El tema que ha estado en la agenda de la semana ha sido, sin duda, la educación. Desgraciadamente, al menos por ahora, los maestros inconformes son los que llevan la ventaja al obligar al Congreso, un poder soberano, a desistir sobre la Ley General sobre el Servicio Docente.
Curiosamente en esta misma semana, en otras latitudes, se pudieron observar dos mecanismos utilizados por los gobiernos para acabar con problemas análogos: El primer caso es el de Chile, donde el gobierno hizo una propuesta de incremento salarial para docentes de nuevo ingreso con mucha calidad pero sin experiencia y bajo un mínimo de condiciones, a cambio de lograr el apoyo para una reforma educativa; el otro caso es el de Uruguay, donde ante la toma de instalaciones por parte de trabajadores inconformes de dos hospitales y agotadas otras formas de solución, se aprobó por parte de la legislatura de ese país una modificación legal que permita al gobierno cesar a los trabajadores que por cuatro días consecutivos no se presenten a un trabajo en un servicio con calidad de esencial. De esta manera, y con el uso de la ley, los uruguayos buscan recuperar el control de los hospitales en los próximos días. Son dos países con dos tipos de gobierno muy diferentes, uno de derecha, el otro de izquierda, pero en ambos casos con un compromiso por el respeto a la legalidad.
En México, desgraciadamente, la ley es un recurso olvidado: no se aplica por parte de las autoridades que teniendo las facultades deciden no ejercerlas, no se actualizan, porque “alguien se puede ofender” y no se respetan porque “solo los tontos lo hacen”. Bajo esas circunstancias, difícilmente se podrá lograr el progreso de esta nación.
La obligación de todo gobierno es mantener la sana convivencia social; para ello cuenta con el auxilio de la ley, los recursos humanos y financieros propios del Estado que llegan mediante las contribuciones de los ciudadanos y, finalmente, con la fuerza pública.
Cuando el gobierno es incapaz de brindar a los ciudadanos esa elemental garantía, empiezan a surgir manifestaciones que superan al gobierno. Así en 1985, tras el terremoto en la Ciudad de México, la sociedad se organizó y empezó a resolver el grave problema de los damnificados, heridos y muertos, en tanto el gobierno no sabía que acciones emprender ante un acontecimiento de esa magnitud. Hoy, el gobierno está siendo superado en materia de seguridad y por ello han surgido movimientos, no justificables pero plenamente entendibles, como son las denominadas autodefensas, o policías comunitarias.
Ayer se registró un hecho en otro ámbito; pero que es reflejo también de esta incompetencia gubernamental; padres de familia de la Escuela Secundaria Técnica N° 84 de Villa de Etla en el estado de Oaxaca ‘expulsaron’ a los profesores de sus hijos, quienes se encuentran en la Ciudad de México haciendo manifestaciones, y aceptaron que maestros de la sección 59 asuman el compromiso de educar a sus hijos. Ahora que esto ocurrió en una escuela, ¿cuánto tardará en empezar a replicarse el fenómeno? y ¿qué consecuencias traerá para la vida en la comunidad?
Los gobiernos municipales, estatales y el federal deberían estar muy preocupados por estos fenómenos, donde la ciudadanía los empieza a rebasar en la construcción de soluciones.
El día de ayer iniciaba el ciclo escolar 2013-2014, y así fue para gran cantidad de alumnos del país, pero no para dos millones de educandos que tienen la desgracia de vivir en Michoacán, Oaxaca y Tabasco. Ahí los maestros concluyeron su periodo vacacional y ¡Oh sorpresa! se fueron de pinta, y en este caso si es de pinta, ya que están pintarrajeando las calles, negocios y casas de la Ciudad de México, además de desquiciar el tráfico en una ciudad ya de por sí conflictiva para esos menesteres.
¿Qué quieren los maestros?, poca cosa, que no se apruebe la reforma educativa, que no los corran si son ineptos para el trabajo, que les paguen más porque, oiga, como se van a conformar con míseros diez mil pesos al mes, si tienen que pagar su cuota de Morena, la contribución para el Peje y los viajes de manifestación a donde el líder lo indique, así el sueldo no alcanza ni para comprar pulque.
Por supuesto que ellos se deben a sus alumnos, pero ya los verán poco antes de las vacaciones de diciembre para ir a recibir sus regalos de navidad y a ver si los alcanzan a invitar a alguna posada, porque los capitalinos no les comparten ni un mal techo, son muy quisquillosos, hasta se enojan cuando ellos deciden ejercer su libertad de expresión.
El que si se porta cuate es el Jefe de Gobierno, bueno, los últimos tres, para que no se sientan, los dejan hacer lo que quieran, les mandan a la policía a cuidarlos y hasta meten al bote al que se atreva a molestarlos aunque sea por haber roto los cristales de su negocio, esos jefes de gobierno, si que son camaradas.
¿Y la educación? pues es por lo que están luchando, para mantener el nivel de excelencia que hasta ahora han prodigado, por eso Michoacán, Oaxaca y Tabasco ocupan los primeros lugares en el desarrollo nacional. ¡Ojalá algún día los imitemos!
Un desempleo galopante, un vetusto sistema de pensiones que ya no se puede sostener y la amenaza de más impuestos son el presente de Francia. Algo muy distinto de lo que hace poco más de un año prometía el entonces candidato galo de la izquierda moderada.
Más allá del matrimonio entre personas del mismo sexo, prioridad que estableció alguien que no cree en el matrimonio (el no está casado con su pareja, la periodista Valérie Trierweiler), y con la que decidió pasar por encima de la opinión de enormes sectores de la población francesa; no ha logrado nada importante en su gobierno, antes, parece conducirlo por la senda de la catástrofe financiera, lo que sería muy peligroso no solo para los franceses, sino para la Unión Europea y el mundo entero en consecuencia.
Ante esta ineptitud, el presidente francés ha decidido enfocar sus baterías a la Francia del 2025, con la esperanza de distraer a los ciudadanos y por lo menos poder completar su período al 2017. En esa visión futurista de Francia se ha planteado tres objetivos: ganar influencia en la Unión Europea, ya que bajo su administración en el último año se ha convertido prácticamente en irrelevante, por su incapacidad para promover políticas viables que salven la situación económica de Europa; el segundo objetivo es el de la innovación, para lo que deberá llamar a un séquito de asesores, ya que el presidente galo lo que realmente sabe hacer es seguir los pasos que impulsó el español Rodríguez Zapatero: y finalmente, como tercer punto, conseguir una adecuada convivencia de los franceses, los que, bajo su “liderazgo” han visto como se multiplican las confrontaciones con los musulmanes en el antiguamente país predilecto de la Iglesia católica.
Veremos si tiene más éxito con este nuevo plan, en contraposición del que presentó hace un año.