"Promoviendo la Participación Ciudadana"

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InicioEN LA OPINION DE:

Breves del Mundo: El Papa en América

Pedro de Legarreta Lores

breves150925El motivo fundamental del viaje del Papa Francisco es el Encuentro Mundial de las Familias que se llevará a cabo a partir de este sábado, sin embargo hasta ahora ha despertado muchos comentarios su visita a Cuba y su llegada a Estados Unidos, de manera especial su discurso ante el Congreso de Estados Unidos.

Siempre cuesta trabajo entender que un dignatario que suele hablar sobre la moral y el bien de la gente se reúna con dictadores y departa con ellos, al tiempo que rechaza reunirse con la oposición y no realiza ninguna condena sobre las múltiples injusticias que se realizan bajo los regímenes autoritarios; pero también ese juicio se olvida que un Papa no es solo un representante de un Estado soberano, es también dirigente y responsable de la vida, la organización y supervivencia de la Iglesia en Cuba. Cualquier acción, además de ser rechazada y minimizada, e incluso dentro de lo posible ocultada por las autoridades locales, causaría represalias contra los obispos, sacerdotes y laicos que permanecen en la isla después de la partida del Pontífice. Por otra parte, el acercamiento y diálogo con las autoridades cubanas ha logrado otra serie de beneficios para la sociedad en general y de alguna manera va debilitando y resquebrajando  el autoritarismo aún dominante.

Muy distinto es presentarse ante el Congreso del, todavía, más importante actor político del concierto mundial. Las palabras del Papa Francisco en el Capitolio no tenían como destinatarios únicamente a los representantes y senadores de la Unión Americana, sino que utilizó este escenario para dirigirse, así lo señaló, al pueblo norteamericano todo… y aunque no lo dijo, al resto del mundo occidental donde sus palabras están siendo y seguirán siendo reproducidas, analizadas y reflexionadas por cientos de miles de personas y miríadas de líderes sociales, económicos y políticos.

Los temas escogidos por el Papa son un compendio de la problemática que enfrenta la civilización de tradición judeocristiana: los refugiados y migrantes que llegan a nuestros territorios; el derecho a la vida, el aborto y la pena de muerte y el tráfico de armas; el cambio climático y el cuidado del medio ambiente y finalmente, la juventud y la familia con oportunidades en el mundo… todos ellos temas que tenemos que revisar y reflexionar.

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Mensaje de EPN: Insatisfactorio

Bernardo Ardavín Migoni

3erInformeEl enfoque del Presidente acerca de los graves problemas de corrupción, violencia y violación a los derechos humanos pareció francamente insatisfactorio: El Primer Mandatario, quien tiene el compromiso primario y fundamental de cumplir y hacer cumplir la ley, compareció ante la audiencia de invitados y la opinión pública nacional como si estuviera cumpliendo a cabalidad con esa grave obligación legal, o bien, aparentando se tratara de un observador externo que estuviera describiendo los problemas de un tercero, y no su propio balance, a propósito de la obligación de dar cuentas de su actuación, aceptando su responsabilidad en todo aquello que no es satisfactorio y forma parte de sus tareas como Jefe del Ejecutivo.

Desde luego, ese enfoque, que parece bastante desafortunado, ha sido motivo de multitud de críticas al Mensaje, mismas que se suman a las que ya se venían dando con anterioridad por los hechos que el Presidente enumeró en forma desenfadada.

El Mensaje estuvo totalmente ayuno de autocrítica

Imposible encontrar en el Mensaje, siquiera un pequeño atisbo de autocrítica. El Presidente atropelló la realidad en una forma terminante. Por ejemplo dijo: “hoy, es un hecho que la violencia está disminuyendo en México”, afirmación seguida de una larga retahíla de cifras que seguramente son reales, porque sería inconcebible que el Presidente las modificara a su antojo, pero que en su conjunto engañan con la verdad porque no reflejan nuestra realidad, ni en los delitos que padecemos, ni en la viciada administración e impartición de la justicia que sufrimos, ni mucho menos en la severa problemática que enfrentamos por la grave y reiterada violación de los derechos humanos en el país.

La regresión implica que nuestros procesos electorales estén perdiendo parte de lo ganado desde la alternancia

En el contexto del país que hemos analizado a través del Mensaje del Presidente, la gobernabilidad resulta imposible sobre todo si, como un mal remedio, se recurre al endurecimiento y a la imposición arbitraria de la voluntad del gobierno, manipulando la administración de la justicia.

En numerosos casos, cada día más frecuentes, la autoridad parece gravitar peligrosamente alrededor de la arbitrariedad, la represión y la fuerza al margen de la ley, violando los derechos humanos de los afectados, en un esfuerzo equivocado para acallar la creciente inconformidad.

