El Gobernador Mario López Valdez señaló que su gobierno no caerá en linchamientos contra nadie, ya que el fenómeno fue tan extraordinario que no resistía ningún tipo de prevención.
Tiene razón si se refiere a las alertas y los mecanismos de prevención y rescate en caso de emergencias, sin embargo no la tiene en cuanto a la autorización concedida, por funcionarios estatales y municipales e incluso algunos federales, que permitieron que se ubicaran las personas en zonas de riesgo.
También dice el gobernador que se reubicará a los afectados en caso de que el gobierno sea el que haya construido, pero que si construyeron los particulares no se puede hacer responsable. Nuevamente comete una injusticia, ¿quién autorizó que se construyera en zonas de riesgo, el particular o el gobierno?, ciertamente que si el gobierno no autorizó que se construyera, pues no tiene ninguna responsabilidad, sin embargo en el caso concreto del Desarrollo Urbano tres Ríos y más específicamente en Banus, La Isla Musala, Valle Alto y Villas del Río, el gobierno dio las autorizaciones. Si los particulares no cumplieron las especificaciones deberán enfrentar las consecuencias mercantiles y penales a que haya lugar, pero si las cumplieron, entonces el gobierno (como institución) debe hacer frente a estos desastres ¿o piensan dejar ahí a las personas hasta que se presente un nuevo ciclón, tal vez de categoría 3 o 4 para que les cueste, no sólo el patrimonio, sino la vida? No, señor gobernador, no se trata de linchar a nadie. Se trata de que impere la ley, que se apliquen los reglamentos de construcción y las leyes que protegen a los ciudadanos que se atienen a comprar un bien porque suponen que el trabajo está bien realizado, ¿o es que Juan Pérez tiene que enfrentar solo a los grandes consorcios que le vendieron su casa?
Si Mario López Valdez quiere que su gobierno sea reconocido por el combate a la corrupción, la generación del cambio o la impartición de justicia, entonces no se puede quedar cruzado de brazos y decir a los afectados ‘lo siento mucho’, tiene que hacer algo para que la situación no se repita y que los responsables, paguen por su corrupción, su negligencia, su descuido o su complicidad. Eso no es linchamiento, es la consecuencia por actuar mal. Dejar pasar es fomentar la impunidad.
El día de ayer se festejó un aniversario más de la fundación de la Villa de San Miguel de Culiacán, y hay mucho que festejar y muchos retos que afrontar, esta ciudad, capital de Sinaloa, ha tenido un crecimiento acelerado en los últimos años, según el censo de 2010, vivimos en ella más de 675 mil personas, tiene 21 universidades con lo que se vuelve un destino natural de estudios para los sinaloenses; el ingreso per cápita es de 6,281 dólares a nivel municipal y aporta más del 48% del PIB estatal. Producimos 5 millones de toneladas de maíz anualmente además de hortalizas como tomate, pepino, chile, berenjena y calabaza y otros productos agrícolas y pecuarios que nos convierte en líder nacional en la producción de alimentos. En materia de infraestructura, las 68 líneas de camiones urbanos dan servicio a más de un millón de usuarios diariamente; en 2010 el aeropuerto dio servicio a más de un millón de viajeros con destino y provenientes de Tijuana, Mexicali, Hermosillo, Chihuahua, Monterrey, Ciudad de México, Guadalajara, La Paz, Los Cabos, Toluca y Los Ángeles, en California. Pero sobre todo, su gente ha sido capaz de involucrarse en el desarrollo y mejoramiento del país, ha impulsado proyectos de rescate y desarrollo de zonas para el beneficio de las personas e incluso ha conquistado el espacio. ¡Felicidades Culiacán!, falta mucho, pero somos capaces de lograr lo que sea.
Este festejo en particular se lleva a cabo mientras miles de culiacanenses están trabajando a favor de sus hermanos que han sufrido grandes pérdidas por el ciclón que hace menos de quince días pasó por esta tierra, la enorme demostración de generosidad de que han hecho gala, especialmente los jóvenes, da una bocanada de aire fresco a nuestra comunidad.
El reto no es menor, los daños que sufrió Sinaloa superan los 450 mil millones de pesos, muchos perdieron su hogar, muchos su empleo, en general las empresas están dejando de vender como consecuencia de los desastres provocados que restan dinero disponible a las familias, de tal manera que la recuperación será lenta y dolorosa, pero el esfuerzo que se está realizando demuestra que nada podrá detener la pujanza de nuestra gente.
