en él, se analiza la cuestión del escándalo por el triángulo amoroso de Francois Hollande, tema que ha dominado los medios franceses y que ha repercutido en Europa y el mundo entero.
En el artículo, Navarro-Valls habla de cuatro factores que están convirtiendo un asunto principalmente privado, en una cuestión de interés público, los cuales son:
En fin, que el asunto “privado” de Hollande con su novia de la calle du Cirque (así se llama la calle donde vive Gayet, no es un invento mediático) irremediablemente se convirtió en un asunto público y de interés nacional para los franceses. Recomendamos ampliamente leer el artículo completo en http://www.zenit.org/es/articles/una-cuestion-sentimental-o-poli-tica