Muy preocupante es, que aparentemente, el descontento no pueda expresarse con eficacia a través de los procesos democráticos electorales, porque nos encontremos en una especie de regresión, con una Oposición débil, en crisis, y una violación sistemática e impune de la ley electoral, fenómeno que encuentra una expresión notable en la actuación del Partido Verde, que opera en evidente complicidad con el PRI.

¿Qué debemos hacer?

Ante la deformación y mixtificación de la realidad en el discurso político, no podemos admitir esa perversión de la comunicación. Por la salud de la sociedad entera debemos exigir que se reconozca la verdadera situación del país como un primer paso, indispensable, para encontrar las soluciones. Aun cuando parezca inútil, debemos insistir en el respeto a la ley como condición necesaria para la paz, la justicia y el desarrollo que tanto necesita nuestro pueblo. Es un imperativo ético.

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Los costos de la indecisión: septiembre de 1985

Antonio Maza Pereda

terremoto85A 30 años ya, y para todos los que lo vivimos nos parece como si hubiera sido ayer. La angustia de un temblor que parecía no terminarse. La interrupción de la luz eléctrica que, en algunas zonas, fue hasta de tres o cuatro días. La interrupción de las comunicaciones telefónicas. Al no haber electricidad, las gasolineras no podían servir combustible. Falta de agua. Poquísima información y, la mayoría, muy sesgada. Y, como si fuera poco, casi 36 horas después otro nuevo temblor, que a todos nos parecía igual de fuerte, que provoca aún mayor pánico. Para muchísimas familias, la angustia de no saber qué había pasado con sus familiares y si las consecuencias habrían sido igual de desastrosas en algunas otras ciudades del país.

En medio de todo este desastre, salió a relucir una joya oculta: los valores de la ciudadanía. Ante el pasmo de las autoridades, que no atinaban a tomar las decisiones necesarias, la ciudadanía y muchos jóvenes que todavía no alcanzaban la edad ciudadana salieron a las calles para ver en qué podían ser útiles.

Muchachos que apenas llegaban a la edad de adolescentes, contribuyendo a dirigir el tráfico para evitar los enormes embotellamientos causados por la falta de electricidad. Ciudadanos que se abocaron a buscar entre las ruinas a las personas que habían quedado sepultadas, posteriormente apoyados por los heroicos "Topos", mineros de Pachuca que se trasladaron de inmediato la Ciudad de México para arriesgar sus vidas para salvar las de otros. Señoras que se dedicaban a preparar alimentos para los rescatistas, sin que nadie se los pidiera, entregándolos y retirándose rápidamente sin esperar a que les dieran las gracias. Filas interminables de ciudadanos donando sangre, al grado de que, días después, las autoridades sanitarias pedían a la gente que regresaran a sus casas, porque no tenían manera de almacenar todas esas donaciones.

No sabemos a ciencia cierta el número de muertos y desaparecidos; muchísimo menos sabemos cuál es el número de personas que deben su vida a este esfuerzo espontáneo y generoso de la ciudadanía.

Mientras todo esto ocurría, las autoridades no daban instrucciones. El ejército que, según se dice, ya había tomado las fotografías aéreas para conocer las áreas de desastre y tenía preparado el plan DN3, fue detenido por consideraciones políticas: el Departamento del Distrito Federal consideró que eso era vulnerar su área de responsabilidad. Se opuso a que otros participaran, pero no hizo lo necesario para sustituir su acción. Las autoridades del país hicieron una declaración que consideraron de la mayor importancia: dijeron a la Comunidad Internacional que México no necesitaba ayuda. Días después tuvieron que retractarse.

Nadie sabe cuántas vidas y cuánto sufrimiento se podía haber ahorrado si las decisiones necesarias se hubieran tomado a tiempo.

Pocas veces ha sido tan palpable el divorcio entre la clase política y lo que les importa, contra los valores de la ciudadanía. Mientras a unos les preocupaban sus ámbitos de autoridad y su imagen, los ciudadanos abocaron a lo importante. Y este divorcio no fue privativo del partido en el poder; los partidos de oposición tampoco se ocuparon de apoyar y organizar la ciudadanía para darle mayor efectividad a su labor. Incluso organizaciones dedicadas a estas situaciones, se vieron rebasadas.

Recuerdo un testimonio de primera mano de una química farmacéutica que estaba dedicada, junto con una gran cantidad de voluntarios, a clasificar los donativos de medicamentos que estaba entregando la ciudadanía. Mientras estaba dirigiendo esta labor, llegó el presidente de una de las organizaciones internacionales de apoyo en situaciones de desastre, con periodistas y un gran séquito a tratar de intervenir. Y esta gran dama le dijo: "Señor, ¿nos trae materiales, nos trae expertos, nos trae algún tipo de apoyo?". Cuando el gran personaje le dijo que sólo venía a supervisarlos, esta fuerte mujer le dijo: "Entonces Señor, déjenos trabajar: que se nos va el tiempo".