¡Felicidades Culiacán, sigue adelante!
Ninguna ayuda es despreciable en estos momentos de emergencia, la presente crítica no se dirige a la ayuda que prestan algunas personas, ni a sus intenciones, las cuales en conciencia no se pueden conocer sino solo por los actores que las realizan, pero si se puede hacer un análisis sobre las formas y métodos que algunas personas usan en los beneficios que llevan a los damnificados.
Hay dos formas en que algunas personas están sacando del apoyo que brindan a los afectados por las inundaciones provocadas por el ciclón “Manuel” algún tipo de beneficio personal:
La primera es burda y totalmente reprochable, con el pretexto de solicitar ayudas para la gente necesitada, algunos individuos despreciables, solicitan el apoyo de la sociedad en efectivo o en especie para brindar ayuda a los damnificados, son tantos los centros de acopio que han surgido a lo ancho de todo el estado, que es prácticamente imposible supervisarlos y controlarlos todos, pero las ganas de ayudar de la gente son tantas que en mayor o menor medida, todos han recibido recursos para hacerlos llegar a quienes vieron afectado su patrimonio. Desafortunadamente no todos estos están dirigidos por gente honesta, una minúscula parte, pero que es importante decir que existe, son operaciones privadas con el fin de obtener un beneficio personal, toda o alguna de la ayuda recibida fue desviada para fines distintos a los de la ayuda a los afectados. Si usted ha sido víctima de alguno de estos, por favor denúncielos, no se debe permitir esta deshonestidad aprovechando la desgracia de los demás.
La segunda es más sutil y difícil de determinar; es la ayuda que los políticos electos o en funciones están brindando a titulo personal. La capacidad de liderazgo y convocatoria que sin duda tienen, y su interés por ayudar (hay que reconocerlo) los han llevado a poner centros de acopio, realizar gestiones y entregar ayudas en favor de los damnificados. El problema está en la difusión que de esta labor realizan, de manera voluntaria o involuntaria, alimentan proyectos políticos o su propia imagen pública, lo que se convierte en una forma de lucrar con la desgracia ajena.
Si usted tiene alguna duda o no coincide con los postulados o propuestas de este tipo de personas, no deje por eso de ayudar, diríjase a las instituciones reconocidas para hacerlo: Cruz Roja, DIF, Cáritas o alguna IAP reconocida.
La multitud de historias de desgracias personales y familiares que han surgido a partir del paso de “Manuel” por Sinaloa han encontrado en la sociedad una respuesta generosa y desinteresada para enfrentar estos primeros momentos tras la catástrofe. Esta respuesta está derivada de una verdadera caridad, es decir: amor al prójimo, ejercida como virtud por nuestros conciudadanos que se conmueven ante el dolor de los demás.
Apoyar en estos momentos es una obligación moral, pero sobre todo una muestra de la capacidad de sentir con el otro el dolor que surge en un momento determinado, debemos admirar y reconocer esta manifestación de amor que sin duda es cimiento firme para mantener la solidez de nuestra comunidad.
Esta caridad, virtuosa sin duda, es resultado de una coyuntura específica, pasarán los días y la emergencia y notoriedad de las necesidades irá disminuyendo, será ese el momento de cultivar otra virtud muy necesaria hoy en nuestra sociedad: la solidaridad.
Es natural que conforme baje el nivel de las aguas, cuando los medios y la sociedad en general pasen a ocuparse de otro tema, los damnificados de “Manuel” quedarán en segundo término, pero no desaparecerán… es imposible que las enormes necesidades que surgirán después de los cuantiosos daños provocados por el fenómeno meteorológico puedan ser cubiertas por el gobierno, la sociedad y los propios afectados en el corto plazo, por ello es necesario empezar a fincar la solidaridad con estos coterráneos nuestros que por sí solos no podrán superar los graves daños sufridos en pocos días como son pérdida de la salud, del empleo y de su patrimonio.
Es necesario que algunos ciudadanos continuemos atentos y comprometidos con los damnificados de “Manuel” para que las condiciones que provocaron el desastre desaparezcan, para que las leyes que permitieron estos errores sean modificadas y para que la corrupción que permitió que se agravaran las consecuencias sea superada y desaparezca.
Esta labor requiere del compromiso de ciudadanos responsables, capaces y comprometidos que estén dispuestos a trabajar en desarrollar una solidaridad de largo plazo, una solidaridad que vea más allá de los efectos inmediatos y busque cambiar los esquemas que sostienen la injusticia en la sociedad.