Este lunes 19 de agosto se reanudan las clases, millones de alumnos que han disfrutado un periodo vacacional de un mes y medio vuelven al aula con una temperatura media de 38°C durante el horario de clases, pero en algunos casos superará los 40°C, mientras que dicen que para un adecuado aprendizaje es necesario estar a temperaturas que rondan los 17°C, pero como las decisiones educativas se toman desde un despacho bien acondicionado desde la Ciudad de México, estas consideraciones son nimiedades que no vale la pena mencionar. Junto con esto, la SEP ha decidido que hay que suspender clases un viernes al mes, para que los maestros asistan a Consejo Técnico Escolar de zona, lo que sin duda será positivo, pero interrumpen las clases y esos días serán repuestos al final del ciclo escolar, reduciendo aún más el período vacacional de verano. Para quienes han estado parados frente a un grupo, saben que la voz se fatiga, los pies se cansan y la paciencia se agota, las vacaciones de verano no son un capricho o conquista sindical, sino una necesidad fisiológica de alumnos y maestros, pero nuevamente, las decisiones tomadas por los burócratas que nunca se han parado frente a un grupo voltean a ver soluciones ajenas totalmente a nuestra cultura, en tanto que ignoran las prácticas de los países occidentales más exitosos en materia educativa, donde se asiste a clases por pocas horas seguidas y existen largos periodos vacacionales, propicios para otro tipo de actividades y aprendizajes, al tiempo que favorecen el descanso del cuerpo y la mente para asimilar mejor los contenidos académicos. Pero a nuestros políticos no les importa eso, quieren que se diga que hicieron grandes cosas, no importa que estas no sirvan para nada. Como padres, deberemos estar al pendiente y exigir que se corrijan.
En 2012 se realizaron elecciones en Egipto, en la primera vuelta participaron 5 candidatos, el que obtuvo mayor cantidad de votos, Mohamed Mursi, tuvo poco menos de 5 millones 765 mil votos, el segundo lugar, Ahmed Shafik, cercano al depuesto Hosni Mubarak, poco más de 5 millones 500 mil. En segunda vuelta solo se enfrentaron ellos dos y Mursi volvió a ganar, con más de 13 millones de votos, pero con una diferencia de poco menos de 900 mil sobre su competidor.
En sus primeros actos de gobierno quiso disminuir la fuerza de la junta militar, pero no lo consiguió, y después decidió ignorarla, lo que resultó un error fatal que desembocó en su derrocamiento en julio pasado. Los militares tomaron la decisión de derrocar a Mursi basados en la manifestación de más de dos millones de egipcios inconformes con la política establecida por Mursi, pero estos apenas representan el 15% de los que lo eligieron o el 16% de los que votaron en su contra. Menos del 7% de los que decidieron salir a votar un año antes.
Si bien Mursi impulsó una política de concentración del poder, esta buscaba quitárselo a los militares cercanos a Mubarak en la dictadura. Quizá en occidente nos parece que Mursi cometió un error al impulsar una legislación con fundamento islámico, pero en realidad 90% de los egipcios son islamistas suníes y solo 9% católicos coptos, pero esa legislación basada en la sharia no era impuesta como un dogma de fe, sino como reglas de conducta moral en la vida social, por lo que no es censurable.
Lo que ha ocurrido es que los militares han azuzado a ciertos sectores de la sociedad y han difundido estos descontentos en el mundo para justificar su acción regresiva en contra de un proceso democratizador en Egipto, lo que ahora lleva a esa nación al borde de una guerra civil.
En la política nacional, el tema dominante de la semana ha sido el de la reforma energética. Es un renglón en el que los mexicanos no pueden ponerse de acuerdo; ante la iniciativa del presidente Peña Nieto, que según él mismo explica, es para avanzar, regresando al pasado; para abrir la industria de los energéticos sin que nada cambie y modernizándola sin desmantelar sus viejas instituciones sindicales; ante esta iniciativa, púes, la izquierda se desgarra las vestiduras por la gran traición a la soberanía nacional, la libre autodeterminación y la propiedad exclusiva de los recursos estratégicos, mientras que en el otro extremo del espectro político señalan que la propuesta es timorata, incompleta e inútil. El presidente del PRI, César Camacho, dijo que la propuesta de Peña era para ser debatida y que podría ser modificada, lo que da a entender que en principio este partido está abierto a negociar sus posiciones, de las cuales no se siente nada seguro y de las que, incluso internamente, debe tener detractores. Y mientras unos dicen que sí, pero que no se modifique la constitución y otros dicen que no, que hay que empezar desde cero, desde el exterior señalan la magnitud e importancia de la reforma al tiempo que dicen que nada se puede hacer con Pemex, que es irreparable. Y es que más allá de cualquier consideración, la reforma energética sí es una reforma determinante y esencial para el futuro del país, al grado que si se hace bien, podría arrebatarle a muchos países, incluidos los denominados BRIC’s (los países con mayor crecimiento económico mundial); enormes sumas que podrían terminar en nuestro país como inversión directa, no en papel golondrino, sino en fábricas, infraestructura y empleos bien remunerados. Pero confían en que los mexicanos, para variar, nos pongamos piedras en el camino.
Durante la última asamblea del PAN, la delegación de Sinaloa fue de las más belicosas, y a pesar de las instrucciones
que giraba el delegado de Madero en Sinaloa a Edgardo Burgos, este fue incapaz de meter en cintura a una militancia
por lo demás ávida de democracia.