Cada quien tiene una gran cantidad de anécdotas que podría contar sobre esta heroica participación ciudadana. Difícilmente se puede agotar el tema en un breve recuento periodístico. La lección más clara es el modo cómo la ciudadanía mexicana tiene bien puesto el corazón y bien claros los valores. Ante la tragedia, ante la indefensión, supimos unirnos y hacer cada quien su parte. Mientras la clase política estaba pensando en sus propios intereses, los ciudadanos, los mandantes estaban supliendo la inacción de los mandatarios en distintos niveles.

Obviamente hay excepciones, obviamente se pueden contar historias que discrepen, pero el gran panorama es el de un divorcio entre los valores en los mandantes y los mandatarios. Esta discrepancia se hizo visible ante una tragedia, pero sigue estando presente hasta nuestros días.

La clase política tiene una jerarquía de valores diferente de la de los ciudadanos: lo que a nosotros, los mandantes, nos parece prioritario, a ellos, los mandatarios, no les parece importante. Y luego se cuestionan por qué no se les aplaude y les asombra cuando, después de gastar millones en mercadotecnia política, sigue a la baja la confianza sobre los partidos y las instituciones del Estado.

Estamos conmemorando a los fallecidos. Ceremonias, simulacros, discursos sonoros. Pocas palabras de agradecimiento a una ciudadanía que demostró tener el corazón en su sitio. Que tuvo su mejor hora. Y ninguna, verdaderamente ninguna disculpa de una clase política que no supo estar a la altura de la ocasión.

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Candidatos y chapulines

Pedro de Legarreta Lores

chapulines3Es algo muy común en nuestra democracia la solicitud de licencia por parte de un servidor público de elección a un cargo que, por ley, es irrenunciable. Comúnmente los conocemos como chapulines, ¿conoce usted a alguno?, me imagino que si. Con las elecciones que se avecinan para el año próximo surgirán, sin duda, más de estos funcionarios que solicitan licencia antes de concluir el cargo para “sacrificarse” por la nación y competir a otro puesto de elección popular.

Pero dicen que la culpa no es del indio, sino del que lo hace compadre… pregúntese usted, ¿le gustaría que fuera candidato a gobernador Manuel Clouthier o Sergio Torres o Héctor Melesio Cuén o Adolfo Rojo o algún otro funcionario electo del Estado o los Municipios de Sinaloa o de la diputación federal? Si usted respondió que sí, entonces usted pide que sea candidato un chapulín, pero en mi humilode opinión, eso no tiene nada de malo.

Como ciudadanos hay que ser más críticos al momento de emitir el voto, a veces da la impresión de que se vota por el partido de preferencia, sin siquiera analizar a quien está postulando, hay quienes dicen que si por un partido se postulara a Hitler y por el otro a Stalin, seguirían recibiendo el voto duro que tienen en cada elección, y que solo alrededor del 20% de los votos son fruto de la reflexión. Es necesario aumentar ese porcentaje, o de plano dejar de quejarnos de quienes nos gobiernan.

Pero el otro aspecto también importante tiene que ver con las leyes, aunque estas establecen que el puesto es irrenunciable, abren la posibilidad de licenciarse del cargo; en otras democracias lo que hacen es permitir la reelección, y hacerlo desempeñando el cargo, pero vigilando muy estrictamente que los recursos gubernamentales no sean utilizados para las campañas.

Lograr una democracia perfecta es una utopía, todas las democracias del  mundo, por avanzadas que sean, son imperfectas, y el grado de imperfección depende en buena medida de la participación de sus ciudadanos. En México tenemos niveles de participación bajísimos, en las últimas elecciones en Sinaloa tuvimos una abstención superior al 60%, ¿de verdad podemos culpar a nuestras autoridades de ser indolentes cuando nosotros no hacemos el mínimo esfuerzo por acercarnos a las urnas y convencer a nuestros vecinos de que lo hagan el día de la elección?

Creo que mientras más profundicemos en el tema, más evidente será que es necesario que crezcamos como ciudadanos, nos responsabilicemos de nuestras decisiones y hagamos conciencia de nuestro poder como electores. Es hora de que dejemos de preocuparnos por lo que partidos y políticos hacen y deshacen en sus carreras y que seamos conscientes de que en la medida que apoyemos o dejemos de hacerlo el día de las elecciones a un candidato y a un partido político, en esa medida los que toman las decisiones buscarán estar más cerca de nosotros o no, mientras sigamos votando por costumbre o por el color que nos gusta, las cosas no van a cambiar.

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